NOVIEMBRE
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El filme que mejor representa la relación entre cine y política en la<br />
era neoliberal mexicana es Todo el poder, de Fernando Sariñana<br />
con la protesta en la plaza de Puebla al inicio de<br />
la película. Fons logró reactivar el poder político<br />
de un cine que llevaba dos décadas de crisis<br />
al crear tensión política y narrativa en un minimalista<br />
espacio de la Plaza de las Tres Culturas.<br />
Este arco histórico del cine mexicano participa de<br />
dos momentos particulares de la historia del cine<br />
en América Latina, en los cuales el medio operó<br />
como un espacio de formación pública. Por un<br />
lado, la llamada “época de oro” fue parte de una<br />
tendencia latinoamericana (visible también en<br />
el peronismo, por ejemplo) en la que el sistema<br />
de estudios tenía una relación orgánica con la<br />
formación de identidades nacionales y políticas<br />
conectadas con proyectos populistas y posrevolucionarios.<br />
La segunda, de la que México fue un<br />
partícipe marginal pero no irrelevante, es el llamado<br />
“tercer cine”, donde la irradiación política<br />
de la Revolución Cubana y del socialismo y comunismo<br />
en general crearon una atmósfera propicia<br />
para el cine comprometido.<br />
Aunque existen aún intentos de reactivar estos<br />
paradigmas en la época contemporánea (uno<br />
puede pensar en el cine de María Novaro como<br />
reactualización de la “época de oro” o el trabajo<br />
documentalista alternativo como una pervivencia<br />
del “tercer cine”), lo cierto es que el neoliberalismo<br />
cambió la infraestructura del cine mexicano<br />
de tal manera que agotó y volvió inoperantes<br />
las formas de relacionar cine y política que prosperaron<br />
en el siglo XX. Esto se debe a mi parecer<br />
a cuatro factores. En primer lugar, el neoliberalismo<br />
trae consigo un cambio radical en las audiencias<br />
del cine como resultado del cambio en la<br />
economía de la distribución. En unos pocos años<br />
en los noventa se pasó de un sistema centrado en<br />
salas propiedad del Estado y precios subsidiados<br />
de ingreso a la emergencia de un oligopolio (hoy<br />
duopolio) de exhibidores privados y boletos que<br />
a finales de los noventa costaban el equivalente<br />
a tres salarios mínimos y hoy cuestan un día del<br />
ingreso mínimo oficial. Como consecuencia, las<br />
LA REGIÓN SALVAJE (2016)<br />
FOLIOS | EDICIÓN ESPECIAL | <strong>NOVIEMBRE</strong> DE 2016 | 19