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esta edad temprana cuando el aún homínido deja de comportarse de forma<br />
pasiva y empieza a actuar. La palabra le sirve para organizarse y para<br />
manifestar su poder sobre las cosas y los demás seres que habitan en el<br />
mundo.<br />
Es el momento en que el hechicero hace suyas las palabras que los comunican<br />
con los espíritus, como más tarde lo hará el sacerdote para intermediar entre<br />
los dioses y los pueblos, y como miles de años más tarde lo harán las<br />
entidades del poder político y económico para ejercer su dominio en un<br />
mundo laico, donde las antiguas divinidades se baten en violenta retirada o se<br />
acomodan a una suerte de interesada funcionalidad emocional.<br />
<strong>El</strong> hombre, una vez en posesión y dominio de la palabra, inventa los dioses y<br />
les atribuye la Creación manifestando de este modo la debilidad de su<br />
condición humana; la desconfianza en sus fuerzas para resistir la atracción de<br />
la materia inerte y de las fuerzas de la oscuridad, la fealdad, el caos y el<br />
olvido; la atracción del abismo de silencio que anida en el origen, y la<br />
evidencia de los límites de su saber para explicar el misterio primordial.<br />
No obstante, entre la vulnerabilidad humana y las poderosas fuerzas que<br />
niegan u obstaculizan el saber, el propósito del poeta es preservar la función<br />
comunicativa del <strong>lenguaje</strong>; proteger la raíz conceptual de la palabra, pues ésta<br />
nos acerca a la verdad última y amplía el territorio de las libertades y justicia<br />
sociales.<br />
En este propósito el poeta no puede caer en la impostura, la ignorancia y la<br />
negligencia, porque ellas trastocan la realidad y permiten, por ejemplo, el<br />
imperio de un <strong>lenguaje</strong> corrompido en el que las guerras colonialistas son<br />
«preventivas» o «humanitarias», que las víctimas son «daños colaterales», que<br />
el genocidio es «limpieza étnica», el abuso, «responsabilidad», la invasión,<br />
«liberación», los países pobres, «países emergentes», y que «amor»,<br />
«solidaridad», «perdón», etc., sean meros esqueletos fonéticos cuya carnadura<br />
se pierde por el uso sin sentido verdadero de la acción y conducta que