Eagleton, Terry ? Una introducción a la teorÃa literaria
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<strong>Terry</strong> <strong>Eagleton</strong> – <strong>Una</strong> introducción a <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong>mezquinas exigencias de los trabajadores en lo re<strong>la</strong>tivo a un nivel de vida decente o a un mayorcontrol de su propia vida, e incluso, con algo de suerte, hasta podría hacérseles olvidar esas cosas ysumergirlos en <strong>la</strong> profunda contemp<strong>la</strong>ción de verdades y bellezas eternas. La literatura inglesa, enpa<strong>la</strong>bras de un manual victoriano destinado a profesores de letras inglesas, ayuda "a promover <strong>la</strong>comprensión y <strong>la</strong> camaradería entre todas <strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ses". Otro escritor victoriano dijo que <strong>la</strong> literaturaabre "<strong>la</strong> región serena y luminosa de <strong>la</strong> verdad donde todos se encuentran y todos se espacianunidos", por encima "del humo y de <strong>la</strong> agitación, del ruido y del alboroto de una vida prosaicaplena de preocupaciones, negocios y polémicas". 9 La literatura entrenaría a <strong>la</strong>s masas para queadquiriesen el hábito del pensamiento y de los sentimientos pluralistas, y <strong>la</strong>s convencería de queexiste otro punto de vista además del suyo, es decir, el de sus amos. Las haría participantes de <strong>la</strong>sriquezas morales de <strong>la</strong> civilización burguesa, les infundiría inmenso respeto por los logros de <strong>la</strong>c<strong>la</strong>se media y, como <strong>la</strong> lectura es una actividad esencialmente solitaria y contemp<strong>la</strong>tiva, frenaría enel<strong>la</strong>s cualquier tendencia disolvente con miras a <strong>la</strong> acción política colectiva. Las haría sentirseorgullosas de <strong>la</strong> lengua y de <strong>la</strong> literatura de su nación. Aunque <strong>la</strong> poca cultura y <strong>la</strong>s <strong>la</strong>rgas horas detrabajo les impidan producir una obra <strong>literaria</strong> personal, siempre podrían so<strong>la</strong>zarse pensando queotros pertenecientes al mismo conglomerado -o sea, el pueblo inglés— sí habían producido obrasmagistrales. El pueblo, según un estudio de <strong>la</strong> literatura inglesa escrito en 1891, "necesita culturapolítica, es decir, instrucción en lo referente a sus re<strong>la</strong>ciones con el Estado, a sus deberes comociudadanos; hace falta impresionarlo sentimentalmente presentándole en forma vívida y atractivalos ejemplos heroicos y patrióticos de <strong>la</strong> leyenda y de <strong>la</strong> historia". 10 Todo esto, además, podíalograrse sin costo alguno y sin el trabajo que presupondría impartirles conocimientos sobre losclásicos. La literatura inglesa está escrita en el idioma que hab<strong>la</strong>n <strong>la</strong>s masas y por ello quedacómodamente a su alcance.Igual que <strong>la</strong> religión <strong>la</strong> literatura opera fundamentalmente a través de <strong>la</strong>s emociones y de <strong>la</strong>experiencia, por consiguiente, estaría admirablemente capacitada para realizar <strong>la</strong> misión ideológicaque abandonó <strong>la</strong> religión. En nuestra época, <strong>la</strong> literatura se ha convertido casi en lo contrario delpensamiento analítico o <strong>la</strong> investigación conceptual. Mientras que hombres de ciencia, filósofos yteoristas de <strong>la</strong> política soportan <strong>la</strong> carga de monótonos trabajos discursivos, los estudiosos de <strong>la</strong>literatura se han insta<strong>la</strong>do en el territorio, mucho más apreciado del sentimiento y de <strong>la</strong>experiencia. A quién pertenezca esa experiencia y de qué c<strong>la</strong>se sean esos sentimientos es cuestiónaparte. La literatura -a partir de Arnold— es enemiga del “dogma ideológico”-, actitud que quizáhubiera sorprendido a Dante, Milton y Pope. La verdad o falsedad de ideas tales como que losnegros son inferiores a los b<strong>la</strong>ncos importa menos que lo que se siente al experimentar esas ideasArnold, por supuesto tenía convicciones a <strong>la</strong>s que consideraba, igual que cualquier otro, comoposiciones razonables y no como dogmas ideológicos. Aun así, no incumbía a <strong>la</strong> literaturacomunicar directamente esas convicciones, por ejemplo, sostener abiertamente que <strong>la</strong> propiedadprivada es baluarte de <strong>la</strong> libertad. La literatura debe transmitir verdades intemporales, con lo cualdistraerá a <strong>la</strong>s masas de sus cometidos inmediatos, fomentará en el<strong>la</strong>s el espíritu de tolerancia ygenerosidad y asegurará <strong>la</strong> supervivencia de <strong>la</strong> propiedad privada. Así como Arnold intentó enLiterature and Dogma y God and the Bible diluir <strong>la</strong>s estorbosas minucias doctrinales del cristianismoen el cauce de sonoridades poéticamente sugerentes, <strong>la</strong> cucharada de <strong>la</strong> ideología c<strong>la</strong>semediera ibaa ser endulzada por el azúcar de <strong>la</strong> literatura.En otro sentido, también resultaba ideológicamente cómoda <strong>la</strong> naturaleza “experiencial” de <strong>la</strong>literatura. La “experiencia” no es únicamente <strong>la</strong> tierra natal de <strong>la</strong> ideología, el lugar donde echaraíces con mejores resultados. Además, en su modalidad <strong>literaria</strong>, constituye una especie desubstituto de <strong>la</strong> autorrealización. Si no se tiene dinero y tiempo para visitar el Lejano Oriente —excepto, quizá como militar a sueldo del imperialismo británico— se pueden “experimentar” desegunda mano esas tierras leyendo a Conrad o a Kipling. Esto, según algunas teorías <strong>literaria</strong>s,encierra mayor realismo que pasearse por Bangkok. Para <strong>la</strong> empobrecida experiencia de <strong>la</strong>s masas9 H. G. Robinson, “On the Use of English C<strong>la</strong>ssical Literature in the Work of Education”, Macmil<strong>la</strong>n´s Magazine 11 (1860), citadopor B<strong>la</strong>dick, “The Social Mission of English Studies”, p. 103.10 J. C. Collins, The Study of English Literature (1891), citado por Baldick, “The Social Mission of English Studies”, p. 100.20