REVISTA CONSCIENCIA NO 31

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como un deseo sin espera, un brío sin sudor que demanda
resultados sin esfuerzos. Se ofrecen propósitos capaces de
movilizar afectos y pasiones en ámbitos que no tienen nada
que ver con lo que se puede consumir.
Autos, computadoras o teléfonos celulares y que funcionan
relativamente bien van a engrosar la pila de desechos con
pocos o ningún escrúpulos en el momento en que sus “versiones
nuevas y mejoradas” aparecen en el mercado y se
convierten en la comidilla de todo el mundo. ¿Acaso hay
una razón para que las relaciones de pareja sean una excepción
a la regla? (Bauman, 2012:24)
Aquí Bauman se refiere a los lazos que se establecen entre
los sujetos, lazo que hoy en día se volvió líquido, sin firmeza
y disoluble. Pero podríamos hacer un símil con aquella frase
romántica “hasta que la muerte nos separe” la cual ha pasado
su fecha de vencimiento y que en una versión moderna de
Heráclito sería la destreza en terminar rápidamente y volver
a empezar desde el principio.
¿Qué es lo que sucede? Una relación, al igual que a una
inversión, se le dedica tiempo, dinero y esfuerzos que se
hubieran podido destinar a otros propósitos, pero que no se
realizó esperando hacer lo correcto y que la esperanza de que
en determinado momento se le retribuiría con ganancias.
¿Cuál es la ganancia que el sujeto espera?
El beneficio esperado al modo en que lo describe Bauman es:
la cercanía de una mano que ofrezca ayuda en el momento
que más se necesite, que ofrezca socorro en el dolor, compañía
en la soledad, que ayude cuando hay problemas, que
consuele en la derrota y aplauda las victorias; y que también
ofrezca una pronta gratificación. (2012:25)
¿Qué significa esto a largo plazo?
¿Por qué jurar que será semper fidelis, en las buenas
y en las malas, en la riqueza y en la pobreza, “hasta
que la muerte nos separé” (Bauman, 2012:25) si los
intereses de su inversión es probable que fluctúen?
Repito: invertimos porque hay esperanza en una promesa
engañosa sostenida a que sea verdadera, pero
una relación siempre es insegura y está condenada a
seguir siéndolo aunque uno desee otra cosa.
Sumergirse dos veces en las aguas de un río y que sea la
misma, resulta una falacia, aunque la creemos, debido a que
consideramos que la inversión es importante: por ello “vivir
juntos” es un porque, no un para qué. Aun cuando para la
Iglesia doméstica cumpla cuatro funciones básicas, no está
de más la promesa de Dios a Abraham: “Multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del firmamento y como las arenas
del mar” (Génesis, 22:17). Era una bendición, mientras
que para esta época sería una maldición o amenaza.
Fotografía: Paulina Campos Ruiz
16 Revista ConSciencia de la Escuela de Psicología