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12(1932) - OdeMIH

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- 444 -<br />

consiste en haber sido fundada por<br />

la Santísima Virgen; y aparte de esto<br />

otra nota mariana que llamaremos<br />

particular y personal, y que a nuestro<br />

parecer, fluye del voto de redención,<br />

porque en él se encierra un llamamien<br />

to muy apremiante a ejercitar de continuo<br />

una caridad heroica, un mandato<br />

de ejercitarlo en lo que reclama de<br />

más abnegado y desinteresado.<br />

Que la Orden de la Merced haya<br />

tenido principio después de una aparición<br />

de la Santísima Virgen, es una<br />

tradición que se remonta a sus orígenes.<br />

No han escaseado ni las polémicas<br />

ni las disputas malintencionadas;<br />

mas las unas y las otras nos llevan<br />

al convencimiento de que el hecho de<br />

la Descensión de la Virgen a Barcelona<br />

en la noche del 1. 0 al 2 de agosto<br />

de <strong>12</strong>18 se basa en una tradición ininterrumpida.<br />

Las discusiones han llevado<br />

precisamente a que viesen la<br />

luz textos probatorios y tan definitivos<br />

como pudiera desearse.<br />

No se podía de ningún modo exigir<br />

del interesado, que fue San Pedro<br />

Nolasco, el relato rigurosamente minucioso<br />

de lo que pasó entre él y la<br />

Madre de Dios. Bien conocida es la<br />

repugnancia que sienten los verdaderos<br />

místicos de dar a conocer el secreto<br />

del Rey (en este caso de la Reina),<br />

y fácilmente se comprende este<br />

pudor. El hecho no deja de ser por<br />

ello menos verdadero.<br />

Nadal Gaver en su encantador<br />

opúsculo «Espejo de los Frailes de<br />

la Bienaventurada Madre de Dios,<br />

María de la Misericordia o de la Redención<br />

de los Cautivos», nos da de<br />

él un relato que resume tan perfectamente<br />

la tradición de la Orden, que<br />

no se puede resistir a la tentación de<br />

transcribirlo. Hay en él una frescura<br />

y una delicadeza incomparables.<br />

«Esta Orden santísima y cristianísima<br />

tuvo principio de una revelación<br />

divina hecha por la Bienaventurada<br />

Virgen María del modo que sigue: En<br />

el año del Señor <strong>12</strong>18, en las calendas<br />

de agosto, a saber en el dia primero<br />

del mes.<br />

...Como el devotísimo varón Pedro<br />

Nolasco, de Mas-Saintes-Puelles, en<br />

la diócesis de St. Papoul, vecino de<br />

la ciudad de Barcelona a donde había<br />

trasladado su domicilio, se ocupase<br />

desde hacía tiempo en obras de misericordia,<br />

principalmente en el rescate<br />

de cautivos, y en estos ejercicios se<br />

hallase entregado a Dios, quiso el<br />

Señor consolar e instruir al santo<br />

varón por medio de la Madre de<br />

Nuestro Señor Jesucristo,<br />

...Nótese las palabras que dijo la<br />

Bienaventurada Virgen María al santo<br />

hombre cuando se le apareció:<br />

Dios—dijo la Virgen--Padre, Hijo y<br />

Espíritu Santo, por la misericordia y<br />

por el gran amor con que las tres<br />

divinas Personas amaron al género<br />

humano, quiere que se establezca y<br />

se funde una Orden que se llamará la<br />

Orden de la Bienaventurada Madre de<br />

la Merced de la redención de los cautivos,<br />

con el fin de que los frailes<br />

profesos en ella, con fe en Jesucristo,<br />

con esperanza en la salvación y con<br />

ejemplo de verdadera caridad (como<br />

Aquel que, siendo Dios, tomó una<br />

carne mortal y, hecho verdadero hombre,<br />

visitó y llevó la redención a los<br />

— 445 —<br />

santos patriarcas que estaban prisioneros<br />

en el limbo) siguiendo sus huellas<br />

e imitando sus obras, visiten a<br />

los fieles que están y estarán prisioneros<br />

en poder de los enemigos de la<br />

fe y los libren de su potestad, dándose<br />

a si mismos como precio por el rescate<br />

de los fieles de Cristo; para que<br />

en el día del último juicio, merezcan<br />

oir estas palabras del Hijo del Padre<br />

eterno: «Venid, benditos de mi Padre,<br />

recibid el reino que está preparado<br />

para vosotros desde el principio del<br />

mundo).<br />

... Síguese la pregunta que hizo el<br />

santo varón a la Virgen María. Y él,<br />

«Lit vir prudens » , como varón prudente.<br />

¿Quién eres tú—le dijo—que me<br />

encomiendas el duro trabajo de una<br />

caridad tan elevada, en nombre de<br />

Dios, a mí, indigno servidor?<br />

De qué manera María, Medre de<br />

Dios, respondió al santo varón Nolasco:<br />

«Ego sum Maria). ¡Yo soy<br />

María!<br />

Y he aquí cómo respondió de nuevo<br />

el santo a la Virgen María: ¡Oh<br />

Virgen María, madre de la gracia,<br />

madre de la misericordia! Pero, ¿quién<br />

me ha de creer?<br />

Y ahora la Virgen dijo al santo<br />

varón: Nada tenias, porque es voluntad<br />

de Dios que tal orden se funde en<br />

honor mío, cuyos religiosos, a ejemplo<br />

de mi hijo Jesús, sirvan de redención...<br />

de muchos (entre los cristianos)<br />

y en señal de contradicción.<br />

Y esto dicho desapareció la Madre<br />

de Dios...»<br />

No hemos podido resistir a la tentación<br />

de seguir casi palabra por palabra<br />

el relato del santo general. ¡Expresa<br />

de un modo tan piadoso y candoroso<br />

toda la tradición de la Orden<br />

acerca de su fundación! El «Speculum<br />

FratrumdeMercede» es verdaderamente<br />

la colección de las Fioretti de esta<br />

familia religiosa tan poco conocida.<br />

Todavía quedan muchas florecitas<br />

por recoger en el jardín de sus tiempos<br />

primitivos; y uno quisiera a veces<br />

reñir a los mercedarios por haber<br />

hecho tan poco para sacar a luz sus<br />

recuerdos de familia; aunque todo se<br />

explica teniendo presentes la negligencia<br />

proverbial de los españoles, y<br />

sobre todo la pobreza de la Orden,<br />

por el atareamiento y las ocupaciones<br />

de un apostolado particularmente rudo<br />

y absorbente. Aún se está muy<br />

lejos de haber dicho cuán penosa e<br />

ingrata fué la obra de la Redención<br />

de los Cautivos.<br />

(Continuará.)

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