12.03.2018 Views

El viaje de su vida

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

DRAMA DE LA VIDA REAL<br />

EL<br />

VIAJE<br />

DE SU<br />

VIDA<br />

Un taxista, <strong>su</strong> secuestrador<br />

y el inesperado momento<br />

en que se unieron.<br />

PAUL KIX, TOMADO DE GQ<br />

A WALMART”, dijo el hombre que se sentó en el<br />

asiento <strong>de</strong>l copiloto. <strong>El</strong> conductor, Long Ma, <strong>de</strong> 71 años,<br />

“LLÉVENOS<br />

reconoció la voz que había llamado para pedir el taxi y le<br />

había dicho que él y <strong>su</strong>s amigos estaban en un restaurante y querían<br />

ir a casa. Se llamaba Bac Duong. Habló en vietnamita, lengua<br />

materna <strong>de</strong> ambos. Tenía una barba <strong>de</strong> chivo entrecana; <strong>de</strong>stacaba


en <strong>su</strong> rostro <strong>de</strong>lgado y cansado. Eran<br />

las 9:30 <strong>de</strong> una fría noche <strong>de</strong> viernes<br />

en Santa Ana, California. ¿Ahora quieren<br />

ir <strong>de</strong> compras? ¿No que querían ir<br />

a casa?, pensó Ma, <strong>de</strong> complexión<br />

menuda y pelo y bigote gris. Estaba<br />

durmiendo, en piyama, cuando atendió<br />

la llamada <strong>de</strong> Duong y no se había<br />

molestado en cambiarse.<br />

Por el espejo retrovisor, Ma pudo ver<br />

a los amigos <strong>de</strong> Duong, callados en el<br />

asiento trasero: Jonathan Tieu, un granujiento<br />

veinteañero y Hossein Nayeri,<br />

un persa atlético con aire indiferente.<br />

ILUSTRACIONES: FRANCESCO FRANCAVILLA


SELECCIONES <br />

No encontraron lo que buscaban,<br />

así que le pidieron a Ma que los llevara<br />

a Target, tienda ubicada a 45<br />

minutos. <strong>El</strong> chofer no tenía forma <strong>de</strong><br />

saber que buscaban, con <strong>de</strong>sesperación,<br />

teléfonos, ropa y algo parecido<br />

a un plan. Por fin salieron <strong>de</strong> Target.<br />

—La casa <strong>de</strong> mi madre está a la<br />

vuelta —mintió Duong—. Llévenos,<br />

por favor.<br />

Las calles estaban oscuras y solitarias.<br />

Minutos <strong>de</strong>spués, Duong señaló<br />

una <strong>de</strong>teriorada plaza comercial:<br />

—Deténgase aquí —dijo.<br />

Mientras Ma estacionaba <strong>su</strong> Honda<br />

Civic, Tieu le dio una pistola a Duong,<br />

MA ESTABA CONVENCIDO DE<br />

QUE IBA A MORIR, PERO NO<br />

SABÍA CÓMO NI CUÁNDO.<br />

con la que apuntó al taxista. La mente<br />

<strong>de</strong> Ma se aceleró; Nayeri gritaba:<br />

—¡Pum, pum, viejo!<br />

Pasaron a Ma al asiento trasero.<br />

Ahora Tieu le apuntaba al abdomen<br />

con el arma. Nayeri saltó al asiento<br />

<strong>de</strong>l chofer y condujo hasta un motel.<br />

Cuando llegaron, Ma estaba convencido<br />

<strong>de</strong> que iba a morir, pero no<br />

sabía cómo ni cuándo. En una habitación<br />

estrecha, vio cómo Nayeri, quien<br />

sospechaba era el lí<strong>de</strong>r, se acostó cuan<br />

largo era en una <strong>de</strong> las dos camas. Le<br />

or<strong>de</strong>naron a Ma que compartiera la<br />

otra con Duong; Tieu dormiría en el<br />

<strong>su</strong>elo junto a la puerta, con la pistola<br />

bajo la almohada. Para Ma, no había<br />

escapatoria y, con el pavor que sentía,<br />

le era difícil conciliar el <strong>su</strong>eño.<br />

En la mañana, Duong encendió el<br />

televisor, don<strong>de</strong> vieron la noticia <strong>de</strong><br />

una fuga <strong>de</strong> la prisión.<br />

—¡Miren, somos nosotros!— gritó.<br />

Una foto <strong>de</strong>l archivo policial con<br />

la cara <strong>de</strong> los tres fugitivos ocupaba<br />

toda la pantalla. En ese momento, Ma<br />

se enteró <strong>de</strong> que buscaban a <strong>su</strong>s compañeros<br />

