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numeros paginas - Revista La Central

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CARLOS RUBÍN, EL “MINISTRO”, COLECCIONISTA Y DIFUSORBLUES, SALVAJE BLUESPOR MARIANO BARSOTTI.. FOTOS DE ROCÍO YACOBONE. El hombre que más sabe sobre blues en Córdoba, y tal vez en laArgentina. El productor, musicalizador y conductor de dos sólidos programas radiofónicos especializados,empedernido atesorador de discos, ingeniero y experimentado profesor de apoyo universitario, inició susrespuestas a la empática indagatoria periodística sentenciando: “Si preguntás qué es el blues, no lo vas asaber nunca”. Sin embargo, como buen docente, brindó una estimulante pista para que sí lo sepamos.54Nacido en Buenos Aires a fines de los cuarentay criado en el cordobés pueblo deJustiniano Posse, Carlos Rubín alimentóa lo largo del tiempo una pasión que lo sobrepasa.Recuerda que la música lo acompañódesde siempre. Todos en su familia tenían unavinculación particular con ella. Su padre tocabael violín, pero el que lo marcó fue un tíoque tocaba el piano y que intentó en vanotransmitirle sus conocimientos. “Yo empecé aestudiar música pero El León de Francia mecagó la vida, loco”, confiesa. El León de Franciafue una historieta de la década del 50 quese volvió irresistible para Rubín. Tanto que abandonabasus clases para ir a comprarla y leerla.A cambio, El León de Francia le instaló un gustopor la literatura y, evidentemente, el placerde coleccionar.<strong>La</strong> pasión por la música lo transporta a su infancia,momento en el que quedó marcadopor una orquesta típica de su pueblo que conamplio criterio incorporaba al repertorio algode tango, canciones populares de la época yalgunos destellos de jazz. Allí se produjo el primerencuentro con el género que en la actualidadlo desvela, de la mano de un tema musicalelocuente: “Saint Louis Blues”.En la década del 60, Carlos comenzó sus estudiosuniversitarios para recibirse, años después,de Ingeniero Electricista Electrónico. Mástarde estuvo a punto de que le saquen el apéndicepara poder ir a trabajar en una base militaren la Antártida. Pero no fue, porque tan alsur no había blues. Se acuerda vivamente delCordobazo: “Los jóvenes de ahora no sabenEn su dormitorio conviven más de un millar de discos, un equipo demúsica, un discman y una espesa capa de tierra.nada, no han leído un libro, tienen actitudestotalmente egoístas”. Y no es prejuicioso, conocea los jóvenes. Desde fines de la décadadel setenta prepara alumnos en su propia academia.Juntadiscos“Creo que empecé a coleccionar a fines delos sesenta. Los dos primeros discos que compréen esa época fueron Bud Powell en Parísy Fats Waller, y aún los debo tener”. No resultadifícil imaginar a Carlos Rubín en su casa deAlberdi, refugiado en su dormitorio, donde convivenmás de un millar de discos, un equipode música, un discman y una espesa capa de

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