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01-Corazon_elastico_-_Elena_Montagud

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¿no? Es lo que dice él. Para nosotros solo hay dos opciones: consumirnos en el<br />

deseo o destrozarnos.<br />

Y de repente, lo tengo sobre mí. Alzo un brazo y apoyo la mano en su pecho. Su<br />

corazón se desboca bajo mi palma. Y el mío, como sucedió ya alguna vez y<br />

siempre en presencia de él, quiere explotar. Estoy tan confundida que no caigo en<br />

la cuenta de que va a besarme hasta que sus labios se posan en los míos. Me los<br />

reclama con ímpetu, con rabia, con una urgencia que me impresiona. Me revuelvo<br />

un poco, aún con la mano en su pecho, contagiándome del palpitar de su corazón.<br />

Niego con la cabeza y, al fin, se aparta.<br />

—Dímelo con palabras, Blanca. Escúpeme a la cara que no quieres que te bese<br />

—repite con una fiera mirada.<br />

Aparto la mano y me la llevo a los labios, donde aún noto la presión de los<br />

suyos. Y algo en mí se derrumba. Es ese muro enorme que había construido, el<br />

que pensaba que era tan sólido. Me he topado de bruces con la verdad, y duele.<br />

Porque la verdad es que deseo tanto a Adrián que me escuece en la piel. Él divisa<br />

en mi rostro alguna señal porque, sin previo aviso, me atrapa de la cintura y me<br />

empuja contra el lavamanos con tanta fuerza que impacta en la pared. Me quejo<br />

levemente, pero no me da tiempo a nada más porque, de nuevo, sus labios me<br />

someten a un dulce tormento.<br />

Sus manos abandonan mi cintura y suben hasta mi rostro. Me sujeta por las<br />

mejillas y me las acaricia con las mismas ganas con las que me besa. La presión<br />

me hace daño, y un sinfín de hormiguitas me recorren de la cabeza a los pies. Sus<br />

dedos se deslizan hasta mi nuca. Me la masajea, me la aprieta, me tira del pelo.<br />

Abro los ojos y descubro que está observándome. Como entonces. Como<br />

cuando me besaba o me hacía el amor no solo con sus labios y con su sexo, sino<br />

también con sus ojos. Me inquieta reflejarme en su mirada y, al mismo tiempo, me<br />

libera, como si mi alma se descargara de un terrible peso.<br />

No quiero hacer nada más, únicamente sentirlo. Sentir sus manos perdiéndose<br />

en mi piel. Notar sus labios reconquistando los míos. Apreciar el calor que emana<br />

de todo su cuerpo. Ahora mismo ya no soy esa Blanca que lo maldijo muchas<br />

noches, sino esa otra que se reía con él, que lo ayudaba a resolver problemas<br />

matemáticos y que le pidió que le echara una mano para ser una nueva persona.<br />

Me toma en brazos y, de inmediato, abrazo con mis largas piernas su cintura y me<br />

aprieto contra él, para recordar lo que era la vida, la familiaridad, la paz. Se me<br />

escapa un profundo suspiro y Adrián sonríe en mis labios. Le dibujo la sonrisa<br />

con la lengua.<br />

Me saca del cuarto de baño y me lleva por el pasillo sin apenas esfuerzo, a

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