EDICION 113

Psicología
Por Nilly Shefi de Czarninski
Psicóloga Clínica y máster en Terapia Familiar
¿A QUÉ LE
TEMEMOS LAS MUJERES?
Descubre cómo enfrentar tus temores
Los miedos, definitivamente, nos
limitan. Es por esto que es importante
que los entiendas para que
puedas combatirlos. Ten en cuenta
que muchos de tus temores tienen
que ver con tus pensamientos y
creencias más que con tu verdadera
“incapacidad” para hacerles frente.
Miedo al cambio
Cuando no te atreves a tomar decisiones
que implican dejar algo conocido
por algo incierto, aun cuando
eso conocido es algo que te hace
daño, no deja que te desarrolles o te
impide ser feliz. Por ejemplo, salir
de una relación de abuso, maltrato
o engaño o dejar un lugar de trabajo
donde eres mal-tratada o irrespetada
y eres capaz de soportar humillaciones
por temor a “perderlo todo”.
Si no puedes enfrentar nuevos desafíos
y prefieres permanecer en un
mismo sitio, porque “más vale malo
conocido que bueno por conocer” es
momento de que pienses que “no
hay peor acción que la que no se intenta”
y entiendas que el prerrequisito
para triunfar, para desarrollarte
y para que quieras sanamente a
otra persona (y que ésta te quiera a
ti) es, primero, quererte a ti misma.
Miedo a no lograr las
metas que te propones
Hasta no hace mucho tiempo, el
promedio de mujeres pretendía estudiar
algo sencillo, trabajar un
corto tiempo, conocer a un hombre
que “valiera la pena”, casarse, tener
hijos y dedicarse al hogar. Hoy, muchas
tienen otras ambiciones, como
estudiar una carrera interesante,
lograr una vida íntima intensa, realizarse
profesionalmente y alcanzar
independencia económica. Sin embargo,
pocas lo logran y muchas,
en cambio, se frustran en el camino
por temor a no poder conseguir sus
ideales.
Pero, ¿es real estar excelentemente
bien preparada académicamente,
ser extraordinaria profesional,
ejemplar ama de casa, madre, esposa
y llevar una plena vida social?
Es imprescindible que ordenes tus
ideas, priorices lo importante, destines
tus tiempos, jerarquices tus metas
y entiendas –como regla de vida–
que cualquier elección que hagas,
implica una pérdida. No se puede
todo, y, menos aún, todo a la vez. Si
quieres vivir en un lugar específico,
probablemente el tiempo que requieras
para llegar al trabajo será mayor
e, inevitablemente, regresarás a casa
mucho más tarde. Si quieres seguir
preparándote académicamente, es
posible que tengas que dejar de asistir
a reuniones sociales y a actividades
recreativas. Si tus hijos tienen
problemas en el colegio, tienes que
analizar si tu estilo de vida los afecta
y qué sería lo correcto y factible
modificar, etc. etc. etc.
Muchas veces, el miedo a no lograr
tus metas se debe a que éstas no son
reales o son imposibles de lograr, inmediatamente,
en su totalidad. Tus
aspiraciones y objetivos permitirán
que te desarrolles como persona, pero
esos objetivos tienen que ser alcanzables.
No puedes olvidar que, para no
caer, es preciso dar un paso a la vez.
Tienes toda una vida para lograrlo
con paso firme y seguro (ni siquiera
Dios creó el mundo en un día).
Miedo a quedarte soltera
No creo que se puede discutir con
muchos argumentos el temor a la
soledad, y coincido con que la soledad
es triste… pero, ¿es la compañía
de un hombre la panacea para evitarla?
¿Cuántas mujeres no se sienten
tremendamente solas teniendo
todos los certificados de matrimonio
civil y eclesiástico?
Hay muchas maneras de estar sola,
al igual que hay muchas maneras
de estar acompañada. El ser humano
es un “animal social”, es un ser
pensante, tiene capacidad de crear
y de hacer. Reducir el sentido de la
vida a la necesidad imperativa de
tener una pareja no es sano (y, en
vez de atraer a alguien, probablemente
lograrás lo contrario).
Tienes mil maneras de realizarte y
de llenar vacíos, nadie lo puede hacer
por ti. No es sano que pretendas
o creas que la función de una pareja
es completarte y, sin eso, nada tiene
valor. Busca en ti misma intereses,
actividades, entretenimientos que
te hagan sentir bien y sal así al
mundo. No esperes que otros llenen
tus vacíos. Probablemente, así llegará
alguien que quiera compartir
contigo la vida (no tendrá el peso de
pensar que su misión es “completarla”).
Y si no llega el “príncipe azul”,
tendrás una vida llena de múltiples
opciones que te den un lugar importante
y digno, aun cuando tu dedo
anular esté sin anillo.
F 22 Revista Mariela www.marielatv.com