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01-Corazon_elastico_-_Elena_Montagud

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—¿Qué gilipolleces estás diciendo ahora?<br />

Y al no obtener respuesta, supo que se trataba de un sí. Se levantó las gafas y se<br />

llevó la mano a los ojos para frotárselos en un intento por controlar las lágrimas.<br />

Lo consiguió. Adrián la estudiaba con el ceño fruncido y los labios apretados. Sin<br />

añadir nada más, dio media vuelta, dispuesta a marcharse de ese dormitorio al<br />

que quizá no regresaría jamás. Pero entonces, al ver la guitarra con el rabillo del<br />

ojo, una fuerza superior a ella la descontroló. Y decidió hacer algo que jamás<br />

habría imaginado.<br />

Se desabrochó el viejo vaquero, aún de espaldas a su amigo, y se lo bajó. Se<br />

deshizo de las sandalias y levantó un pie y otro para sacarse el pantalón. Entonces<br />

se volvió hacia Adrián y lo contempló vestida tan solo con sus feas bragas y con<br />

la camiseta. Él arqueó una ceja, soltó una risa amarga y negó con la cabeza.<br />

—¿Puede saberse qué haces? ¿Estás pirada o qué? —la increpó.<br />

Blanca no respondió, sino que llevó las manos a los bordes de la camiseta y se<br />

la subió hasta quitársela. Sus pequeños pechos quedaron al descubierto y, de<br />

inmediato, los pezones despertaron. Adrián la observaba boquiabierto. Ella<br />

continuó quieta, con los brazos pegados a ambos lados del cuerpo, mostrándose<br />

entera a él como no lo había hecho nunca. Estaba muerta de vergüenza y, a pesar<br />

de todo, por primera vez se sentía fuerte y bonita. Deseaba que Adrián se diera<br />

cuenta de que estaba abriéndose, desnudándose no solo de manera literal, no<br />

únicamente su cuerpo, sino también su alma. Era la única forma en la que sabía<br />

confesarle todo.<br />

—Entiendo —dijo Adrián al final con una sonrisa burlona—. Cada vez que te<br />

enfades conmigo, o que no te salgan las cosas bien… o simplemente cuando estés<br />

celosa, vendrás a provocarme, ¿no?<br />

No esperó a que su amigo la atacara más. Ni siquiera le importaban sus duras<br />

palabras porque, en el fondo, tras haber descubierto la partitura de su canción<br />

favorita, había comprendido que lo más probable era que Adrián también tuviera<br />

miedo. Tenía la esperanza de que, si no la quería, al menos la deseara, o bien que<br />

un pequeño sentimiento hubiera anidado en él.<br />

Se abalanzó sobre él sin más. Se aferró a su cuello y lo besó con todas sus<br />

ganas. Estaba demasiado excitada. La presencia de Adrián despertaba en ella<br />

sensaciones que ya no desaparecerían jamás. Necesitaba que la correspondiera,<br />

aunque solo fuera de ese modo. Sin embargo, su amigo la apartó y la miró como si<br />

estuviera loca.<br />

—No voy a ser tu objeto sexual. ¿Lo entiendes, Blanca? No puedes tratarme<br />

como te dé la gana y luego venir y fingir que no ha pasado nada.

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