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RETABLOS DE LA IGLESIA DE CAMARENA 2017 v.2

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Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, en su artículo Evolución morfológica y<br />

estilística del retablo propone una periodización del retablo barroco español en tres<br />

fases: una primera etapa "prolongación del clasicismo" en el primer tercio del siglo<br />

XVII, la etapa de "retablo castizo" o "genuinamente hispánico" en la segunda mitad del<br />

siglo XVII -fase subdivida en una primera parte, caracterizada por las columnas<br />

salomónicas, y una segunda, por los estípites, y la etapa de "retablo rococó" en la<br />

primera mitad del siglo XVIII<br />

En base a esta clasificación, podemos señalar que el retablo de la Virgen del<br />

Rosario de Camarena, dada su fecha de ejecución, se encuadraría en la primera etapa del<br />

Barroco caracterizada por la perduración del clasicismo, en el primer tercio del siglo<br />

XVII. Sin embargo las características del retablo de la Virgen del Sagrario nos<br />

permitirían concluir que ya los primeros años del siglo XVII podrían considerarse como<br />

la fecha de creación y expansión del retablo barroco hispánico.<br />

El retablo barroco hispano de este momento, denominado por G. de Ceballos<br />

“retablo castizo” o “genuinamente hispano” recibía ese nombre porque apenas sufrió<br />

influencias exteriores y se gestó por entero dentro de la Península Ibérica. Se les<br />

conocía también como retablos dorados, porque fueron ricamente bañados con láminas<br />

de oro. No olvidemos que el oro, por su color, brillo y luminosidad, se volvió el símbolo<br />

de la luz celestial, del resplandor del sol, de la perfección divina, de lo superior, lo<br />

eterno, lo sublime. .<br />

Podemos comprobar a simple vista que los dos retablos barrocos de la iglesia<br />

parroquial, el de la Virgen del Rosario y el del Cristo con la Cruz a Cuestas,<br />

corresponden a este estilo ya que están construidos con madera recubierta con el<br />

precioso metal, con la finalidad de producir asombro y admiración en el espectador.<br />

Característico de este periodo, y también presente en el retablo de la Virgen del<br />

Rosario, era la utilización en un primer momento de la columna salomónica, cuyo fuste<br />

de cinco o seis espiras o revueltas resultaba mucho más vistoso que el clásico al estar<br />

cuajado de hojas de parra, racimos y pámpanos de vid tallados. Son varias las ocasiones<br />

a lo largo de este estudio que hemos mencionado que el origen del uso en España de<br />

las columnas salomónicas está en el baldaquino que construyó Bernini, en 1633, para la<br />

basílica de San Pedro, pero no hay que olvidar que la columna salomónica ya era<br />

conocida mucho antes.<br />

Observaciones como las anteriormente mencionadas nos llevan a pensar que el<br />

Retablo de la Virgen del Rosario tendría una mejor cabida en la etapa del retablo<br />

genuinamente hispano, que en la etapa anterior, caracterizada por la prolongación del<br />

clasicismo, en la que le encuadramos en función de su fecha material de ejecución. Pero<br />

una descripción más detallada del mismo, nos llevará a ratificarnos en esta propuesta.<br />

Ubicado originariamente en el antiguo convento de la Concepción, de los Frailes<br />

Mínimos de San Francisco de Paula , su ornamentación se compone de hojas de vid,<br />

pámpanos y otros motivos vegetales. Los contornos que sirven de marco a la imagen<br />

mantienen líneas ondulares y adornos protuberantes: en el Barroco existía la necesidad<br />

de ocupar los espacios; de ahí la gran cantidad de adornos.<br />

Daniel Cristóbal Morell Página 40

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