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no equivale necesariamente a lo que es más saludablepara mí. El “deber” también puede contemplar otrosvalores, como el placer que obtendré, los distintosprecios de las alternativas y demás. La nutrición serefiere a un valor (lo que es saludable), pero nada dicedel resto.El escepticismo correcto se aplica tanto a uno comoa los demás. Debo ser tan escéptico respecto de lasafirmaciones de certeza absoluta de los demás comode la veracidad de las mías.Desde ya, ese escepticismo no debe llevarnos aabandonar toda afirmación de conocimiento, perodebe redundar en una actitud de humildad. Sabiendoque los demás tienen las mismas dificultades almomento de determinar la verdad, también debemosesperar humildad de ellos.Aquí es donde la humildad nos empuja hacia elliberalismo. Si adoptamos un legítimo escepticismoacerca de nuestro saber, tanto de la verdad como delos valores, debemos considerar antes de obligar a alguienque pueda estar en desacuerdo con nosotrosa vivir según nuestras convicciones. Debemos tenerreparos, en otras palabras, antes de tomar un garroteo de llamar a la policía para que use los suyos.¿Por qué? Cualquier política puede resultar inadecuadao ineficaz, pero ¿acaso no podemos rectificarla?¿Y qué hay de los progresos que se pueden logrartratando de hacer del mundo un lugar mejor, ya seamediante nuestro propio uso de la fuerza o mediantela acción estatal, aunque de vez en cuando impliqueempeorar las cosas para algunas personas? Si esta-99