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Leer - Bibliothek der Friedrich-Ebert-Stiftung

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final de la tarde, para comenzar el lunes muytemprano una nueva semana.El salario promedio que se paga es menorque el mínimo nacional, según la Fe<strong>der</strong>aciónde Trabajadoras del Hogar de Bolivia (fenatrahob)estaría entre 400 y 500 bolivianos. Existen incluso casos extremos de salariosmenores que estos, casos de mujeres o adolescentesy niñas que no perciben remuneracióncon el pretexto de una relación de afinidad(padrinazgo de los empleadores). Con elargumento de que harán estudiar a la ahijadala ponen a trabajar, muchas veces sin cumplirsiquiera la promesa de enviarla a la escuela,porque ahí las niñas «se echan a per<strong>der</strong>, consiguennovio, se van por mal camino». En otroscasos, les pagan poco a poco para evitar quese vayan, por tanto ellas pierden la noción delmonto real de su salario.La intimidad del hogar, donde se realiza el trabajoasalariado doméstico, es un espacio quese presta para toda forma de violencia, desdemalos tratos, presión psicológica, amedrentamiento,manipulación de salarios, hasta violenciafísica y en ocasiones sexual, retenciónde documentos, hostigamiento para renunciara algunos <strong>der</strong>echos, jornadas prolongadasde trabajo, limitaciones en la alimentación,ambientes poco adecuados para el descanso(muchas no tienen un dormitorio, tienen queexten<strong>der</strong> un colchón o payasa en la cocina,un pasillo, debajo de la grada o en espaciosinverosímiles de la casa) que les impiden tenerun espacio de intimidad, no solamente para eldescanso sino para tener objetos personales,espacios de reflexión, lectura, esparcimientopropio y reservado, tan necesarios para la reposicióndel desgaste físico y emocional y eldesarrollo personal.1.2. Respeto a normas laboralesEl proceso de regulación del trabajo domésticotiene su origen más remoto en las disposicio-El salario mínimo es de 660 bolivianos, equivalentes a94 dólares.nes de las servidumbres personales de indiosque establecían el trabajo de las mitanis comoobligación de las mujeres indígenas de prestarservicios gratuitos a familias españolas, eclesiásticosy religiosos (hombres y mujeres), yafuera de manera obligatoria o voluntaria parapagar los tributos que les eran exigidos.Recién en 1939, cuando se adopta la Ley Generaldel Trabajo, se incluyó una regulaciónmínima, muy inferior en cuanto al reconocimientode <strong>der</strong>echos respecto a los demástrabajadores protegidos por esta norma, peroque visibilizaba y consi<strong>der</strong>aba a las trabajadorasdel hogar como asalariadas merecedorasde un trato como tales, pese a la discriminaciónlegal aún subsistente.Esta visión del reconocimiento de <strong>der</strong>echosmínimos que responde a la baja valoracióndel trabajo doméstico, ligada, como ya se dijo,al carácter natural del rol que se les asignaa las mujeres como responsables del trabajodoméstico, de la reproducción humana enel espacio doméstico privado, constituye labase subjetiva de la construcción ideológicadel <strong>der</strong>echo y las normas positivas, no solonacionales sino también de los instrumentosinternacionales.Un ejemplo que ilustra esto se encuentra enel texto de las convenciones americanas sobreConcesión de los Derechos Civiles y delos Derechos Políticos a la Mujer, respectivamente,que en su misma terminología condicionanuna concesión de <strong>der</strong>echos que supuestamentehacen los hombres (en vez <strong>der</strong>econocimiento, utilizado en otros instrumentosde <strong>der</strong>echos humanos), como un efecto demerecimiento frente al cumplimiento de estasu condición de responsable de la reproducciónde la vida doméstica, al expresar que «lamujer de América, mucho antes de reclamarsus <strong>der</strong>echos, ha sabido cumplir noblementetodas sus responsabilidades como compañeradel hombre». Esta frase más bien deslegitimay establece un plano de incontrovertiblediscriminación a las mujeres en su condiciónde sumisión y servicio al hombre como condiciónprevia a ser sujeto de <strong>der</strong>echos como serTrabajo doméstico: experiencias sobre regulación y sindicalización en BoliviaRosario Baptista Canedo31

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