<strong>de</strong> habitación.<br />

SE HABÍAN FUGADO un día antes, el<br />

22 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2016. La huida inició<br />

luego <strong>de</strong> que Duong, tumbado<br />

en un catre <strong>de</strong> la celda <strong>de</strong>l Módulo<br />

F <strong>de</strong> la Prisión <strong>de</strong>l Condado<br />

<strong>de</strong> Orange, observara al<br />

guarda finalizar <strong>su</strong> recuento a<br />

las 5 <strong>de</strong> la madrugada.<br />

Enseguida tomó las herramientas<br />

que había estado<br />

reuniendo y caminó, sigiloso, hasta la<br />

parte trasera <strong>de</strong>l área <strong>de</strong> alojamiento,<br />

don<strong>de</strong> lo esperaban Nayeri y Tieu. Allí,<br />

escondidos tras una litera, aflojaron<br />

una rejilla con los utensilios. Atravesaron<br />

el hueco arrastrándose y avanzaron<br />

lentamente por un pasadizo<br />

metálico lleno <strong>de</strong> tubos y cables hasta<br />

que se toparon con un muro. Usando<br />

la tubería, escalaron un conducto <strong>de</strong><br />

ventilación que daba a una portezuela.<br />

La abrieron <strong>de</strong> un empujón.<br />

Ya en la azotea, ataron una cuerda<br />

<strong>de</strong> sábanas hechiza y <strong>de</strong>scendieron<br />

cuatro pisos. No sonó la alarma;


ninguna luz barrió el<br />

exterior. Lo habían conseguido.<br />

Estaban fuera.<br />

Supuestamente, los fugitivos<br />

fueron a visitar a<br />

unos amigos para que les<br />

dieran dinero. A las 9 <strong>de</strong><br />

la noche aún seguían en<br />

Santa Ana; necesitaban<br />

salir <strong>de</strong> allí <strong>de</strong> inmediato.<br />

Duong llamó a un servicio<br />

<strong>de</strong> taxi que se anunciaba<br />

en un periódico<br />

local vietnamita y Long<br />

Ma tomó la llamada.<br />

Los prófugos estaban<br />

fascinados con ver <strong>su</strong><br />

imagen en la televisión.<br />

Las fotos y los antece<strong>de</strong>ntes<br />

penales fueron<br />

la presentación que Ma<br />

tuvo <strong>de</strong> <strong>su</strong>s captores.<br />

Los tres estaban en prisión<br />

esperando a ser<br />

juzgados. Tieu, pre<strong>su</strong>ntamente,<br />

había participado<br />

en un tiroteo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

un coche que tuvo una<br />

víctima mortal; a Duong<br />

lo acusaban <strong>de</strong> haberle disparado en<br />

el pecho a un hombre tras una discusión.<br />

Y, bueno, Nayeri, era famoso.<br />

Cuatro años antes, siguiendo una<br />

corazonada que le <strong>de</strong>cía que el propietario<br />

<strong>de</strong> un dispensario <strong>de</strong> marihuana<br />

había enterrado un millón <strong>de</strong> dólares<br />

en el <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong> Mojave, Nayeri habría<br />

secuestrado al dueño y a <strong>su</strong> compañero<br />

<strong>de</strong> vivienda y los habría llevado<br />

en auto a don<strong>de</strong> se <strong>su</strong>ponía que estaba<br />

escondido el botín. Se dice que Nayeri<br />

y <strong>su</strong> banda le propinaron una <strong>de</strong>scarga<br />

eléctrica con una Taser al hombre, lo<br />

quemaron con una antorcha <strong>de</strong> butano<br />

y le echaron cloro en las heridas,<br />

entre otras torturas, todo en un intento<br />

fallido <strong>de</strong> encontrar el dinero.<br />

Cuando la víctima convenció a Nayeri<br />

<strong>de</strong> que no existía lo que buscaba,


SELECCIONES <br />

lo abandonaron para que se muriera.<br />

(Su compañero encontró ayuda y le<br />

salvó la <strong>vida</strong>.)<br />

A<strong>su</strong>stados, quizá, por la posibilidad<br />

<strong>de</strong> que la <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> Ma levantara<br />

