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La vieja blanca

La vieja blanca, Luis Martín Hinojosa Flores

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El malestar de Marcos<br />

No supo cuánto tiempo durmió, ya que lo sorprendió el sol de la<br />

fresca mañana. Inmediatamente saltó de la cama directamente al<br />

baño, sintiendo un ligero mareo; se lavó su cara y cepilló los dientes.<br />

Mirándose fijamente al espejo notó en su rostro unas ojeras enormes,<br />

producto seguramente del cansancio y la falta de sueño. No se sentía<br />

bien, por lo que rápidamente se tomó unas pastillas para el dolor de<br />

cabeza, que ya lo acosaba. Se sentó en su sillón favorito y habló por<br />

teléfono con las muchachas, pidiéndoles que por favor atendieran el<br />

negocio mientras él se recuperaba. También pensó en pedirle a <strong>La</strong>lo,<br />

el muchacho del pequeño taller de reparación de televisores, que le<br />

ayudara a sus empleadas. Les comentó que se sentía un poco mal<br />

pero que se recuperaría rápidamente, sólo era cuestión de reposar<br />

unas horas. Rosalía y Marthita —como les llamaba Marcos—, eran<br />

empleadas de mucha confianza y cumpliendo las órdenes de su<br />

patrón, abrieron el local. Mientras tanto, Marcos se comunicó con<br />

su amigo <strong>La</strong>lo, pidiéndole de favor que asistiera a las muchachas<br />

hasta su recuperación. El muchacho, encantado en poder hacerle<br />

un favor a Marcos, aceptó en seguida.<br />

<strong>La</strong>lo era un muchacho muy serio y trabajador y tenía el<br />

taller de reparación de televisiones en su casa. Cuando Marcos se<br />

enteró, le sugirió que construyera un nuevo local prometiéndole<br />

apoyo. Marcos le ayudó a crecer dándole crédito a plazos para<br />

que construyera rápido el local que tanto anhelaba. Así fue como<br />

Eduardo se hizo cliente de Marcos, de manera que se conocían muy<br />

bien y se tenían mutua confianza.<br />

Para las ocho de la mañana <strong>La</strong>lo ya estaba en el mostrador, en<br />

el lugar de Marcos. El joven técnico se sentía muy feliz porque estaba<br />

rodeado de partes electrónicas, que eran su fuerte, sintiéndose<br />

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