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Edición 01 de diciembre de 2018

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ÓSCAR ARMANDO DÍAZ FLORES,<br />

Escritor<br />

-Noventa y seis años, mi hijo. Bueno, acomó<strong>de</strong>nse<br />

y tomemos un cafecito con cemita pastel. No hay<br />

prisa, Valerio está por llegar.<br />

-Don Lucrecio –preguntando Rodrigo-, ¿por qué<br />

no me advirtió <strong>de</strong> estos recibimientos?<br />

-Tú lo sabías, ¿acaso se te olvida?<br />

-¿De qué habla don Lucrecio?<br />

-¿Conoces al maestro Tobar?<br />

-¿Conoces al gran maestro Sergio Raimundo? –<br />

preguntó don Alfonso.<br />

-Sí, conozco a ambos. –Confirmó Rodrigo<br />

Navarro.<br />

-Tú conoces <strong>de</strong> levitación, <strong>de</strong>sprendimiento<br />

<strong>de</strong>l alma y comunicación al más alto nivel. –Le<br />

enfatizó don Ricardo.<br />

-¡Está bien! –Dijo Rodrigo, muy contrariado-. ¡Ya<br />

renuncié a esas prácticas!<br />

-¿Renunciaste?, sabes bien que no pue<strong>de</strong>s<br />

renunciar –le dijo don Alfonso-, está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ti.<br />

-Lo sé, pero vi algo que no me gusto <strong>de</strong>l maestro<br />

Tobar. Eso me alejó.<br />

-Fue a propósito, para que te alejaras –dijo Valerio,<br />

que acababa <strong>de</strong> traspasar el umbral <strong>de</strong> la puerta- y<br />

emprendieras con tu propia escuela y no lo has<br />

hecho.<br />

-Nosotros –interviniendo don Lucrecio-,<br />

estuvimos en nuestra juventud en esos estudios,<br />

por las circunstancias <strong>de</strong> distancias y sobrevivencia<br />

<strong>de</strong> la vida en familia, no continuamos avanzando.<br />

Le hemos dado seguimiento a la Gran Fraternidad.<br />

Por eso sabemos mucho <strong>de</strong> ti.<br />

-Empecemos con esto <strong>de</strong> una vez –dijo don<br />

Alfonso- y hagamos un plan.<br />

-Ya lo tengo todo previsto –les dijo don Ricardo-,<br />

comenzaremos el once <strong>de</strong> luna. Para mientras<br />

sufraguemos los gastos <strong>de</strong> Rodrigo.<br />

-No es necesario –les dijo Rodrigo-, antes <strong>de</strong>seo<br />

escuchar la versión <strong>de</strong> los hechos explicada por<br />

don Ricardo.<br />

******<br />

Mira Rodrigo –Iniciando don Ricardo-, yo fui<br />

parte <strong>de</strong> la Hermandad, era muy joven en ese<br />

tiempo, los mayores habían sembrado la cizaña<br />

basada en la inconformidad, ante la posición y<br />

oposición <strong>de</strong>l señor Cura Párroco, por el hecho <strong>de</strong><br />

que la Hermandad, era la principal protagonista<br />

en la organización <strong>de</strong> la Semana Mayor, ese año<br />

ya estábamos en la Semana <strong>de</strong> Pascua. Sin el<br />

consentimiento <strong>de</strong>l Cura, los viejos miembros,<br />

disponían forzar las cerraduras <strong>de</strong> las alcancías para<br />

repartirse el dinero, esto sucedió a la medianoche<br />

<strong>de</strong>l lunes <strong>de</strong> esa semana. Ese día se suspendió<br />

porque muchos <strong>de</strong> los jóvenes nos opusimos a<br />

practicar ese robo. En el transcurso <strong>de</strong> la semana<br />

me citaron a la casona, para comunicarme mi<br />

expulsión <strong>de</strong> la Hermandad, lo mismo a los <strong>de</strong>más<br />

jóvenes que nos habíamos opuestos a cometer<br />

semejante sacrilegio, porque las contribuciones<br />

que los fieles entregan a la Parroquia son sagradas.<br />

“El día sábado, en las afueras <strong>de</strong>l pueblo, cerca<br />

<strong>de</strong>l Río, encontraron el cadáver <strong>de</strong>l Sacristán,<br />