sospechas, los fugitivos <strong>de</strong>cidieron<br />

que necesitaban otro vehículo. A<br />

la mañana siguiente encontraron una<br />

camioneta a la venta en Craigslist, sitio<br />

<strong>de</strong> Internet <strong>de</strong> anuncios clasificados.<br />

Duong tomó el auto para probarlo y<br />

luego se alejó sin más. Más tar<strong>de</strong>, se<br />

reunió con <strong>su</strong>s secuaces y fueron a una<br />

peluquería para cambiar <strong>su</strong> aspecto:<br />

Duong fue el más drástico: se afeitó la<br />

barba y se tiñó el pelo <strong>de</strong> negro.<br />

ÉL SABÍA QUE, SI LO MATABAN<br />

AHORA, LA HUÍDA DE SUS<br />

CAPTORES SERÍA MÁS FÁCIL.<br />

Al salir <strong>de</strong> la peluquería, Nayeri y<br />

Tieu <strong>su</strong>bieron a la furgoneta; Duong y<br />

Ma, al Honda Civic. Ya solos en el coche,<br />

Duong se relajó y hasta comenzó<br />

a charlar con el taxista en vietnamita;<br />

le preguntó sobre <strong>su</strong> <strong>vida</strong>. En un momento<br />

dado, incluso lo llamó “tío”,<br />

un término afectuoso que implicaba<br />

respeto. Pero Ma tenía <strong>su</strong>s reservas:<br />

Duong bien podría estar manipulándolo.<br />

Como siempre le había ocurrido<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que estaba en Estados Unidos,<br />

Ma <strong>de</strong>scubrió que <strong>su</strong> compatriota<br />

vietnamita era a quien más trabajo le<br />

costaba <strong>de</strong>scifrar.<br />

Des<strong>de</strong> que Ma llegó a California<br />

con <strong>su</strong> mujer y <strong>su</strong>s cuatro hijos, en<br />

1992, tuvo que esforzarse para <strong>su</strong>perar<br />

la adversidad. Había sido teniente<br />

coronel <strong>de</strong>l Ejército <strong>de</strong> Vietnam <strong>de</strong>l<br />

Sur durante la Guerra <strong>de</strong> Vietnam;<br />

aún conservaba las cicatrices físicas<br />

y emocionales <strong>de</strong> los siete años que<br />

pasó en un campo <strong>de</strong> concentración<br />

comunista. Debido a la guerra y a <strong>su</strong><br />

con<strong>de</strong>na a trabajos forzados, llegó casi<br />

dos décadas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la primera<br />

ola <strong>de</strong> inmigrantes que había abandonado<br />

Vietnam para buscar asilo en<br />

Estados Unidos.<br />

Durante años se empleó realizando<br />

diversos trabajos menores.<br />

Tiempo <strong>de</strong>spués admitió que<br />

<strong>su</strong>s hermanos (que habían<br />

llegado antes, se recibieron<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntistas y farmacéuticos,<br />

o fueron oficinistas exitosos)<br />

lo hicieron sentir avergonzado<br />

por lo poco que había<br />

logrado en la <strong>vida</strong>.<br />

Siempre habían estado muy justos<br />

<strong>de</strong> dinero y eso causaba muchas discusiones<br />

entre Ma y <strong>su</strong> esposa. Sabía<br />

que ella estaba <strong>de</strong>jando <strong>de</strong> respetarlo<br />

y que toda <strong>su</strong> familia lo notaba. Antes<br />

<strong>de</strong> per<strong>de</strong>r <strong>su</strong> dignidad por completo,<br />

<strong>de</strong>cidió irse <strong>de</strong> <strong>su</strong> hogar, en San Diego,<br />

sin dar ninguna explicación. Encontró<br />

un pequeño cuarto en una casa <strong>de</strong><br />

huéspe<strong>de</strong>s cerca <strong>de</strong> Santa Ana, 90 minutos<br />

al norte, e inició una <strong>vida</strong> solitaria<br />

como taxista, elección que parecía<br />

haberlo conducido al apuro en el que<br />

se encontraba.


