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12(1932) - OdeMIH

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la misma. El relativo a la «Necesidad<br />

de la psicología del niño en Pedagogía»<br />

llamó grandemente la atención,<br />

y la ponencia fué impresa por S. M. A.<br />

este ario.Forma un opúsculo de 26 páginas.<br />

Por el interés que ofrece su contenido,<br />

vamos a resumirlo en estas<br />

lineas.<br />

Si nos hallamos en una reunión, dice<br />

el P. Ríos, en la que se habla de un<br />

amigo enfermo, no hay quien no recomiende<br />

algún medicamento que en<br />

tal o cual ocasión experimentó ser eficaz.<br />

Cosa semejante sucede con los<br />

métodos para enseriar algo. Todo el<br />

mundo se cree capacitado para enseriar<br />

perfectamente aquello que sabe y<br />

comunicarlo con orden, claridad y plena<br />

comprensión de la capacidad intelectual<br />

del discípulo. Verdad es que<br />

uno puede, de ordinario, enseriar lo que<br />

sabe, pero no lo es menos que «ni todos<br />

enserian de la misma manera, ni todos<br />

obtienen iguales resultados». Kerschensteiner<br />

temía por su patria, Alemania,<br />

que, con los métodos allí existentes<br />

para la formación de profesores,<br />

se lograran mejores instructores pero<br />

no educadores aptos.<br />

O sea, que no basta poseer la ciencia<br />

que se ha de enseriar para ser buen<br />

pedagogo. Han pasado los tiempos en<br />

que la labor del profesor se limitaba a<br />

hacer las rutinarias preguntas de un<br />

interrogatorio al alumno, habiéndose<br />

éste de un modo pasivo enteramente.<br />

Con ventaja ha sido sustituido este método<br />

por un ambiente más familiar en<br />

las aulas y una mayor comunicación<br />

del discípulo con el profesor, «lo que<br />

ha traído en el educando la disciplina<br />

del trabajo realizado sin violencia, y<br />

una acción constructiva de parte del<br />

educador».<br />

Pero la compenetración y colaboración<br />

de profesor y discípulo no puede<br />

— 454 — — 455 —<br />

darse sin una completa adaptación por<br />

parte de aquél a la edad y a las condiciones<br />

psicológicas y fisiológicas de<br />

éste. Quiere esto decir, que es indispensable<br />

al perfecto educador el estudio<br />

de la psicología del niño y del adolescente<br />

y de los métodos pedagógicos<br />

fundados en esta ciencia.<br />

No faltan, sin embargo, quienes negando<br />

la eficacia a la ciencia pedagógica,<br />

afirmen que la educación es tan<br />

sólo un problema: a) de experiencia,<br />

b) de buen sentido, c) o de aptitud natural<br />

de algunos individuos.<br />

En pocas palabras, pero vigorosamente,<br />

refuta el P. Ríos estos pareceres<br />

uno a uno. No es suficiente la práctica<br />

pura, dice, o sea sin el auxilio<br />

poderoso del estudio psicológico del<br />

niño, porque «si en verdad es un medio<br />

para obtener gran rendimiento en la<br />

enseñanza, tiene el inconveniente que<br />

el educador se forma pasados varios<br />

arios de ejercicios y de ensayos en los<br />

alumnos, lo que significa un desarrollo<br />

de tiempo y fuerzas perdidas y convierte<br />

a sus educandos en cuyes (chillenismo<br />

por conejillos de Indias) de laboratorio».<br />

Además hace rutinario al<br />

educador, a fuerza de ver las cosas<br />

siempre de la misma manera; y por<br />

esto mismo «se halla desarmado ante<br />

una dificultad nueva que se le ofrezca».<br />

Pero sobre todo, el método de guiarse<br />

sólo por la experiencia, tiene el gravísimo<br />

inconveniente de que se necesita<br />

largo tiempo para ver lo bueno y descubrir<br />

