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Cuando el<br />
espíritu sangra<br />
rAFAeL LArA-mArTíNeZ<br />
Tecnológico <strong>de</strong> Nuevo México<br />
rafael.laramartinez@nmt.edu<br />
Des<strong>de</strong> Comala siempre…<br />
El ejemplo <strong>de</strong><br />
mi madre<br />
óScAr NÁjerA,<br />
Escritor y poeta<br />
era medio día y yo<br />
había salido temprano<br />
<strong>de</strong> clases, llegué al<br />
pequeño comedor que<br />
mi madre tenía. el<br />
comedor estaba ubicado cercano a<br />
un cine en una famosa avenida <strong>de</strong><br />
San Salvador. Un lugar don<strong>de</strong> el<br />
tiempo pasa como los gobiernos <strong>de</strong><br />
diferentes ban<strong>de</strong>ras, pero la pobreza<br />
se ancló, un país don<strong>de</strong> la injusticia<br />
llegó y se quedó.<br />
Me senté en una <strong>de</strong> las bancas<br />
en la acera frente al comedor,<br />
observaba a mi madre cocinar. ella<br />
siempre ponía mucho amor a la<br />
labor culinaria, era algo que sabía<br />
hacer muy bien, una habilidad<br />
heredada <strong>de</strong> mi abuela.<br />
l o s b u s e s p a s a b a n<br />
constantemente, pues ahí había<br />
una parada <strong>de</strong> autobuses...<br />
Cojute Cojute...gritaban los<br />
cobradores <strong>de</strong> las que se dirigían a<br />
la hermosa ciudad <strong>de</strong> las neblinas,<br />
pero también gritaban: Soyapango,<br />
ciudad Delgado, la Dina, Monserrat,<br />
etc. era un concierto <strong>de</strong> gritos<br />
ruleteros.<br />
Como fondo sonaba más <strong>de</strong> una<br />
rockola tocando música <strong>de</strong> bur<strong>de</strong>l,<br />
”música para borrachos” <strong>de</strong>cía la<br />
gente que pasaba caminando, y<br />
miraba con <strong>de</strong>spreció lo que solo<br />
podían ver frente a su nariz, pero<br />
no miraban más allá <strong>de</strong> lo que la<br />
sociedad percibe. no ven a las<br />
madres trabajadoras, hombres y<br />
mujeres con ganas <strong>de</strong> progresar y<br />
salir <strong>de</strong> esa pobreza inmensa.<br />
Mi madre había comenzado<br />
sus labores <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las cinco <strong>de</strong> la<br />
mañana, preparando el <strong>de</strong>sayuno<br />
para la primera venta <strong>de</strong> ese día, mis<br />
hermanos menores y mi hermana<br />
habían colaborado en esas labores<br />
antes <strong>de</strong> ir a la escuela.<br />
Posterior a eso, ella había ido<br />
al mercado a comprar todo lo<br />
necesario para el almuerzo y la cena<br />
<strong>de</strong> ese día.<br />
Mientras cocinaba, cantaba...<br />
su voz era bella, conocía la letra<br />
<strong>de</strong> muchas canciones populares <strong>de</strong><br />
su época <strong>de</strong> adolescente, así como<br />
la música que le gustaba a mis<br />
abuelos y la que estaba <strong>de</strong> moda en<br />
ese tiempo. Cantar era un escape<br />
para ella, era una distracción para<br />
olvidarse un poco <strong>de</strong> tanta pena..<br />
Comenzó a platicarme que<br />
había ahorrado para comprarse un<br />
par <strong>de</strong> zapatos, los que aparte <strong>de</strong><br />
necesitar le gustaban mucho, pero<br />
como no tenía el dinero suficiente<br />
para pagarlos, los obtuvo al crédito.<br />
Pagó la mitad y el resto lo pagaría en<br />
cuota con sus respectivos intereses.<br />
ella estaba muy contenta,<br />
cocinando, cantando y estrenando<br />
su nuevo par <strong>de</strong> zapatos.<br />
M i e n t r a s p l a t i c á b a m o s ,<br />
escuchamos un fuerte estruendo.<br />
El tráfico disminuyó al grado <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>tenerse, ya no pasaban ni buses<br />
ni otra clase <strong>de</strong> vehículos.<br />
Pensábamos que había sucedido<br />
un atentado.<br />
Minutos <strong>de</strong>spués empezaron<br />
a aparecer las primeras personas<br />
corriendo y el número rápidamente<br />
fue aumentando.<br />
“rápido comienza a guardar<br />
las cosas” me grito. ella creía que<br />
