Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
DUONG CONDUJO EL auto a<br />
un nuevo motel, el Flamingo<br />
Inn, don<strong>de</strong> se encontrarían<br />
con Nayeri y Tieu. Los fugitivos no<br />
<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> reír, beber y fumar hasta<br />
bien entrada la noche, mientras se<br />
anunciaba en la televisión que la recompensa<br />
por cualquier información<br />
para facilitar <strong>su</strong> captura había aumentado<br />
<strong>de</strong> 20,000 a 50,000 dólares.<br />
Amaneció el domingo y Nayeri estaba<br />
más distante <strong>de</strong> lo habitual. Los<br />
captores <strong>de</strong> Ma bebieron y hablaron<br />
en tono imperioso. De pronto, Nayeri<br />
empezó a gritarle a Duong. La habitación<br />
se hizo pequeña y se inundó<br />
<strong>de</strong> gritos y tensión. Ma, con <strong>su</strong> inglés<br />
limitado, se dio cuenta <strong>de</strong> que la discusión<br />
giraba en torno a él. Llegó a la<br />
misma conclusión a la que los hombres<br />
tenían que haber llegado: si lo<br />
mataban ahora, podrían escapar más<br />
fácilmente. Ma vio cómo Nayeri volvía<br />
a señalarlo con el <strong>de</strong>do y le gritaba <strong>de</strong><br />
nuevo: “¡Pum, pum, viejo!”.<br />
Los fugitivos <strong>de</strong>cidieron que necesitaban<br />
dirigirse al norte, por lo que<br />
el martes por la mañana —el cuarto<br />
día <strong>de</strong> cautiverio <strong>de</strong> Ma— condujeron<br />
560 estresantes kilómetros hasta un<br />
motel en San José. <strong>El</strong> <strong>viaje</strong> <strong>de</strong>jó a Ma<br />
exhausto, y esa noche roncó tan fuerte<br />
que <strong>de</strong>spertó a Duong, quien dormía<br />
junto a él, pero no le dio un codazo<br />
para <strong>de</strong>spertarlo. Por el contrario, salió<br />
<strong>de</strong> la cama, teniendo mucho cuidado<br />
<strong>de</strong> no molestarlo, y se acurrucó<br />
en el <strong>su</strong>elo para que Tío pudiera <strong>de</strong>scansar<br />
plácidamente.<br />
Al día siguiente, Nayeri dijo que él y<br />
Tieu iban a dar una vuelta con Ma en<br />
la camioneta. Se estacionaron junto<br />
al mar en Santa Cruz; Ma creía que lo<br />
habían llevado allí para matarlo.<br />
Su paseo con Nayeri y Tieu comenzó<br />
sin rumbo fijo, y por eso a Ma<br />
le pareció aún más malintencionado.<br />
Nayeri lo hizo posar para tomarse<br />
unas fotos. Con el mar, la playa y el<br />
puerto <strong>de</strong> fondo, Nayeri actuó como<br />
si fueran amigos. ¿Qué está haciendo?,<br />
pensó Ma. Y eso fue todo… los tres regresaron<br />
al vehículo y luego al motel.<br />
Después <strong>de</strong> ver otra noticia sobre<br />
ellos en la televisión, Nayeri y Duong<br />
empezaron a gritarse. De repente,<br />
Nayeri volteó a ver a Ma y recorrió <strong>su</strong><br />
garganta con el <strong>de</strong>do índice. Esa fue la<br />
gota que <strong>de</strong>rramó el vaso por los días<br />
<strong>de</strong> furia y angustia: Nayeri y Duong<br />
rodaron por el <strong>su</strong>elo, uno encima <strong>de</strong>l<br />
otro. Nayeri quedó arriba y lanzó una<br />
serie <strong>de</strong> golpes directo a la nariz y la<br />
mandíbula <strong>de</strong> Duong, uno tras otro.<br />
Satisfecho, Nayeri se tranquilizó. Ambos<br />
respiraban con dificultad.<br />
Ma estaba aterrado. Pero Nayeri<br />
no tomó la pistola para dispararle<br />
al taxista, ni lo sacó <strong>de</strong>l cuarto para<br />
cortarle la yugular entre las sombras.<br />
Simplemente se retiró a un rincón. Pasaron<br />
otra noche observándose unos<br />
a otros y, cuando se fueron a la cama,<br />
el cuarto se llenó <strong>de</strong> frustración.<br />
Las noticias no mejoraron a la mañana<br />
siguiente, el séptimo día <strong>de</strong> fuga.<br />
Las fuerzas <strong>de</strong> seguridad estatales difundieron<br />
fotos <strong>de</strong> la camioneta que