DUONG CONDUJO EL auto a<br />

un nuevo motel, el Flamingo<br />

Inn, don<strong>de</strong> se encontrarían<br />

con Nayeri y Tieu. Los fugitivos no<br />

<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> reír, beber y fumar hasta<br />

bien entrada la noche, mientras se<br />

anunciaba en la televisión que la recompensa<br />

por cualquier información<br />

para facilitar <strong>su</strong> captura había aumentado<br />

<strong>de</strong> 20,000 a 50,000 dólares.<br />

Amaneció el domingo y Nayeri estaba<br />

más distante <strong>de</strong> lo habitual. Los<br />

captores <strong>de</strong> Ma bebieron y hablaron<br />

en tono imperioso. De pronto, Nayeri<br />

empezó a gritarle a Duong. La habitación<br />

se hizo pequeña y se inundó<br />

<strong>de</strong> gritos y tensión. Ma, con <strong>su</strong> inglés<br />

limitado, se dio cuenta <strong>de</strong> que la discusión<br />

giraba en torno a él. Llegó a la<br />

misma conclusión a la que los hombres<br />

tenían que haber llegado: si lo<br />

mataban ahora, podrían escapar más<br />

fácilmente. Ma vio cómo Nayeri volvía<br />

a señalarlo con el <strong>de</strong>do y le gritaba <strong>de</strong><br />

nuevo: “¡Pum, pum, viejo!”.<br />

Los fugitivos <strong>de</strong>cidieron que necesitaban<br />

dirigirse al norte, por lo que<br />

el martes por la mañana —el cuarto<br />

día <strong>de</strong> cautiverio <strong>de</strong> Ma— condujeron<br />

560 estresantes kilómetros hasta un<br />

motel en San José. <strong>El</strong> <strong>viaje</strong> <strong>de</strong>jó a Ma<br />

exhausto, y esa noche roncó tan fuerte<br />

que <strong>de</strong>spertó a Duong, quien dormía<br />

junto a él, pero no le dio un codazo<br />

para <strong>de</strong>spertarlo. Por el contrario, salió<br />

<strong>de</strong> la cama, teniendo mucho cuidado<br />

<strong>de</strong> no molestarlo, y se acurrucó<br />

en el <strong>su</strong>elo para que Tío pudiera <strong>de</strong>scansar<br />

