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Cuentos_del_Aranero_Libro

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FIDELUNO BARBUDOYo era un niño de ocho años, quizá menos, cuando comencé a oírhablar de un tal Fi<strong>del</strong>, de uno barbudo. Porque en mi casa, túsabes, en un pueblo muy pequeño, mi papá, maestro, muy dinámicosiempre. Era deportista, jugaba softbol, jugaba bolas criollas.Era parrandero, tenía muchos amigos, y la casa se la pasaba llenade amigos. Un tal John con una guitarra, y daban serenatas; mimamá a veces se ponía brava, ¿no? Y la casa de mi abuela, quequedaba ahí, yo vivía en la casa de mi abuela, a media cuadra. Unoestaba ahí, como dos casas en una.Llegaba mucha gente, mi tío Marcos Chávez, que era adeco ytrabajaba en Barinas, era romulero, sigue siéndolo. Él me dijo enestos últimos años: “Hugo, yo sigo siendo romulero, pero ahoraestoy contigo”. Romulero con Chávez. Y mi papá andaba con elgrupo aquel que se salió de Acción Democrática y formó el MEP,el Movimiento Electoral <strong>del</strong> Pueblo. Y unos amigos de mi papá sefueron para la guerrilla. Recuerdo que al médico <strong>del</strong> pueblo se lollevaron preso y después se fue para la guerrilla. El padrino de mihermano Nacho se fue para la guerrilla.Mi papá se la pasaba parrandeando en el botiquín de FranciscoOrta, en Los Rastrojos, a mí me gustaba ir con él. Me quedabaafuera jugando metras, pero escuchaba lo que allí hablaban los213

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