12(1932) - OdeMIH

ESTUDIOS COLEGIATA Y PRIORATO
GALLEGOS DE JUNQUERA DE AMBIA
Hace poco menos de dos años que
conocí a esta villa orensana, de gente
simpática, sana y religiosa, de sotos
hermosos, de amenos y pintorescos
alrededores, y de historia un tamo
levítica. Con efecto, si se desligase
su historia de la que va unida a la de
la Colegiata, quedaría su interés reducido
al de cualquier lugarejo innominado.
En los breves días de mi estancia,
hojeé los libros del archivo parroquial,
en busca de algo histórico;
aunque bien sabía que los fondos
principales se hallan en Vallado!id,
trasladados allá por orden del obispo
Junquera de Ambia, «villa orensana de gente simpática, sana y religiosa, de sotos hermosos...»,
«La vida de la villa giró alrededor de la Colegiata».
Merino. Sin embargo, lector, pude
hilar estos datos que ahora lees,
Según antigua tradición acerca del
origen de la Colegiata, se afirma que
en el siglo IV se encontró en aquel
lugar, y entre juncos, una imagen de
Nuestra Señora, venerada muy pronto
por los fieles y visitada por los peregrinos.
Fundóse con ese motivo una
ermita, pero más tarde, en el siglo
VIII y merced a las cuantiosas limosnas
recibidas, se levantó un monasterio.
No hay acuerdo sobre si la fecha
de erección fue en 955 o 977; lo cierto
es que Gonzalo Froila e Ilduara, su
mujer, fueron los que primeros dieron
su hacienda, para esta fundación,
como parece del testamerito archivado.
Al crecer la devoción, otras
personas aumentaron las posesiones,
donando cotos, casares
y tierras para el Priorato; la
iglesia sufrió reformas y adiciones,
quedando en el estado
actual desde el año 1164, según
puede verse en una inscripción
de la fachada. En ese mismo
año, Fernando II de León y el
obispo don Pedro Seguín, erigieron
el templo en Colegiata, y
al dotarla espléndidamente don
Lorenzo, obispo de Orense, con
varios beneficios y parroquias,
la entregaron a los canónigos
regulares de San Agustín.
El culto divino en esta iglesia,
que, en su tipo, es uno de los
más hermosos monumentos románicos
de Galicia, fue siempre
intenso, comparándose al de las
catedrales'de segundo orden; su
plantilla era: el prior, siete canónigos,
cuatro presbíteros, cuatro
salmistas, organista, sochantre,
sacristán mayor-presbítero, sacristán
menor, seis monaguillos,
dos acólitos, un ayudante
de altar y un pertiguero.
De aquellos tiempos de esplendor
queda todavía la misa
cantada diaria y el Cabildo (?),
compuesto por el párroco, dos coadjutores,
un organista, un fuellero, un
sacristán y dos monaguillos, todos
ellos con nómina fija, la cual habrá
desaparecido ya, corno va desapareciendo
en el pueblo la costumbre de
regir sus cómputos por el de las horas
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litúrgicas. Otro de los vestigios históricos
es el palacio prioral y las
«Esta Iglesia, en su tipo, es uno de los má 3 hermosos
monumentos románicos de Galicia».
casas de los canónigos, muchas de
ellas blasonadas y patinadas por el
tiempo. La vida de la capilla giró
alrededor de la Colegiata, pero no
supo prevenirse para los tiempos-malos,
como se lo escribió un filósofo
en el hastial de la iglesia : «cum