plácidamente.<br />

Al día siguiente, Nayeri dijo que él y<br />

Tieu iban a dar una vuelta con Ma en<br />

la camioneta. Se estacionaron junto<br />

al mar en Santa Cruz; Ma creía que lo<br />

habían llevado allí para matarlo.<br />

Su paseo con Nayeri y Tieu comenzó<br />

sin rumbo fijo, y por eso a Ma<br />

le pareció aún más malintencionado.<br />

Nayeri lo hizo posar para tomarse<br />

unas fotos. Con el mar, la playa y el<br />

puerto <strong>de</strong> fondo, Nayeri actuó como<br />

si fueran amigos. ¿Qué está haciendo?,<br />

pensó Ma. Y eso fue todo… los tres regresaron<br />

al vehículo y luego al motel.<br />

Después <strong>de</strong> ver otra noticia sobre<br />

ellos en la televisión, Nayeri y Duong<br />

empezaron a gritarse. De repente,<br />

Nayeri volteó a ver a Ma y recorrió <strong>su</strong><br />

garganta con el <strong>de</strong>do índice. Esa fue la<br />

gota que <strong>de</strong>rramó el vaso por los días<br />

<strong>de</strong> furia y angustia: Nayeri y Duong<br />

rodaron por el <strong>su</strong>elo, uno encima <strong>de</strong>l<br />

otro. Nayeri quedó arriba y lanzó una<br />

serie <strong>de</strong> golpes directo a la nariz y la<br />

mandíbula <strong>de</strong> Duong, uno tras otro.<br />

Satisfecho, Nayeri se tranquilizó. Ambos<br />

respiraban con dificultad.<br />

Ma estaba aterrado. Pero Nayeri<br />

no tomó la pistola para dispararle<br />

al taxista, ni lo sacó <strong>de</strong>l cuarto para<br />

cortarle la yugular entre las sombras.<br />

Simplemente se retiró a un rincón. Pasaron<br />

otra noche observándose unos<br />

a otros y, cuando se fueron a la cama,<br />

el cuarto se llenó <strong>de</strong> frustración.<br />

Las noticias no mejoraron a la mañana<br />

siguiente, el séptimo día <strong>de</strong> fuga.<br />

Las fuerzas <strong>de</strong> seguridad estatales difundieron<br />

fotos <strong>de</strong> la camioneta que


SELECCIONES <br />

habían robado. Eso inquietó a Nayeri<br />

y a Tieu, quienes le dijeron a Duong<br />

que saldrían para llevar a polarizar las<br />

ventanas <strong>de</strong>l vehículo y a cambiarle la<br />

matrícula <strong>de</strong> circulación.<br />

Cuando los hombres salieron y la<br />

puerta se cerró, Duong se volvió rápidamente<br />

a Ma.<br />

—Tío, tenemos que irnos ya —lo<br />

apre<strong>su</strong>ró en vietnamita.<br />

EL TAXISTA VIO LA BONDAD<br />

QUE EL RESTO DEL MUNDO NO<br />

PODÍA SER CAPAZ DE VER.<br />

MA Y DUONG SE DIRIGIERON al <strong>su</strong>r<br />

en el auto <strong>de</strong>l taxista; Duong iba al volante.<br />

Cuando este le dijo “No temas,<br />

ya no estás en peligro”, Ma sonrió para<br />

sí mismo. Ya veremos, pensó. Gracias<br />

a las noticias que había visto, se enteró<br />

<strong>de</strong>l pasado <strong>de</strong>lictivo <strong>de</strong> Duong:<br />

una con<strong>de</strong>na por robo en San Diego<br />

en 1995, cuatro años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

conseguido la resi<strong>de</strong>ncia estadouni<strong>de</strong>nse;<br />

dos veces se <strong>de</strong>claró culpable<br />

<strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r cocaína; estancias en la prisión<br />

<strong>de</strong>l estado y, por último, en noviembre<br />

<strong>de</strong> 2015, el pre<strong>su</strong>nto intento<br />

<strong>de</strong> asesinato <strong>de</strong> un hombre tras una<br />

discusión en Santa Ana.<br />

Y, sin embargo, consi<strong>de</strong>rando el<br />

pasado <strong>de</strong> Duong, durante el tiempo<br />

que pasaron juntos mostró otra cara:<br />

la <strong>de</strong> un hombre con <strong>de</strong>fectos, pero<br />

compasivo. Ma había captado algunos<br />

<strong>de</strong>talles, no la imagen completa <strong>de</strong> la<br />

ardua <strong>vida</strong> <strong>de</strong> Duong. No se había<br />

dado cuenta <strong>de</strong> cómo la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

crónica que tenía a las drogas y lo que<br />

los amigos <strong>de</strong> Duong veían como trastornos<br />

mentales, lo habían orillado<br />

a llevar una <strong>vida</strong> <strong>de</strong>lictiva; a<strong>de</strong>más,<br />

aunque aún no lo sabía, Duong era<br />

padre <strong>de</strong> dos niños: Peter y Benny.<br />

Con los ojos llenos <strong>de</strong> lágrimas,<br />

Duong le confió a Ma que<br />

<strong>de</strong>testaba que <strong>su</strong>s <strong>de</strong>litos lo<br />

hubieran convertido en un<br />

marginado. Eso era lo más<br />

doloroso: no ser aceptado. Su<br />

padre no le hablaba y <strong>su</strong> madre<br />

estaba avergonzada <strong>de</strong> él.<br />

Unos pocos años antes,<br />

cuando acababa <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> prisión<br />

tras cumplir una con<strong>de</strong>na por posesión<br />

<strong>de</strong> drogas, Duong le había pedido<br />

a <strong>su</strong> amiga Theresa Nguyen y<br />

a <strong>su</strong> marido que lo acompañaran a<br />

casa <strong>de</strong> <strong>su</strong> madre porque quería que<br />

ella viera que también tenía amigos<br />

normales, le explicó a Nguyen. A ojos<br />

<strong>de</strong> <strong>su</strong> familia, nunca podría expiar <strong>su</strong>s<br />

faltas. Nguyen empezó a compren<strong>de</strong>r<br />

por qué Duong le <strong>de</strong>cía “hermana”,<br />

y también por qué le había llamado<br />

por teléfono el día en que <strong>su</strong> hija se<br />

graduó <strong>de</strong> la universidad, otra historia<br />

<strong>de</strong> <strong>su</strong>peración <strong>de</strong> inmigrantes: “Estoy<br />