podría haber algún enfrentamiento<br />
entre los comandos urbanos y los<br />
soldados o policía, cosa que era muy<br />
común en esa época.<br />
Mientras guardábamos las<br />
mesas, sillas, etc. entre todas las<br />
personas que corrían, venía una<br />
señora <strong>de</strong> unos treinta años <strong>de</strong> edad,<br />
parecía secretaria porque portaba un<br />
uniforme, venía sin zapatos y quizá<br />
se había caído o estuvo cerca <strong>de</strong>l<br />
4 TreSmiL Sábado <strong>11</strong> / noviembre / <strong>2017</strong><br />
bombazo, porque estaba cubierta<br />
<strong>de</strong> polvo.<br />
Mi madre le habló, trató <strong>de</strong><br />
calmarla ya que la señora no sabía<br />
ni dón<strong>de</strong> estaba, le dio agua..<br />
Cuando la señora se calmó, mi<br />
madre le dijo cuál era el rumbo<br />
para don<strong>de</strong> ella tenía que dirigirse,<br />
a continuación mi madre se quitó<br />
sus zapatos nuevos y se los dio a<br />
la señora, fue una casualidad que<br />
calzaran la misma talla.<br />
la señora ya estaba más calmada<br />
y continuó su camino huyendo <strong>de</strong>l<br />
peligro.<br />
le pregunté a mi madre: ¿Por<br />
qué le dio los zapatos nuevos? ella<br />
me respondió: cuando regales algo,<br />
da lo que tienes no lo que te sobre.<br />
Fue a buscar sus viejos zapatos<br />
y continuó con sus labores.<br />
así era mi madre, una mujer con<br />
un carácter fuerte, pero muy noble,<br />
siempre ayudaba al que necesitaba.<br />
ese día aprendí una <strong>de</strong> las tantas<br />
lecciones <strong>de</strong> vida que me enseñó mi<br />
hermosa madre, una vez más vi lo<br />
noble que era...una madre abnegada<br />
que trabajaba para sus hijos.<br />
estábamos cerca <strong>de</strong> la guardia<br />
y la policía, los carros y pick ups<br />
<strong>de</strong> estos cuerpos <strong>de</strong> seguridad se<br />
movilizaban como hormigas locas.<br />
encendí la radio para enterarme<br />
<strong>de</strong> lo que ocurría.<br />
en el noticiero dijeron que<br />
habían <strong>de</strong>tonado una bomba en una<br />
se<strong>de</strong> <strong>de</strong> trabajadores organizados.<br />
Más tar<strong>de</strong> me enteré que habían<br />
asesinado a Febe.<br />
ese día apagaron la luz <strong>de</strong> sus<br />
hermosos ojos , callaron su bella y<br />
fuerte voz, estandarte <strong>de</strong> lucha y<br />
liberación <strong>de</strong> la clase obrera.<br />
los hijos <strong>de</strong> Febe quedaron<br />
en orfandad... Casi dos años más<br />
tar<strong>de</strong>, yo también <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> escuchar<br />
la angelical voz <strong>de</strong> mi madre.<br />
Llego temprano a casa apurada. Nada <strong>de</strong>tiene mi impulso. Ni siquiera<br />
la trabazón <strong>de</strong>l mediodía al birlar vehículos en oleaje. Las corazonadas<br />
no mienten. Como ese dichosofuí —ya no lo soy— que me <strong>de</strong>spierta al<br />
amanecer hace una semana. Vocaliza su augurio en el instante preciso<br />
en que la Estrecha Matutina anuncia el nixtamal. En pasta informe, la<br />
molienda <strong>de</strong> granos duros calca mi reflejo. La molicie <strong>de</strong> sentimientos<br />
se oculta en fuga. Cual Luna al horizonte. Su sombra es mi espejeo.<br />
La vidriera traslúcida <strong>de</strong>l cuerpo me <strong>de</strong>scubre el dolor. La prisa casi me<br />
vaticina el choque que esquiva el volante. Por el presagio <strong>de</strong> ave y astro,<br />
sé que el réquiem me advierte un riesgo bastante íntimo. Pero no el mío.<br />
De manera tan personal, la colisión se revierte. Del alma cercenada,<br />
sufro un aborto tardío e involuntario.<br />
En pausa menor, antes el <strong>de</strong>rrumbe sangriento me ocurría cada mes.<br />
Goteaba niños en potencia que surtían profusos al cuarto menguante.<br />
“Es lo natural”, me repetían, como si las faldas plisadas en uniforme <strong>de</strong><br />
colegio semejasen hojas marchitas por falta <strong>de</strong> lluvia. Las casas y las<br />
