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El vínculo con Leo se infectó cuando se puso de novia con Alice B. Toklas, y acabó de pudrirse cuando la<br />
llevó a vivir al 27 rue de Fleurus; Leo no resistió la convivencia (consideraba a Alice “una especie de vampiro<br />
anormal”), decidió marcharse a Italia con los cuadros de Renoir y Cesto de Manzanas, de Cézanne. A pocos<br />
meses recibió una epístola desde Florencia, Leo enunciaba la ruptura definitiva de los hermanos y la<br />
división de todas las obras.<br />
“Las manzanas de Cézanne tienen una importancia única para mí que nada puede reemplazar. El<br />
paisaje de Picasso no es importante en cualquier sentido. (…) me temo que tendrás que mirar a la pérdida<br />
de las manzanas como un acto de Dios.<br />
Leo.”<br />
Era el fin del Cubismo y Europa había detonado, al inicio de la 1º Guerra Mundial viajó a Inglaterra con<br />
Alice; en pleno invierno del ´15 regresó a París, expuso a Juan Gris y Amedeo Modigliani, vendió Mujer con<br />
Sombrero al mejor postor y rumbeó hacia Mallorca con su compañera.<br />
El ´16 la trajo de vuelta al 27 rue de Fleurus, lo primero que hizo fue comprarse un Ford y aprender a<br />
manejar igual que los hombres (cualquier similitud con lady Victoria Ocampo es pura coincidencia); al cabo<br />
de la batalla de Verdún, el auto se convirtió en ambulancia, Gertrude y Alice fueron voluntarias durante la<br />
contienda.<br />
Aparejado al cese de fuego, el salón de la planta baja cobra una faceta de médula, de statu quo; la<br />
notoriedad de Gertrude Stein como mecenas, reverbera en su autoestima la triple condena de ser mujer,<br />
judía y lesbiana.<br />
Los tertulianos en la década del veinte, hoy a orillas de la gloria y el dinero, al volver a casa de Gertrude,<br />
advirtieron que el adalid estaba ceñido de artistas tan desconocidos como ellos quince o veinte años atrás;<br />
las nuevas hipótesis se llamaban: Scott Fitzgerald, John Dos Passos, Ezra Pound, Emmanuel Radnitzky<br />
(Man Ray), y Ernest Hemingway. Todos compatriotas estadounidenses, la pujanza de la jefa inclusive es<br />
más enérgica y su ego se torna ingobernable. “¡You´re all a lost Generation!”, vociferó sumamente irritada a<br />
Hemingway; los muchachos se pusieron a trabajar, y la historia de la supervisión con ojos de basilisco volvió<br />
a repetirse. Helo aquí, un fiel recuerdo del señor DADA, Tristan Tzara llegó a juzgar que Stein era “un caso<br />
clínico de megalomanía”; y Hemingway escribió en sus memorias que si alguien se atrevía en las reuniones<br />
a repetir el nombre de James Joyce más de una vez, el sábado siguiente no entraba.<br />
“Éxito, el éxito es bueno cuando hay habitaciones y no hay una libre, está bien el éxito cuando hay<br />
paquete, siempre está el éxito bien y toda cortina es al por mayor. Las cortinas encogen y enseña el barniz<br />
el espacio espacioso. (…)<br />
Corrientes, no están las corrientes en el aire ni están por los suelos ni en las puertas ni por detrás<br />
primero. No es con más claridad como lo enseñan las corrientes. Esto que está dominado tiene un espacio<br />
delgado en el que construirse, es espacioso espacio lo que hay y sin embargo riñe pero no y es notable la<br />
insistencia. Hay cambio en una corriente y no hay ejercicio habitable.<br />
Una religión, casi una religión, una religión cualquiera, un quintal de religión, confianza y superficie y<br />
servicio de indecisión y una criatura y una interrogación y una sílaba de respuesta y más contar y menos<br />
pelear y una sóla afirmación científica y nada de oscuridad y no hay duda y una administración merecida<br />
y un sólo conjunto de hermanas y un contorno y ninguna ampolla y la sección que amarillo los ve y el<br />
centro con la ortografía y sin soledad ni cursilería y sólido sin embargo, bien sólido y sólo la superficie<br />
centrada y en el rótulo la pregunta y la singularidad, existirá acaso la singularidad, y la singularidad.<br />
por qué esta pregunta, y la singularidad, por qué escandaliza la superficie, por qué tan hermosa, por qué<br />
cuando no cabe duela, por qué están las cosas vacías cuando lo están, por qué no es virtud no molestar un<br />
centro, por qué lo es cuando lo es y no hay eluda, no hay duda que la singularidad demuestre.” (Tender<br />
Buttons, 1914).<br />
Alice pasó a ser la anfitriona, su principal labor consistía en entretener a novias y esposas en un ambiente<br />
contiguo (excepto Zelda Fitzgerald); recibe en su mayoría escritores, las letras se apoderan de su tiempo<br />
porque la pintura “ha vuelto a ser un arte menor”. Su honestidad es prolífica: Geography and Plays (´22),<br />
The Making of Americans (´25), Four Saints in Three Acts y Useful Knowledge (´29). Raudal del<br />
discernimiento, siempre habla en un presente involuntario, a falta de miedo por enloquecer, el verbo se<br />
restaura disonante y florece; la crítica adujo una respuesta por escrito al cubismo, mientras ella renegó que<br />
más bien se trataba de un “exceso de conciencia”.<br />
A puño y voz de Alice, escribe Autobiografía de Alice B. Toklas (´33), desnuda las veladas en las que junto a<br />
Leo… ¿…? El lector desde el primer renglón concebirá que no es Alice sino Gertrude la protagonista.<br />
“Soy una muy buena ama de casa y una muy buena jardinera y una muy buena tejedora y una muy<br />
buena secretaria y una muy buena editora y una muy buena veterinaria de perros y tengo que hacer todo<br />
a la vez y me es difícil añadirle ser una muy buena autora. Hace unas seis semanas Gertrude Stein dijo, no<br />
me parece que vayas a escribir esa autobiografía. Ya sabes lo que voy a hacer. Voy a escribirla por ti. La<br />
voy a escribir tan simple como Defoe hizo con la autobiografía de Robinson Crusoe. Y lo hizo y aquí está.”<br />
(Autobiografía de Alice B. Toklas, 1933)