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la misma. El relativo a la «Necesidad<br />
de la psicología del niño en Pedagogía»<br />
llamó grandemente la atención,<br />
y la ponencia fué impresa por S. M. A.<br />
este ario.Forma un opúsculo de 26 páginas.<br />
Por el interés que ofrece su contenido,<br />
vamos a resumirlo en estas<br />
lineas.<br />
Si nos hallamos en una reunión, dice<br />
el P. Ríos, en la que se habla de un<br />
amigo enfermo, no hay quien no recomiende<br />
algún medicamento que en<br />
tal o cual ocasión experimentó ser eficaz.<br />
Cosa semejante sucede con los<br />
métodos para enseriar algo. Todo el<br />
mundo se cree capacitado para enseriar<br />
perfectamente aquello que sabe y<br />
comunicarlo con orden, claridad y plena<br />
comprensión de la capacidad intelectual<br />
del discípulo. Verdad es que<br />
uno puede, de ordinario, enseriar lo que<br />
sabe, pero no lo es menos que «ni todos<br />
enserian de la misma manera, ni todos<br />
obtienen iguales resultados». Kerschensteiner<br />
temía por su patria, Alemania,<br />
que, con los métodos allí existentes<br />
para la formación de profesores,<br />
se lograran mejores instructores pero<br />
no educadores aptos.<br />
O sea, que no basta poseer la ciencia<br />
que se ha de enseriar para ser buen<br />
pedagogo. Han pasado los tiempos en<br />
que la labor del profesor se limitaba a<br />
hacer las rutinarias preguntas de un<br />
interrogatorio al alumno, habiéndose<br />
éste de un modo pasivo enteramente.<br />
Con ventaja ha sido sustituido este método<br />
por un ambiente más familiar en<br />
las aulas y una mayor comunicación<br />
del discípulo con el profesor, «lo que<br />
ha traído en el educando la disciplina<br />
del trabajo realizado sin violencia, y<br />
una acción constructiva de parte del<br />
educador».<br />
Pero la compenetración y colaboración<br />
de profesor y discípulo no puede<br />
— 454 — — 455 —<br />
darse sin una completa adaptación por<br />
parte de aquél a la edad y a las condiciones<br />
psicológicas y fisiológicas de<br />
éste. Quiere esto decir, que es indispensable<br />
al perfecto educador el estudio<br />
de la psicología del niño y del adolescente<br />
y de los métodos pedagógicos<br />
fundados en esta ciencia.<br />
No faltan, sin embargo, quienes negando<br />
la eficacia a la ciencia pedagógica,<br />
afirmen que la educación es tan<br />
sólo un problema: a) de experiencia,<br />
b) de buen sentido, c) o de aptitud natural<br />
de algunos individuos.<br />
En pocas palabras, pero vigorosamente,<br />
refuta el P. Ríos estos pareceres<br />
uno a uno. No es suficiente la práctica<br />
pura, dice, o sea sin el auxilio<br />
poderoso del estudio psicológico del<br />
niño, porque «si en verdad es un medio<br />
para obtener gran rendimiento en la<br />
enseñanza, tiene el inconveniente que<br />
el educador se forma pasados varios<br />
arios de ejercicios y de ensayos en los<br />
alumnos, lo que significa un desarrollo<br />
de tiempo y fuerzas perdidas y convierte<br />
a sus educandos en cuyes (chillenismo<br />
por conejillos de Indias) de laboratorio».<br />
Además hace rutinario al<br />
educador, a fuerza de ver las cosas<br />
siempre de la misma manera; y por<br />
esto mismo «se halla desarmado ante<br />
una dificultad nueva que se le ofrezca».<br />
Pero sobre todo, el método de guiarse<br />
sólo por la experiencia, tiene el gravísimo<br />
inconveniente de que se necesita<br />
largo tiempo para ver lo bueno y descubrir<br />
lo malo de la educación y además<br />
siempre con grave peligro de<br />
errar.<br />
Para probar que tampoco el buen<br />
sentido es suficiente para tener un perfecto<br />
educador, basta observar que<br />
aunque todos se creen en posesión de<br />
un perfecto sentido coaeún, sin embargo,<br />
no hay problema educativo de<br />
alguna gravedad en cuya solución<br />
coincidan todos los grandes pedagogos;<br />
¿a qué carta, pues, nos hemos de atener?<br />
¿Habríamos de juzgar una tesis<br />
como única valedera en virtud tan sólo<br />
de nuestro buen sentido? Con todo «no<br />
desconozcamos, dice el P. Ríos, una<br />
cualidad propia del buen sentido, que<br />
es la aptitud para aplicar bien las reglas<br />
y leyes, justipreciando el conjunto<br />
de circunstancias y contingencias del<br />
momento, que es una cualidad indispensable<br />
al educador».<br />
En fin, muchos creen inútil para la<br />
educación el estudio psicológico del<br />
niño, porque, según ellos, ser buen<br />
educador es un don natural, y no ase<br />
quible. «Se nace educador como se<br />
nace poeta, orador, etc.». Verdad es,<br />
que una aptitud natural es gran base<br />
para serbuen educador, pero ésta sin el<br />
estudio sería algo semejante a un buen<br />
entendimiento pero sin cultivo o una<br />
gran inspiración artística sin el estudio<br />
del arte, que ni el uno ni la otra podrían<br />
jamás hacer obra perfecta. Es,<br />
sin embargo, de tanta importancia en<br />
el maestro la aptitud natural para educar,<br />
que sin ella no se concibe un mediano<br />
pedagogo por más estudio que<br />
tenga. «No todos, decía Kerschensteiner<br />
a este propósito, son susceptibles<br />
de preparación para educadores y<br />
maestros».<br />
Reconociendo, pues, termina el Padre<br />
Ríos, que el buen sentido, la aptitud<br />
natural y la experiencia son .cualidades<br />
casi indispensables, pero insuficientes<br />
para constituir un buen educador,<br />
«consideramos que el estudio sistemä<br />
tico del nOodo y de la psicología pedagógica<br />
del niño, además de las ella<br />
I idades personales del educador, lleva<br />
la cuestión compleja de la instrucción<br />
y educaci'n a una solución más segura,<br />
general y científica». El estudio de<br />
la psicología del niño hará al maestro<br />
más clarividente, más celoso, más<br />
adaptable al alumno, menos rutinario<br />
en su disciplina, menos mecánico, más<br />
vivo, afectivo y ajustado a las exigencias<br />
del momento.<br />
Síguese de lo dicho que el estudio<br />
de la psicología del niño y del adoles<br />
cente es elemento necesario y condición<br />
i nd ispensable para formar un buen<br />
maestro y educador.<br />
Tal es, en compendio, la tesis que<br />
el P. Ríos expone más ampliamente en<br />
el opúsculo que comentamos. Y cuya<br />
doctrina debiera tenerse muy en cuenta<br />
en todas partes, para proporcionar a<br />
los futuros maestros y profesores ese<br />
necesario elemento de preparación de<br />
que con tanta frecuencia carecen.<br />
Dando nuestros plácemes al P. Ríos<br />
por su brillante actuación en la Semana<br />
Educacional de Santiago de Chile,<br />
hemos de hacer notar antes de poner fin<br />
a estas líneas, que la misma doctrina fué<br />
propuesta solemnemente para toda la<br />
Orden Mercedaria en el último Capítulo<br />
general, en el que se ordenó que los<br />
que hubiesen de ser nombrados «Maestros<br />
de postulantes y de novicios poseyesen<br />
con bastante perfección la Psicólogia<br />
y la Pedagogía».<br />
Poyo, 30-XI 32.<br />
S.