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conmemoración del milagro, fiesta que se mantiene en la actualidad con la salida en<br />
procesión de la Virgen sobre su carroza barroca, la misma que fue utilizada en la<br />
proclamación de Luis I como rey de España y donada por Felipe V a Sebastián de<br />
Flores para que sacaran en procesión a la Virgen de la Caridad, como se viene haciendo<br />
desde 1728.<br />
Así mismo acordaron la construcción de un retablo para poner en él la imagen de<br />
la Santísima Virgen de la Caridad.<br />
Me he permitido transcribir a continuación el documento que recoge el relato del<br />
milagro, si bien actualizando la ortografía y desarrollando las abreviaturas contenidas en<br />
el texto.<br />
''Es tanto lo que Dios estima y quiere la caridad que, según el<br />
evangelista San Juan en el capítulo cuarto de su sagrada historia, se da<br />
a Sí mismo ese atributo de ser la misma caridad, y una de las tres<br />
personas procede de la caridad del Padre y del Hijo, que es el Espíritu<br />
Santo, y así además, que el que está en caridad está Dios en él.<br />
San Pablo, escribiendo a los Gálatas dice que ''El que tiene<br />
caridad vive Dios en él'', y en la Vida de Cristo, nuestro bien, San<br />
Agustín dice: “No es trabajo lo que hace con amor y caridad”.<br />
Que olvidados pues de tan altos y superiores bienes estaban los<br />
vecinos de esta villa cuando podían conocer que estos nombres y<br />
atributos, que aún Dios tiene reservados para sí, permite, con el amor<br />
divino, goce su Soberana Madre. Pues teniendo en esta Iglesia<br />
parroquial un simulacro suyo, tan devoto como milagroso, con el<br />
nombre de Nuestra Señora de la Caridad, a quien antiguamente los<br />
devotos de la cofradía tuvieron formada, celebraron y exigieron obras y<br />
fervorosos celos a su santo servicio, amparando pobres con sus<br />
limosnas, acudiendo a los entierros de los difuntos con sus luces, tan<br />
resplandecientes por lo pío a los ojos de la Majestad Suprema, que sus<br />
visos sirven de abrasar los más tibios corazones por divinos secretos,<br />
pues, cuando lengua humana no tuvo el más mínimo, moviendo a<br />
refrescar la memoria a aquellos que tan del todo tenían olvidada esta<br />
santa cofradía y piadosos ejercicios, por lucir tanto a los ojos de Dios<br />
quiso, por investigables secretos, se volviese a reformar lo que<br />
indebidamente estaba sepultado en las urnas del olvido, así por la<br />
calamidad que los pobres (faltando el referido) padecían cuanto por lo<br />
deteriorada que estaba la devoción de su Sacratísima Madre de la<br />
Caridad, para lo cual tomó por instrumento, viendo faltaba la humana,<br />
que una lengua de hierro, a voces de metal, recuerde de tan indebido<br />
letargo los espíritus más tibios obrando el milagro siguiente:<br />
En el año del Señor de mil seiscientos cincuenta y dos, ocupando<br />
la silla pontifical Inocencio Décimo, la regía de las Españas, Felipe<br />
Cuarto el Grande, arzobispo de Toledo el Eminentísimo Señor Cardenal<br />
don Baltasar de Moscoso, Corregidor de esta villa Juan de Porres,<br />
escribano de su Majestad y receptor de sus consejos, juez de residencia<br />
Retablos de la Iglesia de San Juan Bautista de Camarena. Pág. 31