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trabajadores del sector tabacalero.
Otra respuesta fue la lista de
acciones que Ropa Limpia Internacional
exige que adopten las empresas textiles
en su cadena de suministro para evitar
futuras tragedias. También, pidieron
que las empresas presionen de forma
colectiva al Gobierno y a la patronal
nacional BGMEA para que emprenda
medidas específicas que atiendan esos
problemas de forma integral en la
industria de la ropa de Bangladesh.
La campaña de CRI ha tenido el
apoyo de la Red de Solidaridad de la
Maquila (Canadá) y el International
Labour Rights Forum (EU), Federación
Internacional de Trabajadores del
Textil, Vestuario, Cuero y Confección
(ITGLWF) y la organización Worker
Rights Consortium (Estados Unidos).
En conjunto, estos organismos pidieron
a las firmas internacionales contemplar
medidas de seguridad en las fábricas
donde han ocurrido las tragedias y
garantizar a las familias de las víctimas
una indemnización justa lo más pronto
posible.
Qué empresas
A Bangladesh llegan las grandes marcas
de ropa estadounidenses y europeas,
cuyo interés por alcanzar grandes
beneficios se traduce en su exigencia
para que los proveedores asiáticos
mantengan bajos los costos: mano de
obra barata o por subcontratación para
que ni siquiera paguen el salario mínimo
regional. “Pagar a los proveedores la
menor cantidad posible por unidad
es lo que los lleva de un país de bajos
salarios a otro”, explicó Timothy Ryan,
del Centro Americano por la Solidaridad
Laboral Internacional a Business
Insider (que trabaja con los sindicatos
estadounidenses).
Para quienes llegan a las ciudades a
trabajar, la industria textil es su única
esperanza; se estima que ahí laboran
unas tres millones de personas. Los
sindicatos locales, asesorados por
sindicatos extranjeros, propusieron en
2011 establecer un Sistema Nacional
de Inspecciones sin participación
gubernamental. Sería financiado por
las multinacionales extranjeras con
unos 500 mil dólares anuales. Aunque
el proyecto se presentó en una reunión
bilateral –a la que asistieron Walmart,
Gap y H&M– fue rechazado por las
empresas.
¿Sin conciencia social?
En un país como Bangladesh, los
sindicatos tienen los mismos retos de
los de Malasia, Tailandia, Costa Rica
y Ciudad Juárez, en México y otros
países destino de las grandes firmas
textiles del planeta. En el país asiático,
las firmas obligan a sus empleados a
trabajar en turnos nocturnos para no
detener la cadena productiva de 24
horas. Los acuerdos de confección con
las multinacionales se pactan con los
propietarios locales de las fábricas, sin
que el Gobierno emprenda acciones
decididas para mejorar las condiciones
de sus trabajadores.
Algunos dicen que a esa situación
contribuye la falta de conciencia
social como la que existe en los países
occidentales o de primer mundo; sin
embargo, el profesor y director de
Estudios Internacionales en el Trinity
College, Hartford Vijay Prashad, explicó
tras la tragedia del Rana Plaza que los
trabajadores bangladesíes “no han sido
tan sumisos como los consumidores del
mundo atlántico”.
Como ejemplo, cita que en junio de
2012 miles de trabajadores de Ashulia
protestaron por los bajos salarios,
exigieron mejores condiciones laborales
y cerraron 300 fábricas, bloquearon la
ruta Dacca-Tangali; en respuesta, el
Gobierno envió a tres mil agentes de la
policía para “restablecer la normalidad”
y la primera ministra ofreció que
consideraría sus demandas a través
de un comité de tres miembros, que
finalmente no operó.
Apaga fuegos
En los escombros del Rana Plaza
había etiquetas con marcas de muchos
proveedores locales. Sólo dos minoristas
internacionales: Primark del Reino Unido
y Loblaw Inc. de Canadá admitieron que
ahí maquilaban sus prendas; el director
de ésta censuró lo que denominó
el “silencio ensordecedor” de otros
minoristas internacionales –al menos
dos docenas más– que también recibían
ropa del complejo textil que desplomó.
A dos días del hecho, la marca Mango
contrató a Javier Chércoles, un ex
directivo de Inditex (Zara) para defender
sus intereses frente al escándalo
mediático que generaba una serie de
críticas contra las grandes empresas de
la confección textil por lo ocurrido en
Bangladesh.
La firma, con sede en Barcelona,
insistió que no tenía acuerdos con el
complejo destruido, aunque admitió que
había prendas con su marca en el lugar.
En una posición de mero salvamento,
anunció que el ex directivo que contrató
es experto en solucionar problemas
laborales en todo el mundo y que
será su asesor para atención de otros
problemas.
Al concluir el mes de agosto, cuatro
meses después de la tragedia, no se
conoce si el Gobierno de Bangladesh ha
puesto en práctica siquiera alguna de las
normas laborales que ha propuesto el
movimiento Ropa Limpia Internacional;
tampoco se sabe si las indemnizaciones
ofrecidas por las multinacionales ya
llegaron a manos de las víctimas o
familiares de los trabajadores del Rana
Plaza.
Es sólo voluntad política, dicen las
organizaciones civiles y los sindicatos;
no hay recursos, dicen los políticos
auspiciados por las multinacionales. Ése
es un sector internacional que también
obliga a mexicanos y bangladesíes
a responder a sus compromisos
internacionales con la Organización
Internacional del Trabajo (OIT).
www.buzos.com.mx 19 de agosto de 2013
Internacional
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