Revista Semana Santa de Mérida 2016

Semana Santa • Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional • Mérida 2016
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Cada uno tiene su momento. Cuando el capataz
levanta los faldones para ver a su gente y desearle
lo mejor del mundo para ellos y los suyos, de
escuchar por primera vez el sonido majestuoso del
martillo que al escuchar los tres golpes secos te estremece
porque otro año más nos vamos a la calle.
Cada uno tiene su momento. Cuando tras
escuchar el martillo, se pega al palo, mete riñones
y siente como todo lo que ha estado durante un
año esperando, está a punto de llegar.
Cada uno tiene su momento. Cuando aún
dentro de la Iglesia se produce la primera levantá
y recorre por su cuerpo el primer escalofrío, casi
la primera lágrima y nos quedamos inmóviles,
petrificados, como estatuas con la mirada fija en
la trabajadera de enfrente, esperando escuchar la
voz que nos haga comenzar con el izquierdo… y
sobre todo para salir SIEMPRE ELEGANTE a
Mérida para que se sienta el amor y la esperanza
por todos sus rincones, Mérida se enciende, se
ilumina, se maravilla por lo que va a vivir, se
conmueve por lo que va a experimentar.
Cada uno tiene su momento. Cuando te
diriges hacía las puertas que se abren, las
campanas doblan, los pies rachean, el paso se
mueve caminando hacías las puertas del templo,
y es entonces cuando comienzas a oler a cera, y
empiezas a escuchar las “voces” de las cornetas y
los redobles de tambores que, al compás de los
latidos de nuestros corazones, van multiplicando
los impulsos de fe y amor cristiano que, de alguna
manera, alguien de generación en generación nos
ha impulsado, sintiendo que ese día te está
observando desde el balcón del cielo.
Cada uno tiene su momento. Cuando una vez
en la calle el reflejo de la luz se nos mete en la
mirada a través de los respiraderos del paso y
sientes como la Semana Santa ya está aquí.
Cada uno tiene sus momentos. Cuando se
acerca a una de sus calles, de esas que guardan la
esencia y la intimidad de Mérida, de esas que hace
engrandecer aún más nuestras imágenes en sus
pasos, derrochando elegancia y poderío. Esas
calles de sentimientos a flor de piel, donde el reloj
es permisivo y aminora el paso de sus agujas.
Donde viene el señor revirando para encuadrarse
en la calle y empezar a faenar, para hacer llorar,
poner los vellos de punta porque viene andando
de frente como una persona más. Y tras Él, su
Madre, la Madre de Dios, al son de bambalinas,
la definición perfecta de finura.
Cada uno tiene sus momentos. Cuando te
encuentras casi sin fuerzas y en tu mente empieza
a fijarse una idea, llegar. Y, en cada paso que se
da, se va llenando el corazón de orgullo, y en el
interior aparecen nuevas fuerzas al saber que
encima se lleva el peso más liviano del mundo.
Cada uno tiene su momento. Cuando con el
paso de los años aprende y sabe por dentro lo que
en ocasiones, desde fuera, había parecido
exagerado, y es cuando valora las palabras del
capataz en el momento que se necesitan. Cuando
se quiere seguir pero sabes que hay que parar para
conseguirlo.
Cada uno tiene su momento. Cuando la cruz
de guía vuelve a las puertas de nuestras Iglesias…
y uno se da cuenta de que quedan escasos metros,
pero los suficientes para que haga eterno el llegar,
con paso firme y elegante, y escuchar al
compañero mandar “contando adoquines”, y se
deja el alma por la creencia en lo que lleva arriba
y saca fuerzas casi de donde no queda nada y al
compás de las marchas se alcanza las puertas de
la Iglesia.
Cada uno tiene su momento. Cuando viene lo
más difícil, la entrada de la imagen a su hogar…
y a son de marcha real se consigue entrar.
Cada uno tiene su momento. Cuando se
cierran las puertas, poniendo punto y final a una
semana cargada de sentimientos y emociones, de
recuerdos de seres queridos que un día nos
dejaron, pero que nunca se olvidan del corazón.
FINAL
…Y el reloj va marcando ya la hora del fin, y
nuestros titulares vuelven a su sitio, hasta que
llegue el próximo año. Un año nuevo donde
queda trabajo por delante, otro año para poder
vivir la Hermandad desde dentro todo ese tiempo,
una Hermandad conlleva trabajo y sacrificio
durante el año. Que nunca se nos pase por alto el
verdadero significado de Hermandad.
No deseo terminar sin volver a agradecer el
enorme esfuerzo y la pasión que ponéis en vuestro
empeño de hacer más grande nuestra cultura y
creencia, de sacar a las calles algo que por norma
se encuentra entre paredes y que es una puesta en
valor de muchos años de tradición, de nuestro
patrimonio, cultura y fe.
Me siento privilegiado al haber levantado esta
noche la mirada, y haberme visto acompañado de