Edición 88

DE LIBROS Y PELÍCULAS
DE LIBROS Y PELÍCULAS
¿Qué dijiste, amor?
Víctor Hugo Chávez
Estudiante de animación y arte secuencial.
Escritor.
Facebook: victorhugochavezblog
v918@hotmail.com
Una vez me preguntaron qué pensaba cuando veía pasar
a mi novia; cuando acordábamos encontrarnos las
miradas en un punto específico ignorando al mundo.
Para ser franco, esa persona me dejó pensando, pues no era
algo que me pusiera a analizar mucho; yo sólo sentía lo que
sentía cuando la veía, me dedicaba a sentirlo y ya. Por eso fue
que un buen día, con tiempo libre y sin ganas de tenerlo, dediqué
un café entero a analizar y recapitular mis sentimientos
cuando ella llegaba.
Les explicaré: un par de días antes acordamos vernos junto
a un árbol frondoso cerca de su casa, y entre suspiros y miradas
en un clima de acuarela fue que la vi llegar. Entonces,
como en una avalancha, supe qué pensaba yo… y qué iba a
escribir esta tarde. Porque uno tiene que escribir sobre lo que
ama, y uno tiene que amar lo que escribe, así decía Ray Bradbury.
Por eso es que ahora mismo escribo sobre ella, porque
la amo más que a nada, y porque hoy sé qué siento cuando
la veo llegar. Y sé, también, que no puedo quedarme con
todo el azúcar del mundo para mí, pues el mundo necesitaba
saber, necesita saber esas cosas...
Caminando venía, brincando entre charcos de cielo en una
acera muy lisa.
Ahí va mi niña, pensé, como si no afectara a todo el mundo
con su sonrisa, caminando bajo la lluvia con su blusa floreada
y con mi vida como cinturón. Ahí va, con el cabello atado,
cual si se le fuera a escapar como golondrina; mostrándole a
un mundo seco lo que es el color verde tras aquel escaparate
que son sus lentes dorados.
¿Cómo fue que me volviste de platino con tu soplo de primavera?,
le pregunté en voz baja sin decirle; yo era de plomo,
un juguete viejo, un mendigo con vestiduras de telaraña y un
sólo saco gastado; tú, cielo, tú eras de porcelana y siempre lo
fuiste, aunque alguna vez lo olvidaste; olvidaste que llevabas
en el rostro el diamante de las estrellas y el aroma del óleo
fresco cuando acaricias una flor. ¡Caray!, me sobresalté, ¿por
qué hallo más arte en verte jugar con un insecto de colores
que en la Capilla Sixtina? Arrastras el aroma de las manzanas
verdes del verano si usas tu blusa bordada...
Aunque ella jamás perteneció al verano, me dije; ella nació
el día en que comienza el invierno, pero lleva el sol adonde
camina...
Y hoy sé, susurré, que eres lo que le hacía falta al mundo, lo
que le hacía falta a mí mundo, pues estás hecha del mismo
material de los sueños y los domingos. Me lo contó una aurora
boreal, y esa sonrisa plateada en el cielo que forman aquellos
cometas vagabundos. ¡Fuiste el sentido de mi vida todo el
tiempo, y qué bueno que eso no lo cambiaste!
Sí, creo que algo así es lo que pienso cada que te veo llegar...
- ¿Qué dijiste, amor? - me preguntó.
- No, nada, que te ves muy bonita hoy...•
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