YO A ESO NO JUEGO
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Bullying y ciberbullying en la infancia<br />
Cuando haya más de un responsable debe buscarse la coordinación e intervención<br />
conjunta. Una de las claves de éxito de la lucha contra el acoso<br />
y ciberacoso es la implicación de los equipos directivos, haciendo de la convivencia<br />
pacífica en el centro una de sus máximas prioridades.<br />
El entorno familiar de los niños y niñas resulta esencial en el tratamiento<br />
de la violencia, tanto en el caso de la víctima como del agresor. Las familias<br />
son responsables de actuar, tanto en la prevención como en la atención primaria<br />
y el seguimiento de los casos de acoso y ciberacoso. Deben implicarse<br />
tanto en la protección y seguridad de la víctima como en el seguimiento<br />
de la conducta del acosador.<br />
Los propios niños y niñas son también parte responsable en las situaciones<br />
de acoso y ciberacoso. Ya sea en el rol de agresores o de testigos,<br />
tienen responsabilidad en el asunto, y concienciar sobre este punto servirá<br />
no sólo para luchar contra esta violencia desde todos los enfoques posibles,<br />
sino también como estrategia de empoderamiento para los niños y niñas,<br />
ya que les convierte en sujetos activos de derechos y responsabilidades.<br />
Así, los acosadores son responsables de los daños que provocan con su<br />
actitud y los testigos lo son de denunciar situaciones de violencia entre sus<br />
compañeros.<br />
El ciberacoso, como ya hemos señalado a lo largo de este informe,<br />
presenta una serie de particularidades que hacen que<br />
temas como la responsabilidad resulten especialmente problemáticos.<br />
Por un lado, nos encontramos con un entorno paradójico, en el<br />
que intimidad y publicidad se interrelacionan y se superponen de maneras<br />
inexistentes hasta el momento. Así, podríamos hablar de una esfera privada<br />
de audiencia pública. Por otro lado, las agresiones en este entorno se<br />
hacen normalmente desde cuentas privadas en plataformas públicas, y se<br />
producen físicamente en espacios de intimidad, como la propia casa, pero<br />
con una visibilidad que potencialmente puede alcanzar a todos los usuarios<br />
de las redes sociales. Así, hay una percepción de que el ciberacoso no es<br />
competencia del centro educativo sino de la familia, y se han presentado<br />
dudas sobre si la comunidad educativa debe intervenir en estos casos que<br />
no se dan físicamente en los centros. La respuesta es: considerando que las<br />
relaciones entre agresores y víctimas surgen en el contexto educativo, que<br />
los implicados son compañeros del centro, y por la gravedad que puede<br />
llegar a alcanzar esta forma de violencia, la comunidad educativa tiene la<br />
obligación ineludible de actuar.<br />
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