calles remedaran grutas <strong>de</strong> albergue y huellas <strong>de</strong> animales en la selva<br />
tupida. En quiste natural, el cuerpo se incrustaba en un caos social. Sólo<br />
la palabra y la pintura organizaban el mundo, aun si a veces lo hacían<br />
en imperativo. Acaso esa discrepancia me infundió un carácter irascible<br />
que anhelo refinar.<br />
Apurada llego a casa por fin. Gruñendo aún <strong>de</strong>l tráfico cuya constante<br />
trabazón enar<strong>de</strong>ce el ánimo. Llego a que el sobresalto se añada a mi<br />
estupor. Una luciérnaga roja, intermitente, me anuncia la tragedia.<br />
Doblo la esquina final y distingo la policía que me espera afanosa. Subo<br />
apresurada las gradas <strong>de</strong> la cochera a la casa y luego a los dormitorios<br />
<strong>de</strong>l segundo piso. Ahí aguardan dos agentes quienes me solicitan que<br />
certifique la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong>l cadáver oculto bajo una manta sobre la cama.<br />
Lo <strong>de</strong>stapan y vidriosa reconozco a mi hijo semi<strong>de</strong>snudo y flagelado.<br />
El cuerpo llagado <strong>de</strong> estrías en bermellón. Sembradas en lamento. Una<br />
baba azul le supura el idioma <strong>de</strong>l martirio. Sólo los labios arrugados<br />
insinúan la sonrisa grata <strong>de</strong>l abandono terrestre. Los <strong>de</strong>legados se<br />
marchan satisfechos <strong>de</strong> la técnica mo<strong>de</strong>rna. Por el certero examen<br />
químico <strong>de</strong> sangre. El veneno circula en cascada espumante. Surcos<br />
profundos listos a la siembra. A recibir en su hendidura la semilla<br />
próspera <strong>de</strong> lo sagrado. La <strong>de</strong>l seppuku o jisatsu. Así lo insinúa el<br />
espíritu a la <strong>de</strong>riva instantánea. En revoloteo estri<strong>de</strong>nte emigra en<br />
dispersión <strong>de</strong> torogoz al barranco. Junto a las taltuzas que excavan<br />
laberintos tersos hacia el inframundo <strong>de</strong>l entierro. Las nubes <strong>de</strong>spejan<br />
el cielo hasta darle cabida. En su ansía <strong>de</strong> recibirlo, alojan el dolor. Tal<br />
es su esperanza <strong>de</strong> reencarnarse en vuelo amplio. En vapor <strong>de</strong> bruma,<br />
el ánima se exilia <strong>de</strong> esta vida terrestre ya sin i<strong>de</strong>al. Salvo su vocación<br />
<strong>de</strong> neblina. Se disuelve entre las ramas esmeraldas, bajo el añil que las<br />
cobija. La equivalencia es fácil para quien opta por el celaje.<br />
Empero, yo persisto en esta pena terrestre, pese a la tentativa árida <strong>de</strong><br />
arraigar el <strong>de</strong>stierro perpetuo <strong>de</strong>l hijo amado. El dolor me fragmenta<br />
como un aborto involuntario, repentino. Cuando el espíritu sangra.<br />
Despedazado en el rastro <strong>de</strong> la utopía. Al perdurar, lamo suelos polvosos<br />
cuyos añicos ingiero en alimento. El recuerdo <strong>de</strong> la ayuda frustrada<br />
por el choque en espejeo <strong>de</strong> visiones encontradas. La disputa <strong>de</strong> los<br />
contrarios que se unen en el infinito <strong>de</strong> la Muerte. Vidas paralelas. La<br />
Muerte cala las entrañas en carcoma. Los huesos partidos; la médula<br />
rota.<br />
Hoy muere en mí un meollo ignorado. Sólo persevera aquella antigua<br />
ley <strong>de</strong> gravitación universal en el afecto. La gravedad y pesantez <strong>de</strong><br />
la lejanía generan la atracción. Si la ciencia reza “la unidad <strong>de</strong>l vector<br />
iguala la distancia dividida por la magnitud” —me repetía una amiga<br />
inclinada a la física— en <strong>de</strong>clive poético y romántico hoy le reclamo<br />
una lectura diversa. En su unidad estable, el amor equivale a la longitud<br />
que me separa <strong>de</strong>l amado dividida por la intensidad <strong>de</strong> mi cariño, en<br />
rectilínea hacia esa persona. La persona que recuerdo entre letras y<br />
óleos, pero sólo volveré a conversar con ella en la Muerte.