26terror y el pánico hacia una enfermedadque se propaga hacia el resto de la sociedad“sana”. Otros intentan superar estavisión retrógrada, pasando de tratar al criminalfumador como paciente medicado.<strong>La</strong> legalidad en estos casos distingue especificacionesfarmacológicas entre el usoy el abuso, el consumo correcto y el consumoindebido, la persona medicada y eladicto. Pero alguien podría fumar sólouna vez, en una dosis prudente y sin efectossecundarios indeseados, y sufrir unapenalización con cárcel o una rehabilitacióncompulsiva; mientras que otros puedenatiborrarse crónicamente con drogascomo pastillas o alcohol y morir por sobredosisy el hecho será consideradocomo un uso excesivo oaccidental.El “fumeta” se expone a unmercado negro, que implicaaltos precios, adulteraciones,contactos con traficantes ysanciones. Y es consideradoun enfermo. Ante la miradasocial, no padece unvicio, como el alcohólico,el fumador o el cafeinómano,sino un ente clínico específico:la toxicomanía. Eladicto no es libre paragobernarse sin ayudaexterior. Queda omitidoel derecho a la responsabilidadpropia. Finalmente,se deduce que es necesarioun tratamiento de rehabilitaciónque debe imponérsele enforma coactiva.Los Estados van asumiendo que la saludpública no consiste tanto en evitar enfermedadesque amenazan desde afuera alciudadano como en protegerle de ciertastentaciones internas, en especial de aquellasque alteran químicamente su modo desentir el mundo. El problema es que muchasveces, desde una posición contraria,apologética y cínica se banaliza el problemade las drogas, se internaliza el discursoreaccionario para asumirse como su negativo,paralizando toda polémica profunda ycrítica. <strong>La</strong>s figuras del loquito, el volado, sonmuchas veces reivindicadas desde las culturasjuveniles como un modelo de conductadeseable. Y de esa manera se reproducela pésima imagen social que el consumidorde marihuana carga sobre sus espaldas.Episodio cannábico finalCamino hasta al mercadito. Voy memorizandola lista de las compras. Mientras esperoque me atiendan, hojeo el diario.Vuelvo a casa y descubro que me olvidéun elemento indispensable para el almuerzo.¿Por qué me olvidé el queso? <strong>La</strong> hipótesismás viable tiene dos variables: a) Enel diario salía una nota con este titular: “Elcannabis produce amnesia”. b) Efectivamentehabía fumado antes de hacer lascompras. <strong>La</strong> nota me distrajo y la marihuanaafectó mi memoria.Como toda droga, el cannabistiene poderes benéficosy virtuales peligros. Son comolas famosas contraindicacionesque leemos en losprospectos de los medicamentos.Y como exponerseal aluvión informativo de losmedios. En algún lado tambiéndebería decir: “Tomartanta (y mala) informaciónproduce amnesia”.A esta altura, el debatepodría centrarse en el derechoa informarnos fehacientementesobre todolo que consumimos y enel derecho a elegir quéqueremos hacer con nuestroscuerpos y nuestrasmentes.Debate elevadoDentro del ciclo de cine con debate que organiza<strong>La</strong><strong>Central</strong> en el Cineclub Municipal Hugo Del Carril,en junio se proyectó Super High Me, un documentalen formato de reality que cuenta las vivencias deun comediante de stand-up que se somete a una abstinenciade un mes y luego fuma durante otros treinta días.El antropólogo Gustavo Blázquez y dos representantes dela asociación Cogollos oficiaron de panelistas frente a un públicoactivo que evidenció la necesidad de informarse y discutir sin mitosni prejuicios.Blázquez planteó un eje distinto dentro de la usual controversia:“Es necesario recolocar el debate en otro lugar. Reclamar el placery empezar realmente a luchar por el placer. Pensar cómo nuestrosplaceres están siendo limitados todo el tiempo. Lo que se nosestá quitando es el derecho a tener placer. Podemos pensar en estasdrogas como tecnologías químicas del yo.El estado de conciencia en el que vivimos no esel único posible. Tenemos que explorar otros estadosde conciencia que nos permitan construirotras realidades”.Cogollos es una asociación civil cordobesa que militapor la despenalización del consumo de marihuana junto aotras organizaciones sociales, de profesionales, artistas y usuariosque organizan campañas de difusión, marchas, ferias, redes, espaciosde encuentro y expresión.En la web pululan sitios dedicados a la marihuana. Grandes marcasya diseñan sus productos con cáñamo. No pocos médicos lorecetan y defienden sus beneficios terapéuticos. Libros, películas,revistas; todos hablan de la marihuana. Sin embargo, la gran mayoríano la conoce.
WEEDS<strong>La</strong> búsqueda de la felicidadWeeds, la serie protagonizada por Mary-LouiseParker en el papel de una madre de clasemedia, cuarentona y reciente viuda que setransforma en dealer de porro con ciertas reservasmorales para “mantener su estilo devida”, propone varias lecturas. Puedeque hasta proponga una lectura diferentede la moral estadounidense,ridiculizada con poca sorna, por cadatemporada emitida. Y ya vancinco.Los detalles de la vida de los Botwiny de los personajes no tan secundarios—abusivos algunos, adictos otros, todostragicómicos— dan cuenta de las miserias ydeslealtades atípicas de cualquier grupo disfuncionalde la TV, desde los Palmer de TwinPeaks hasta acá.Está claro: <strong>La</strong> marihuana es el negocio familiary, por supuesto, ilegal; pero también esla bocanada que enfoca la acción apartir de un deseo mucho másconcreto y, por momentos,libertario: la búsqueda dela felicidad, esa que está escritaen la mismísima Declaración de la Independenciade los Estados Unidos.Así, por ejemplo, para Nancy la felicidad setraduce —a pesar de sus raptos narcisistas—en el bienestar de sus hijos. Para Doug, elempleado público chanta y fumón, se traduceen eso: fumar. Para Andy, en lograr el afectode su cuñada; colocado, por supuesto.Mientras que para Celia, la peor mejor amigade Nancy —personaje increíble, por lo decadente,de Elizabeth Perkins—, la búsquedareside en volver a ser esa persona aburguesada,frívola y segura previa a la clásica crisisde la mediana edad y, en lo posible, sinhijos."<strong>La</strong>s tiendas de porro medicinal son mejoresque ir a Ámsterdam porque no es necesariovisitar la casa de Ana Frank y fingir una tristezaextrema para poder fumar", le dice Douga Nancy en un capítulo, al explicarle las ventajasde un negocio en el que, al menos enla ficción, las apariencias tienen mucha relacióncon la cercanía o la lejanía de la buscadafelicidad.Julieta Fantini27
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