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Nº 69, junio de 2010 15derechos humanosSabiendo tan poco de la vida, me contabanque los desaparecidos eran seres que estabansin estar. Yo recuerdo que pensaba enlos seres mágicos (dragones, gnomos, sirenas,magos…) que veía en mi cotidianeidadde juego (y que nunca me han abandonado),y los fui asimilando y trayendo a mi conocilosdesaparecidos del Palacio de JusticiaSentencias de muerteCamilo UmañaAb o g a d o"...El único abogado que tenía la legitimidad,la autoridad moral y el derecho para estarsenotificando en esta sala de la sentencia en elcaso del Coronel Plazas Vega, Eduardo UmañaMendoza, quien fue la persona que trabajótodas las pruebas, hizo las investigaciones,reunió a los familiares e hizo las denunciaspara que este caso por fin se conociera, nopuede hacerlo porque fue asesinado en suoficina 18 de abril 1998, dos meses antes queiniciaran las diligencias de exhumación de loscadáveres en el Cementerio del Sur...", JorgeMolano (abogado de parte civil).Para los y las familiares de losdesaparecidos del Palacio de JusticiaNacimiento y muerte son determinantes.Significan uno y otro extremo,delimitación. Las arenillas que semesen en los relojes.Poco después de nacido un algo conmocionóel ambiente que me rodeaba. Yo no sabíasino de madre y padre, pero se hablaba deun “palacio”, de la pobre gente, de guerra yde muerte y de balas y de una serie de cosasque en cierta medida me hubiera gustadonunca entender, haber proseguido en la ternuraindefinidamente, infinito.Cuando se es pequeño poco importan lasprofesiones, porque se quiere saltar, gritar,reír, llorar, correr; no importa el dinero porqueimportan las paletas y los patines; noimportan los museos sino esos sitios gloriososdonde hay árboles, y cucarrones, ycolumpios, y los siempre apreciados amigosde ocasión.Siempre veía a mi padre grandote, concorbatas desencajadas, oliendo a cigarrillocomo una chimenea ambulante. Me enteréentre los bordes de mi nobel vista queMaría Stella Jara, juez titular del Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado de Bogotá, quien encontrósuficiente responsabilidad por parte del oficial en la desaparición de por lo menos diez civiles, durante laretoma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985.mi padre cargaba un maletín rojo de cuerocon un cierre duro dorado porque allí teníahistorias e injusticias y que en su barba quepicaba cuando lo saludaba de beso yacía elimpulso, las palabras, la dicción de su justicia,su quehacer.Sabía muy poco de personas, porque el universodel niño se compone de figuras másíntimas, De personajes más que de personas.Entre esos figurantes uno está al tantode la palabra familia: hay viejitos y se llamanabuelos, hay jóvenes y se llaman primos, haycálidos y se llaman tíos.El problema de los nombres siempre se medificultó: la palabra familia se amplió en unabanico gigantesco, se pluralizó en la salamisma de mi casa. “Doctor, en la portería estála familia Guarín”, “Llegaron los Rodríguez,José Eduardo”… Había que preparar tinto,tener agua a la mano, pañuelos desechablesy un abrigo invisible de sonrisas y abrazos.Entre esas familias que no eran la propiasiendo la mía, había una presencia mística,siempre lo noté: de niño se es extraordinariamentelúcido y sensible.Se escuchaban los ecos en sus pasos, seveían en las flores siemprevivas de los homenajessus rostros, se gustaban en suslágrimas, se acariciaban en sus sombras:desaparecidos me explicaban.miento, paulatino, como una llovizna suaveque en un trueno arrecia.Esa presencia mística, poco a poco me llevóa entender la inmensa oportunidad que significaballegar a casa y poder abrazar a mi papáy a mi mamá; paso a paso fui comprendiendoque el amor y la vida son inasibles, vaporosos,cuestión de instante, pero que se sienten fuertescuando abrazas y vigorosos cuando besas,abundantes cuando recuerdas y generososcuando carcajeas, son la única experienciaque me llevaré de este mundo de muerte queinjustamente arrebata y arrebata.En medio de todo eso crecía en mí un adultoque no pude refrenar y que hoy en día se escapaen el golpe de vista del espejo. Supe quemi padre era amenazado, que lo hostigaban.Supe que caía muerto por balas asesinas.Supe que las familias que eran la mía corrierondespavoridas, como yo mismo lo hice, unoscon unos, otros con otros. Supe de miedo, dehuída, de dolor, desesperanza.Les digo, cada vez encajo más categoríasen mi pensamiento, pero al parecer cada vezcomprendo menos, no entiendo por qué muchosde ustedes no pudieron tener la oportunidadde continuar, por qué el aprendizajeha sido tan violento, por qué el sufrimientose ha extendido con tal facilidad, por qué laesperanza no ahoga el olvido, por qué yomismo no tuve la oportunidad.Hoy quería hacer este alto para comunicarmedesde la distancia de este escrito y contarlesque me acuerdo de ustedes, de sus rostros,de sus angustias, hoy quería recordar lo quesaben, que mi padre los llevó en el corazóny en el alma, que hoy es un día de coraje,que hoy hay una presencia más juntos conlos suyos: el mío.Hoy más vale morir por algo que vivir pornada.Idpac lamenta el fallecimiento del periodistaFernando Rodríguez NaranjoEl Instituto Distrital de laParticipación y AcciónComunal, Idpac, lamentael fallecimiento del periodistaFernando RodríguezNaranjo, quien trabajaba en laOficina de Comunicaciones dela Alcaldía Mayor de Bogotá.“Fue un gran hombre y ungran profesional, siempresencillo, diligente, amable,prudente, entusiasta, ético y leal. Maestro de periodistas enlos medios de comunicación y posteriormente en el sectorpúblico. Su trayectoria es ejemplo para las nuevas generacionesde comunicadores sociales. Extrañaremos siemprea Don Fernando”, dijo la Directora General del Idpac, OlgaBeatriz Gutiérrez Tobar.

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