orgulloso <strong>de</strong> ti, hermana”. <strong>El</strong>la era lo<br />

más parecido a una familia que tenía.<br />

Ma escuchaba, reticente, pero consciente<br />

<strong>de</strong> que, a veces, las personas<br />

necesitan más ser escuchadas que<br />

recibir con<strong>su</strong>elo.<br />

96 | 04•2018


Duong le contó a Ma que el plan<br />

<strong>de</strong> Nayeri era matarlo en la playa.<br />

Sin embargo, por algún motivo, no lo<br />

llevó a cabo. La brutal pelea <strong>de</strong> la noche<br />

anterior también había sido por<br />

Ma. Duong no podía tolerar que asesinara<br />

al taxista por los errores que él<br />

mismo había cometido.<br />

—Deberías entregarte —<strong>su</strong>girió Ma<br />

cuando finalmente habló.<br />

Duong no se opuso a la <strong>su</strong>gerencia.<br />

Estaba agra<strong>de</strong>cido porque Ma no<br />

lo había juzgado. No quería seguir<br />

llamándolo “tío”; dadas las circunstancias<br />

<strong>de</strong> la semana anterior, ahora<br />

quería <strong>de</strong>cirle “padre”.<br />

La propuesta conmovió a Ma, quien<br />

comprendió el compromiso cultural al<br />

que lo obligaba el apodo: tendría que<br />

llamar “hijo” a Duong, confiar en él e<br />

incluso quererlo. Eso lo a<strong>su</strong>stó. La <strong>vida</strong><br />

le había enseñado que <strong>de</strong>bía ser cauto<br />

con el cariño. No obstante, cuando<br />

miró al hombre <strong>de</strong>shecho junto a él,<br />

trastornado y con la cara magullada<br />

por la riña con Nayeri, vio la bondad<br />

que el resto <strong>de</strong>l mundo no parecía po<strong>de</strong>r<br />

ver. Eso lo estremeció.<br />

—Sí —contestó Ma—. Pue<strong>de</strong>s llamarme<br />

“padre”; yo te llamaré “hijo”.<br />

Tras horas en la carretera, se <strong>de</strong>tuvieron<br />

en un taller mecánico en Santa<br />

Ana. Ma entró al lugar como le había<br />

sido indicado; Duong se quedó en el<br />

auto. Al poco tiempo, el taxista volvió<br />

con una mujer, quien se asomó <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong>l coche. Duong empezó a llorar.<br />

—Hermana —le dijo a Nguyen—,<br />

estoy cansado.<br />

DUONG SE ENTREGÓ y, al día<br />

siguiente, Tieu y Nayeri fueron<br />

arrestados en San Francisco<br />

luego <strong>de</strong> que la policía fuera alertada<br />

<strong>de</strong> que <strong>su</strong> camioneta estaba estacionada<br />

en una calle <strong>de</strong> la ciudad. Ma<br />

volvió a <strong>su</strong> pensión. Nadie había informado<br />

<strong>de</strong> <strong>su</strong> <strong>de</strong>saparición.<br />

Aunque Duong está en la cárcel <strong>de</strong><br />

nuevo, siguen en contacto; y, pese a<br />

que el taxista no cuenta con mucho<br />

dinero, le ha <strong>de</strong>positado un poco a<br />

<strong>su</strong> cuenta <strong>de</strong> la prisión. Ma incluso<br />

ha visitado al hombre que lo secuestró.<br />

La última vez que fue, observó a<br />

través <strong>de</strong> la mampara <strong>de</strong> cristal cómo<br />

Duong, vestido con un uniforme color<br />

naranja, hizo una reverencia al verlo.<br />

—¡Papi Long! —lo saludó Duong.<br />

Durante la media hora que duró<br />

la visita, lloraron silenciosamente y<br />

hablaron en <strong>su</strong> lengua materna <strong>de</strong>l<br />

vínculo que los había ido uniendo<br />

durante la semana que pasaron juntos.<br />

Ambos estaban muy agra<strong>de</strong>cidos<br />

y sorprendidos por la posibilidad <strong>de</strong><br />

ser amigos. Especialmente Ma. Fuera<br />

lo que fuera que hubiera esperado<br />

aquella oscura y fría noche cuando<br />

salió <strong>de</strong> <strong>su</strong> casa en piyama, no era<br />

esto. A don<strong>de</strong> sea que pensara que lo<br />

llevaría ese <strong>viaje</strong>, no era a este lugar.<br />

Mientras Ma observaba a través<br />

<strong>de</strong>l cristal <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> visitas, se dio<br />

cuenta <strong>de</strong> que Duong le había salvado<br />

la <strong>vida</strong>, e incluso rescatado el alma.<br />

—Hijo mío —le dijo Ma a Duong<br />

—mientras sigas vivo, yo te rescataré<br />

tal como tú me rescataste a mí.<br />

TOMADO DE GQ (I-V-2017). © 2017 POR PAUL KIX, GQ.COM.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!