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01-Corazon_elastico_-_Elena_Montagud

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claro, mi familia está al descubierto y, además, Javi, en su mejor actitud de<br />

hermano tocapelotas, alza la mano para llamar su atención. Mi madre le da un<br />

golpecito en el antebrazo para que la baje. Ya da igual. Adrián nos ha visto. Dice<br />

algo a la chica y, a continuación, se levanta y camina hacia nosotros.<br />

—¡Adrián! —exclama mi madre en cuanto lo tiene al lado. Se incorpora y le da<br />

dos besos.<br />

—María… Qué guapísima estás esta noche. Si no fuera porque te conozco,<br />

pensaría que eres la hermana de Blanca y no su madre.<br />

Pongo los ojos en blanco. ¿Qué gilipollez es esa? Mi padre se echa hacia<br />

delante y le da la mano con una sonrisa. Javi se la choca y después mueve las<br />

cejas hacia arriba y hacia abajo. Sé que se está comunicando por señas y que en<br />

su lenguaje de Homo erectus le da a entender que la tía está buena.<br />

—Blanca nos ha traído a cenar —le informa mi madre.<br />

—Vaya, qué bien. —Adrián sonríe y sus paletas le rozan el labio inferior.<br />

Algo en el estómago me vibra. He cenado demasiado. Sí, debe de ser eso.<br />

—Qué casualidad que nos hayamos encontrado aquí. Y qué pena que hayas<br />

venido acompañado, porque si no te habríamos invitado a unirte a nosotros.<br />

—Mamá, lo raro sería que hubiese venido solo. —Javi la mira como si<br />

estuviera mal de la cabeza.<br />

Entonces Adrián fija su atención en mí. Para disimular ante mi familia, me<br />

incorporo con toda la rapidez del mundo sin reparar en que, justo en ese<br />

momento, él se ha inclinado para darme dos besos. Y claro, nuestras frentes se<br />

dan semejante hostión que hasta me rechinan los dientes. Ante la ridícula<br />

situación, Javi y mi madre se echan a reír. Hasta mi padre esboza una sonrisa.<br />

Adrián y yo nos miramos medio asustados, medio nerviosos. Y al final ni<br />

siquiera nos damos dos besos. Me apresuro a sentarme otra vez y a mirar al<br />

frente. Sin embargo, la mirada se me va a él. A su cuerpo enfundado en una bonita<br />

camisa Lacoste y unos vaqueros de lo más elegantes. El tatuaje de su brazo llena<br />

mis retinas y tengo que pasarme la lengua por los labios porque se me han secado.<br />

—Bueno, después de este inusual encuentro creo que me retiro. Mi<br />

acompañante me está esperando —se disculpa Adrián.<br />

—¿Es una amiga tuya? —le pregunta mi madre con todo el descaro.<br />

—Una de esas con derecho a roce, ¿no? —se burla mi hermano.<br />

Adrián tan solo sonríe, con sus dientes en el labio inferior, provocándome una<br />

sensación extraña en el pecho.<br />

—Mi hija y tú tenéis que sentar la cabeza. —Mi madre pone mala cara.<br />

—¡Deja al muchacho en paz, María, que está en edad de hacer lo que le dé la

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