Tema de actualidad Nº 39 - Biblioteca del Congreso Nacional de Chile

Al revisar la vida política chilena desde el comienzo de la década de los 90, se observa que los
gobiernos de la Concertación estaban atrapados entre la institucionalidad parcialmente democrática de
los acuerdos constitucionales pactados en 1989 y su temor a que formas amplias de participación
ciudadana generaran demandas sociales que alteraran los equilibrios macroeconómicos y
comprometieran la gobernabilidad.
La detención de Pinochet, en Londres en 1998, puso de manifiesto las tensiones no resueltas por la
transición, la precariedad de los equilibrios institucionales y las limitaciones de la influencia de Chile, en
otras dimensiones de sus asuntos internacionales.
La situación se agrava a partir de la profunda crisis económica de 1999 que tuvo su impacto social más
notorio en los índices de desempleo y en el aumento de sentimientos de pérdida, miedo, resentimiento,
crisis de identidad, etc. creando las condiciones para que la subjetividad busque al margen de las
instituciones, a algún líder que sepa canalizar los anhelos populistas.
Todos estos elementos tenían en el plano electoral, profundos y desiguales efectos. Sin embargo, se
plantea la hipótesis que los resultados electorales son portadores de "tendencias pesadas" de largo
plazo, difícilmente reversibles y que en segundo término, las tendencias que en lo electoral favorecieron
a la derecha, deberían significar en lo político una extensión de la legitimidad democrática y un
fortalecimiento de la gobernabilidad del país.
Se sostiene que la transición chilena ha dejado pendiente dos asignaturas: la legitimidad y calidad en el
proceso de formación y toma de decisiones estratégicas del país y el equilibrio de la ecuación entre
consensos nacionales, desarrollo directivo y participación ciudadana.
El Presidente Lagos ha reiterado que el país carece de un marco institucional aceptado por todos los
sectores. Los poderes fácticos y los enclaves autoritarios al interior de las instituciones han puesto de
manifiesto que las insuficiencias democráticas de la actual Constitución bloquean no sólo el desarrollo
político del país, sino que "jibarizan" las capacidades directivas, públicas y privadas.
Se afirma que el diseño y la aplicación de "políticas públicas amistosas con el mercado" pueden ser dos
de las notas distintivas de este tercer gobierno de la Concertación. Por otra parte, existe consenso
político respecto a la necesidad de que las políticas sociales más importantes -salud, vivienda,
educación, seguridad social– sean prioridad de la inversión pública.
Se revisan otros aspectos prioritarios de la agenda tales como la mejora de las infraestructuras, las
reformas laborales, definición y regulación del nivel de apertura económica al exterior.
Se afirma que el gobierno de Lagos será juzgado por su capacidad para afrontar un doble desafío:
gestionar una nueva agenda estratégica para el país y renovar profundamente, en un sentido
democrático y participativo, las instituciones públicas y las formas de hacer política autoritarias primero,
oligárquicas y opacas con las que han convivido los chilenos estos últimos veinticinco años.
DERECHOS HUMANOS–IGLESIA CATOLICA-CHILE
Aldunate, José, S.J. La iglesia y los derechos humanos. ILADES. Persona y Sociedad. (Santiago,
Chile), N°1, abril, 2000. p.19-25.
Se revisan las propuestas y pensamiento de la Iglesia Católica a través del tiempo en relación con los
derechos del hombre y se analiza la postura de la Iglesia latinoamericana y en particular la situación de
la iglesia chilena frente a la problemática de los derechos humanos.
Se sostiene que los derechos humanos son un postulado fundamental de la modernidad y que a pesar
de la resistencia de la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II se produce una apertura al tema.
La Iglesia latinoamericana tenía acumulada desde hace siglos una gran experiencia pastoral por su
contacto con los problemas de los indígenas y de los pobres, experiencia que se tradujo en expresiones
teológicas como la "Teología de la Liberación" publicada en 1971.
Se señala que a pesar de las Conferencias Latinoamericanas de Obispos, las posiciones de la Teología
de la Liberación encontraron la creciente oposición romana mientras los Obispos chilenos se vieron
enfrentados a situaciones inéditas como un gobierno socialista y posteriormente una dictadura de las
Fuerzas Armadas con una violación sin precedentes de los derechos humanos.
Se afirma que en este rudo aprendizaje de los caminos de liberación, faltó la reflexión teológica o la
teoría que acompaña a la praxis y tampoco estaba elaborada previamente ni se pudo elaborar, con lo
cual la Iglesia se inhibió en su acción social.
Se sostiene que el concepto "liberación" tiene una connotación más cristiana y más bíblica que el de
simples "derechos humanos". Se vincula con el de redención y denota una tarea del cristiano frente a no
solamente una necesidad sino a una exigencia social de un pueblo empobrecido y esclavizado.
Se analiza la posición de la Iglesia chilena, manifestando que siempre ha tenido poder en lo político y en
especial en la coyuntura de los acontecimientos del 73, de modo que era muy importante su aprobación
o condenación del régimen militar o de sus procedimientos, o bien su simple silencio. Ante los abusos del