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Cuentos_del_Aranero_Libro

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DEL CUARTELLOS CENICIENTOSUno salía el sábado si pasaba la revista de la limpieza de armamento.¡Ay, ya, yai!, Primero los sábados había trote a las cincode la mañana, a veces al cerro. Los últimos veinte no salían para lacalle, se quedaban encerrados. Después <strong>del</strong> trote uno limpiaba elfusil. Uno le metía al fusil un guaralito por el ánima, la sacaba poraquí y le daba. Y otra vez “ra, ra, ras” con un poquito de aceite paraevitar que la pólvora se coma el cañón por dentro. Tenía que estarbrillante como un espejo. “¡Nuevo, limpie el ánima que no se vayaa comer la pólvora el cañón!”. Y había que limpiar el conjunto móvil,quitarle la corredera. “No se te olvide, nuevo, limpiar el guardamanopor dentro. Porque por ahí te van a pasar revista con un punzón yun algodón”. Si sacaba sucio, uno no salía para la calle.Así que después de pasar el trote, la limpieza y la revista <strong>del</strong>armamento, de los dos fusiles: el FAL, que es el de combate y elFN-30, el de desfile. Había que limpiarlos los dos, aunque el FALes el más complicado por las piezas modernas que tiene. El FN-30 esmucho más sencillo. Había que limpiar el dormitorio y ponerlobrillante, había que limpiar el escaparate y arreglarlo. A uno lepasaban revista de las franelas dobladitas, las medias, arreglar loslibros. Después de todo eso, a mediodía estaba uno rompiendo lamarcha a la calle.45

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