lo malo de la educación y además<br />

siempre con grave peligro de<br />

errar.<br />

Para probar que tampoco el buen<br />

sentido es suficiente para tener un perfecto<br />

educador, basta observar que<br />

aunque todos se creen en posesión de<br />

un perfecto sentido coaeún, sin embargo,<br />

no hay problema educativo de<br />

alguna gravedad en cuya solución<br />

coincidan todos los grandes pedagogos;<br />

¿a qué carta, pues, nos hemos de atener?<br />

¿Habríamos de juzgar una tesis<br />

como única valedera en virtud tan sólo<br />

de nuestro buen sentido? Con todo «no<br />

desconozcamos, dice el P. Ríos, una<br />

cualidad propia del buen sentido, que<br />

es la aptitud para aplicar bien las reglas<br />

y leyes, justipreciando el conjunto<br />

de circunstancias y contingencias del<br />

momento, que es una cualidad indispensable<br />

al educador».<br />

En fin, muchos creen inútil para la<br />

educación el estudio psicológico del<br />

niño, porque, según ellos, ser buen<br />

educador es un don natural, y no ase<br />

quible. «Se nace educador como se<br />

nace poeta, orador, etc.». Verdad es,<br />

que una aptitud natural es gran base<br />

para serbuen educador, pero ésta sin el<br />

estudio sería algo semejante a un buen<br />

entendimiento pero sin cultivo o una<br />

gran inspiración artística sin el estudio<br />

del arte, que ni el uno ni la otra podrían<br />

jamás hacer obra perfecta. Es,<br />

sin embargo, de tanta importancia en<br />

el maestro la aptitud natural para educar,<br />

que sin ella no se concibe un mediano<br />

pedagogo por más estudio que<br />

tenga. «No todos, decía Kerschensteiner<br />

a este propósito, son susceptibles<br />

de preparación para educadores y<br />

maestros».<br />

Reconociendo, pues, termina el Padre<br />

Ríos, que el buen sentido, la aptitud<br />

natural y la experiencia son .cualidades<br />

casi indispensables, pero insuficientes<br />

para constituir un buen educador,<br />

«consideramos que el estudio sistemä<br />

tico del nOodo y de la psicología pedagógica<br />

del niño, además de las ella<br />

I idades personales del educador, lleva<br />

la cuestión compleja de la instrucción<br />

y educaci'n a una solución más segura,<br />

general y científica». El estudio de<br />

la psicología del niño hará al maestro<br />

más clarividente, más celoso, más<br />

adaptable al alumno, menos rutinario<br />

en su disciplina, menos mecánico, más<br />

vivo, afectivo y ajustado a las exigencias<br />

del momento.<br />

Síguese de lo dicho que el estudio<br />

de la psicología del niño y del adoles<br />

cente es elemento necesario y condición<br />

i nd ispensable para formar un buen<br />

maestro y educador.<br />

Tal es, en compendio, la tesis que<br />

el P. Ríos expone más ampliamente en<br />

el opúsculo que comentamos. Y cuya<br />

doctrina debiera tenerse muy en cuenta<br />

en todas partes, para proporcionar a<br />

los futuros maestros y profesores ese<br />

necesario elemento de preparación de<br />

que con tanta frecuencia carecen.<br />

Dando nuestros plácemes al P. Ríos<br />

por su brillante actuación en la Semana<br />

Educacional de Santiago de Chile,<br />

hemos de hacer notar antes de poner fin<br />

a estas líneas, que la misma doctrina fué<br />

propuesta solemnemente para toda la<br />

Orden Mercedaria en el último Capítulo<br />

general, en el que se ordenó que los<br />

que hubiesen de ser nombrados «Maestros<br />

de postulantes y de novicios poseyesen<br />

con bastante perfección la Psicólogia<br />

y la Pedagogía».<br />

Poyo, 30-XI 32.<br />

S.

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