You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
- ¡Encantador, encantador! - repitió el D.I.C., sentimentalmente.<br />
- Encantador - convinieron los muchachos, cortésmente.<br />
Pero su sonrisa tenía cierta expresión condescendiente: hacía muy poco tiempo que<br />
habían abandonado aquellas diversiones infantiles, demasiado poco para poder<br />
contemplarlas sin cierto desprecio. ¿Encantador? No eran más que un par de chiquillos<br />
haciendo el tonto; nada más. Chiquilladas.<br />
- Siempre pienso... - empezó el director en el mismo tono sensiblero.<br />
Pero lo interrumpió un llanto bastante agudo.<br />
De unos matorrales cercanos emergió una enfermera que llevaba cogido de la mano un<br />
niño que lloraba. <strong>Un</strong>a niña, con expresión ansiosa, trotaba pisándole los talones.<br />
- ¿Qué ocurre? - preguntó el director.<br />
La enfermera se encogió de hombros.<br />
- No tiene importancia - contestó -. Sólo que este chiquillo parece bastante reacio a<br />
unirse en el juego erótico corriente. Ya lo había observado dos o tres veces. Y ahora<br />
vuelve a las andadas.<br />
Empezó a llorar y...<br />
- Honradamente - intervino la chiquilla de aspecto ansioso -, yo no quise hacerle<br />
ningún daño.<br />
Es la pura verdad.<br />
- Claro que no, querida - dijo la enfermera, tranquilizándola -. Por esto - prosiguió,<br />
dirigiéndose de nuevo al director - lo llevo a presencia del Superintendente Ayudante de<br />
Psicología. Para ver si hay en él alguna anormalidad.<br />
- Perfectamente - dijo el director -. Llévelo allá. Tú te quedas aquí, chiquilla - agregó,<br />
mientras la enfermera se alejaba con el niño, que seguía llorando -. ¿Cómo te llamas?<br />
- Polly Trotsky.<br />
- <strong>Un</strong> nombre muy bonito, como tú - dijo el director -. Anda, ve a ver si encuentras a<br />
otro niño con quien jugar.<br />
La niña echó a correr hacia los matorrales y se perdió de vista.<br />
- ¡Exquisita criatura! - dijo el director, mirando en la dirección por donde había<br />
desaparecido; y volviéndose después hacia los estudiantes, prosiguió -: Lo que ahora voy<br />
a decirles puede parecer increíble. Pero cuando no se está acostumbrado a la Historia, la<br />
mayoría de los hechos del pasado parecen increíbles.<br />
Y les comunicó la asombrosa verdad. Durante un largo período de tiempo, antes de la<br />
época de Nuestro Ford, y aun durante algunas generaciones subsiguientes, los juegos<br />
eróticos entre chiquillos habían sido considerados como algo anormal (estallaron sonoras<br />
risas); y no sólo anormal, sino realmente inmoral (¡No!), y, en consecuencia, estaban<br />
rigurosamente prohibidos.<br />
<strong>Un</strong>a expresión de asombrosa incredulidad apareció en los rostros de sus oyentes. ¿Era<br />
posible que prohibieran a los pobres chiquillos divertirse? No podían creerlo.<br />
- Hasta a los adolescentes se les prohibían - siguió el D.I.C. -; a los adolescentes como<br />
ustedes...<br />
- ¡Es imposible!<br />
- Dejando aparte un poco de autoerotismo subrepticio y la homosexualidad, nada<br />
estaba permitido.<br />
- ¿Nada?