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Incluso con leyes claras, se necesitan jueces neutrales.Si un juez aplica una norma de una manera alos miembros de una familia y de forma diferente alos miembros de otra, ya no estamos ante una norma.Si el juez emite juicios a partir de sobornos o de lapresión política (lo que en algunos países se denomina“justicia telefónica”: el juez recibe un llamado del“Ministerio de Justicia”, por el que le informan cómodebe fallar), o por aspectos de raza, religión, idiomao procedencia étnica, o cualquier otra razón distintade la ley y los hechos concretos del caso, no estamosante un Estado de derecho. (Esto no equivale a decirque la función judicial es mecánica: hay espacio paraejercer la sabiduría práctica, o lo que en latín se conocíacomo prudentia y en griego como phronesis, peroesa sabiduría práctica no es arbitraria ni opuesta alas leyes, a diferencia de los sobornos, el racismo o el“amiguismo”.) La claridad de las normas, combinadacon una certeza razonable de que las normas se aplicaránde manera imparcial, es muy importante paracrear el marco de una sociedad justa.Sin embargo, el orden legal de una sociedad libreexige más que normas claras aplicadas imparcialmente.Exige también que las leyes definan y protejan esferasde discreción. Una persona libre, en el goce de suvida, su libertad y su propiedad, no puede “estar sujetaa la voluntad arbitraria de otra, sino que debe hacersu propia voluntad libremente”, como opinaba Locke 87 .Todos necesitan lo que Hayek denominaba “un dominioprotegido”, dentro del cual tomar decisiones. Sinese dominio, sería muy pobre o nula la innovación, es153