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Eagleton, Terry ? Una introducción a la teoría literaria

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<strong>Terry</strong> <strong>Eagleton</strong> – <strong>Una</strong> introducción a <strong>la</strong> teoría <strong>literaria</strong>The Waste Land (La tierra baldía) en 1922, poema donde se sugiere que en los cultos de <strong>la</strong> fertilidadse encuentra <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ve de <strong>la</strong> salvación de Occidente. Desplegó sus técnicas escandalosamentevanguardistas enfocándo<strong>la</strong>s a metas totalmente de retaguardia, que arrancaban de cuajo <strong>la</strong>conciencia rutinaria con el fin de revivir en <strong>la</strong> sangre y en <strong>la</strong>s entrañas del lector un sentido deidentidad común.El concepto de Eliot acerca de que el lenguaje en <strong>la</strong> sociedad se había convertido en rancio einútil, inadecuado para <strong>la</strong> poesía, presentaba afinidades con el formalismo ruso. Por otra parte, locompartían Ezra Pound, T. E. Hulme y el movimiento imaginista. La poesía se había estancado enel romanticismo, convertido en sensiblería, en cuestión propia de mujeres, borbol<strong>la</strong>nte ydulzarrona. El lenguaje se había reb<strong>la</strong>ndecido y despojado de su virilidad. Hacía falta devolverlesu reciedumbre, darle consistencia de pedernal, restablecer su contacto con el mundo físico. Elpoema imaginista ideal consistiría de tres líneas de enjundiosas imágenes, comparable a unaescueta orden militar. Las emociones tenían algo de enredijo desaseado e inspiraban sospechas,formaban parte de una época caduca de sentimientos individualista-liberales y rimbombantes quedebían ceder el lugar al mundo mecánico y deshumanizado de <strong>la</strong> sociedad moderna. Para D. H.Lawrence <strong>la</strong>s emociones, <strong>la</strong> “personalidad” y el “ego” estaban igualmente desacreditados y teníanque ceder el paso a <strong>la</strong> fuerza imp<strong>la</strong>cable e impersonal de <strong>la</strong> Vida espontáneamente creadora. <strong>Una</strong>vez más aparecía <strong>la</strong> política detrás de <strong>la</strong> postura crítica: había llegado a su fin el liberalismo de <strong>la</strong>c<strong>la</strong>se media, y tendría que ser liquidado por alguna modalidad de <strong>la</strong> disciplina reciamentemasculina que Pound iba a descubrir en el fascismo.Scrutiny, por lo menos al principio, no tomó el camino reaccionario de <strong>la</strong> extrema derecha;por el contrario, represento, ni más ni menos, <strong>la</strong> última línea de defensa del humanismo liberal,preocupada (lo cual no ocurrió ni con Eliot ni con Pound) por el valor realmente único delindividuo y por el reino creador de lo interpersonal. Estos valores quedaban resumidos en <strong>la</strong> voz“Vida”, pa<strong>la</strong>bra a <strong>la</strong> que Scrutiny —mucho insistió en ello— consideraba indefinible. Si alguienpedía que expusiesen en forma razonada <strong>la</strong> teoría de su punto de vista, quedaba uno relegado a <strong>la</strong>stinieb<strong>la</strong>s exteriores: <strong>la</strong> Vida se sentía o no se sentía, no había término medio. La gran literatura seabría reverentemente ante <strong>la</strong> Vida; <strong>la</strong> gran literatura era capaz de demostrar lo que era <strong>la</strong> Vida. Eraun caso circu<strong>la</strong>r, intuitivo, a prueba de argumentos, donde se reflejaba el corrillo de los Leavis y desus partidarios. No se ac<strong>la</strong>raba de qué <strong>la</strong>do lo colocaba a uno <strong>la</strong> Vida en caso de huelga general;tampoco si el que <strong>la</strong> poesía celebrase su vibrante presencia era compatible con <strong>la</strong> aprobaciónotorgada al desempleo en gran esca<strong>la</strong>. Si <strong>la</strong> Vida obraba creadoramente en alguna parte, esta sehal<strong>la</strong>ba en los escritos de D. H. Lawrence, de quien Leavis se dec<strong>la</strong>ró campeón desde un principio.Por lo demás, <strong>la</strong> "vida espontáneamente creadora" al parecer coexistía con <strong>la</strong>s formas másvirulentas de <strong>la</strong>s cuestiones sexuales, del racismo y del autoritarismo, contradicción que perturbó amuy pocos de los del grupo de Scrutiny. Las características de extrema derecha que compartíanLawrence, Eliot y Pound —arrebatado desprecio por los valores liberales y democráticos,sometimiento servil a <strong>la</strong> autoridad impersonal— hasta cierto punto tachadas o suprimidas. Se suporeconstruir a Lawrence, presentarlo como humanista liberal, c<strong>la</strong>sificarlo como triunfante culmende <strong>la</strong> "gran tradición" de <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> inglesa, desde Jane Austen hasta George Eliot, Henry James yJoseph Conrad.Leavis atinó cuando percibió en el <strong>la</strong>do aceptable de D. H. Lawrence una vigorosa crítica a<strong>la</strong> inhumanidad del capitalismo industrial inglés, Lawrence, como el propio Leavis, era, entre otrascosas, heredero del linaje romántico decimonónico de quienes protestaban contra <strong>la</strong> mecanizadaesc<strong>la</strong>vitud del sa<strong>la</strong>rio (inherente en el capitalismo), su paralizante opresión social y sus efectosculturalmente devastadores. Ahora bien, como tanto Lawrence como Leavis rehusaban hacer unanálisis político del sistema al cual se oponían, se quedaron -exclusivamente- con sus discursossobre <strong>la</strong> vida espontáneamente creadora, cuyo estridente abstraccionismo fue creciendo a medidaque insistían en lo concreto. Al resultar cada vez más oscuro cómo el responder a Marvell duranteun seminario literario iba a transformar el trabajo mecanizado de los obreros, el humanismo liberalfue empujado a caer en brazos de <strong>la</strong> más insulsa reacción política. Scrutiny sobrevivió hasta 1978,pero en su última etapa <strong>la</strong> Vida encerraba, indudablemente, una feroz hostilidad contra <strong>la</strong>30

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