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Revista Sala de Espera Nro. 152

Portada Jonathan Moly

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ROSA DE LOS VIENTOS<br />

Hubo una vez cuatro reyes<br />

y tres piedras mágicas<br />

Por José Antonio Saenz<br />

“A pie<br />

vuelven los<br />

tres reyes,<br />

cabizbajos<br />

y afligidos,<br />

mientras<br />

camellos<br />

echados<br />

le hacen<br />

cosquillas<br />

al niño”.<br />

Mula y buey infun<strong>de</strong>n<br />

calor al pesebre<br />

que recrearía<br />

Francisco <strong>de</strong> Asís<br />

y negaría el papado.<br />

A comienzo <strong>de</strong> año -cada seis <strong>de</strong><br />

enero- muchos niños esperan regalos<br />

<strong>de</strong> Reyes en sus zapatos. Antes <strong>de</strong><br />

dormir <strong>de</strong>jan cuencos con agua para<br />

los camellos.<br />

Hubo una vez…<br />

La leyenda comenzó cuando<br />

Artabán (el cuarto Mago), <strong>de</strong>scubrió<br />

una ¿estrella? que quizá era<br />

alineación <strong>de</strong> Júpiter con Saturno.<br />

Este astrónomo persa, en las soleda<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l monte Usiíta, estudiaba los<br />

oráculos <strong>de</strong> Zoroastro que predicen<br />

el nacimiento “<strong>de</strong>l Socorredor, que<br />

hará la existencia radiante, sin envejecimiento<br />

y justa”.<br />

Artabán se disponía a seguir el<br />

lucero cuando llegaron emisarios<br />

<strong>de</strong> Balthasar, Melchior y Gaspar<br />

-‘magoi’ babilonios- citándolo en<br />

Borsippa, ciudad sagrada don<strong>de</strong> los<br />

antiguos habían erigido un Zigurat<br />

<strong>de</strong> siete pisos. Elige tres ofrendas<br />

para el Socorredor: un diamante<br />

<strong>de</strong> la isla <strong>de</strong> Méroe que neutraliza<br />

la maldad; el jaspe <strong>de</strong> Chipre que<br />

infun<strong>de</strong> el don <strong>de</strong> la Palabra y un<br />

rubí <strong>de</strong> las Sirtes que disipa tinieblas;<br />

luego espolea su caballo, abreva<br />

en el Éufrates y cabalga hasta<br />

tropezar con un apaleado ladrón <strong>de</strong><br />

caminos, a quien curó sus heridas y<br />

le obsequió el diamante que impi<strong>de</strong><br />

la felonía.<br />

Desencuentro<br />

Cuando llega a Barsippa, Artabán<br />

encuentra obeliscos y muros<br />

abandonados. Descubre un pergamino:<br />

Te esperamos en vano <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que salimos <strong>de</strong> Babilonia por la Puerta<br />

<strong>de</strong> Ishtar, la diosa que es tres en<br />

una. Síguenos. Que la estrella te guíe.<br />

Azuza su caballo, que ya no respon<strong>de</strong>.<br />

Prosigue a pie; cruza el <strong>de</strong>sierto<br />

<strong>de</strong>safiando tormentas <strong>de</strong> arena y<br />

llega -andrajoso- a Belén. No hay<br />

señal <strong>de</strong> los tres magos. Solamente<br />

el exterminio <strong>de</strong> recién nacidos por<br />

Hero<strong>de</strong>s. Artabán increpa al soldado<br />

que está por <strong>de</strong>gollar a otro<br />

pequeño y con el rubí que disipa<br />

tinieblas salva la vida infantil.<br />

Un general romano lo <strong>de</strong>scubre. Es<br />

encarcelado -durante treinta añosen<br />

Jerusalén. Allí le llegan rumores<br />

sobre un palestino judío que obra<br />

milagros.<br />

Milagro <strong>de</strong> pan, <strong>de</strong><br />

vino y <strong>de</strong> peces<br />

Al morir Juan el Bautista, el<br />

Maestro subió a una barca con<br />

María Magdalena y sus apóstoles.<br />

Or<strong>de</strong>nó a Andrés poner rumbo a<br />

la playa <strong>de</strong> Betsaida. Un gentío lo<br />

siguió por la orilla cargando a sus<br />

enfermos. El galileo pasó la mañana<br />

hablando en parábolas y dibujando<br />

en la arena, pues por ser carpintero<br />

no sabía leer ni escribir. Después<br />

preguntó a Felipe: "¿dón<strong>de</strong> conseguiremos<br />

pan, vino y pescado para dar <strong>de</strong><br />

comer a esta multitud? Ni doscientos<br />

<strong>de</strong>narios bastarían: cinco panes <strong>de</strong> cebada,<br />

una vasija <strong>de</strong> vino y dos pescados<br />

secos es cuanto tenemos para tres mil<br />

personas; solo un milagro los alimentará".<br />

El Maestro les pidió dividirse<br />

en grupos y que cada uno <strong>de</strong>positara<br />

sus provisiones en un claro al pie<br />

<strong>de</strong> la colina, don<strong>de</strong> él fue el primero<br />

en colocar sus panes, la vasija <strong>de</strong><br />

vino y dos pescados. Igual hicieron<br />

ten<strong>de</strong>ros y artesanos con sus viandas<br />

y los viñadores con sus odres.<br />

Los comerciantes que pasaban con<br />

carretas <strong>de</strong> víveres cedieron una<br />

parte. Los pobres aportaron lo que<br />

poseían: esperanza. Entonces or<strong>de</strong>nó<br />

repartir el inmenso acopio. Tres<br />

mil comieron y sobraron doce cestos.<br />

El milagro se había producido:<br />

la solidaridad <strong>de</strong>rrotó al egoísmo.<br />

¿Alucinación?<br />

Cuando Artabán fue liberado,<br />

volvió a escuchar <strong>de</strong>l extraño hombre<br />

que hablaba en parábolas. Su mano<br />

ya arrugada palpó el último regalo:<br />

el jaspe <strong>de</strong> Chipre que infun<strong>de</strong> el don<br />

<strong>de</strong> la Palabra. Deambulaba por Jerusalén,<br />

cuando anunciaron tres crucifixiones.<br />

Camino al Gólgota reparó<br />

en una niña ofrecida en subasta en<br />

el mercado <strong>de</strong> esclavos; compra su<br />

libertad con el jaspe y en ese instante<br />

una pedrada lo <strong>de</strong>rriba.<br />

Alucina una sombra infantil que<br />

susurra: “Tuve hambre y me diste <strong>de</strong><br />

comer, estuve enferma y me curaste,<br />

me hicieron prisionera y me liberaste”.<br />

Le pregunta: ¿cómo te llamas?<br />

no recuerdo haber hecho nada <strong>de</strong> eso<br />

por ti; y expira en brazos <strong>de</strong> la niña<br />

cuya libertad había comprado con su<br />

última ofrenda. Cree oír: “Me llamo<br />

como mi madre: María Magdalena.<br />

Y en verdad te digo que todo lo que<br />

hiciste por tus prójimos, lo hiciste por<br />

aquel que está en don<strong>de</strong> se posan los<br />

ojos <strong>de</strong> mi madre, al igual que ella<br />

estará siempre don<strong>de</strong> se posaban los<br />

<strong>de</strong> Él”.<br />

“A pie se vuelven tres reyes, cabizbajos<br />

y afligidos,<br />

mientras buey, asno y camellos le<br />

hacen cosquillas al niño”.<br />

8 <strong>Revista</strong> <strong>Sala</strong> <strong>de</strong> <strong>Espera</strong> • Edición Especial Digital

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