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Tu fe te ha salvado - Universidad Rafael Landívar

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Jesús no se da por en<strong>te</strong>rado de ese rec<strong>ha</strong>zo, o, por mejor decir,responde, no siguiendo el juego, reactivamen<strong>te</strong>, sino desde símismo, y le dice que él le <strong>ha</strong> pedido lo que necesita y ella lepuede dar; y se lo <strong>ha</strong> pedido porque, si ella le pidiera a él lo queél le puede dar, que es más valioso aún, porque es agua vivacomo don de Dios, él se la daría. Él cree que ella puede procedercon él, como él está dispuesto a proceder con ella.La mujer se admira de ese tono, que deja atrás es<strong>te</strong>reotipos,que coloca el encuentro a un nivel en el que ella no es unasamaritana más, sino ella misma, y él tampoco es uno de tantosjudíos, sino esa persona única que <strong>ha</strong>bla con ella, entablandouna respectividad positiva y, digamos, incondicionada. Por esosien<strong>te</strong> respeto por quien se dirige a ella, a lo mejor de ella, y lollama “señor” y le pregunta si es mayor que su padre Jacob, yaque le puede dar agua viva, no agua empozada.Jesús le responde que quien bebe del pozo, solo sacia la sedmomentáneamen<strong>te</strong>, por lo que tiene que regresar siempre denuevo. En cambio, el agua que él ofrece forma dentro de lapersona un manantial que salta <strong>ha</strong>sta la vida e<strong>te</strong>rna. La mujerno entiende muy bien las palabras de Jesús; pero le parecesumamen<strong>te</strong> deseable <strong>te</strong>ner dentro de sí la posibilidad de saciarsey le pide de esa agua.Jesús, el sediento de agua, está aún más sediento de dar lasalvación definitiva del espíritu. Pero, en vez de darle el aguaque le <strong>ha</strong> ofrecido, le pide que llame a su marido y venga con él.Ella, desarmada, pero a la vez decidida a no perder esa altura delencuentro desde la verdad, le confiesa que no tiene marido. Jesúsle reconoce su sinceridad, su capacidad de exponerse, la libertad41

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