EDICION 113

Psicología
Por Kiki García
La imagen en el espejo:
Una ventana a
nuestro interior
“No hay cristales de más aumento que los propios
ojos del hombre cuando miran su propia persona”.
Alexander Pope.
E
xisten muchos tipos de
espejos. Algunos de ellos
tienden a deformar tu
imagen; otros te hacen
ver bien, de acuerdo a la ubicación
y la posición de la luz del lugar;
otros tienen aumento y solo dejan
ver lo que consideras que son tus
defectos.
Un espejo, más que proyectar tu
apariencia externa, puede abrir
una ventana a tu imagen interna,
desnudar tus conflictos, necesidades
y temores.
No eres lo que ves, sino lo que sientes.
Esto es lo que realmente afecta
tu vida: la verdad sobre ti y el equilibrio
emocional al que debes llegar.
¿Cómo te proyectas? ¿Qué proyectas?
Cada ser humano es único en todo
lo que hace, vive y siente, inclusive,
en cómo cree que se proyecta ante
los demás. Esto no significa que la
forma de verse a sí mismo sea la correcta.
Permíteme ilustrarlo.
Hace un tiempo dicté un taller
práctico a un grupo de personas,
entre 16 y 55 años. El ejercicio
consistía en que, tanto hombres
como mujeres, debían ponerse
frente al espejo y decir cómo se
veían a sí mismos.
Curiosamente, descubrí que las
diferencias eran abismales entre
unos y otros:
Mujeres
Vannesa (19 años): “¡Ay
no!... ¡Qué gorda!, ¡no me maquillé!,
¡estoy muy pálida!”.
Luly (37 años): “¡Por Dios
Santo! ¡Qué horrible que
estoy! Es que hoy salí de afán
y tuve que ponerme lo que
encontré (un vestido)”.
María (53 años): “Definitivamente,
tengo que ir urgente
al gabinete, se han multiplicado
mis canas. Este lápiz
de labios no me combina, me
hace ver triste y mayor”.
Así fueron la mayoría de expresiones
y conclusiones de un grupo de
cuarenta mujeres. Un 95% consideró
que lo que veía en el espejo,
F 24 Revista Mariela www.marielatv.com