Edición No 16
El arte es siempre el arte de lo absurdo, pues en lo inconsciente y tenebroso de lo humano es donde se expresan los elementos artísticos como símbolos de valor onírico...
El arte es siempre el arte de lo absurdo, pues en lo inconsciente y tenebroso de lo humano es donde se expresan los elementos artísticos como símbolos de valor onírico...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
En la puerta nos dio a cada uno un beso en la frente. Mi madre dijo que lo acompañaría<br />
para mostrarle el camino hasta la autopista y volvería en taxi. Pensé que nos pediría<br />
que nos despidiéramos mejor de lo que lo hicimos, pero sólo subió en el asiento del<br />
pasajero y nos hizo una seña con la mano mientras el Dacia retrocedía para bajar del andén.<br />
Mi hermana y yo salimos a tomar un par de cervezas en el Parque de Las Palmas<br />
y regresamos a mi casa en el último bus de Igsabelar. Un tipo se subió a vender revistas, y un pastor<br />
cristiano se nos sentó al lado. Éramos los únicos pasajeros, y el vendedor nos amenazó por no<br />
comprarle una edición amarillenta que tenía una entrevista, supongo sacada de Internet, a Victor<br />
Daville; el cristiano nos dio folletos de la Sagrada Iglesia del Reino. Era casi la una de la mañana.<br />
Mi madre llegó apenas unos minutos después y pasó directo a su cuarto. En el siguiente desayuno<br />
dijo “Deberían haberlo llamado ‘papá’. Está viejo y hace lo que puede para estar pendiente”.<br />
Ha pasado ya un cierto tiempo sin que tengamos noticias suyas. <strong>No</strong> creo que se<br />
haya muerto en la Costa, ni que las biopsias hayan dado positivas para cáncer. Mi hermana ha<br />
empezado a salir con un tipo que tiene también un Dacia. Mi madre dice que debe ser casualidad.<br />
Ricardo Abdahllah