amarrado, estrangulado y con señales <strong>de</strong> tortura.<br />

El lí<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l grupo se llamaba Pierre <strong>de</strong> Moratín,<br />

hombre peligrosísimo, ligado a estructuras <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> turno, servía al mismo tiempo <strong>de</strong><br />

señalar a gente <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> la oposición política,<br />

que eran perseguidos y asesinados por los cuerpos<br />

represores. Con habilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> persuasión mental<br />

y material, dominaba al grupo <strong>de</strong> los viejos, lo cual<br />

no se le dificultaba, porque eran personas sencillas<br />

sin instrucción, <strong>de</strong>l mismo talante que su dirigente.<br />

“Las alcancías se encontraron vacías y nadie<br />

había visto nada, más para coronar la situación,<br />

transcurrieron varios días sin darse cuenta el Cura<br />

Párroco que, la Santa Urna con su Cristo Yacente,<br />

6 TRESMIL Sábado 1 / <strong>diciembre</strong> / 2<strong>01</strong>8<br />

no estaba en el sitio <strong>de</strong> reposo. Luego inventaron<br />

rumores señalando al señor Cura Párroco. El<br />

pueblo empezó a tragarse las mentiras <strong>de</strong> la<br />

Hermandad, surgiendo una inquina e indignación<br />

contra el Cura. Moratín aprovechando la cúspi<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> la maledicencia, se presentó al Obispado <strong>de</strong> la<br />

capital, prácticamente a <strong>de</strong>nunciar al Cura Párroco.<br />

“Este chisme <strong>de</strong> proporciones escandalosas, tuvo<br />

como consecuencia que el señor Cura, fuera<br />

trasladado a otra Parroquia, don<strong>de</strong> estaría en<br />

observación <strong>de</strong> la Curia. Para no cansarlo Navarro,<br />

sin exageración, la misma suerte sufrieron los<br />

cuatro siguientes Curas. Los jóvenes fuimos<br />

amenazados, enviaban a visitarnos, hombres<br />

extraños al pueblo, mal encarados y armados, dos<br />

<strong>de</strong> los jóvenes aparecieron asesinados en forma<br />

misteriosa, en esas circunstancias tuve que irme<br />

a otra ciudad, como a quinientos kilómetros <strong>de</strong><br />

aquí. Después <strong>de</strong> diecisiete años volví al pueblo,<br />

aún vivía Moratín, muy achacoso, pero <strong>de</strong> igual<br />

manera siempre peligroso. Jamás <strong>de</strong>volvieron la<br />

Santa Urna. Esa es nuestra misión, encontrarla.<br />

“Supe por otro sobreviviente, que el tal Moratín,<br />

se vestía con toda la indumentaria que usan los<br />

sacerdotes para oficiar misa, a sus seguidores<br />

<strong>de</strong> similar calaña, les ofrecía la celebración, los<br />

confesaba y comulgaba, todo ello, con la seriedad<br />

y el rito oficial <strong>de</strong> la Iglesia. Es más, había<br />

secuestrado imágenes <strong>de</strong> santos <strong>de</strong>jando vacíos<br />

los huecos en la Iglesia.<br />

“La muchachada bromista, las nuevas<br />

generaciones, no <strong>de</strong>sconocían <strong>de</strong> estos rumores,<br />

le llamaban entre ellos, el “Loco Pierre”. Por eso<br />

nos preguntábamos, cómo es posible actuar como<br />

loco, siendo cuerdo; o por el contrario, cómo<br />

actuar como cuerdo siendo loco.<br />

-Es suficiente -les dijo don Valerio-, es lo necesario,<br />

ahora comencemos por arreglar ésta casa, que es,<br />

la que está fuera <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong> los curiosos, luego<br />

compraremos los materiales y utensilios nuevos,<br />

sábanas nuevas y otros necesarios, que uste<strong>de</strong>s ya<br />

conocen y no se olvi<strong>de</strong>n <strong>de</strong> traerme suficiente ajo,<br />

para el ayuno <strong>de</strong> Rodrigo.<br />

******<br />

EL MISTERIO<br />

DE LA URNA<br />

La noche <strong>de</strong>l once <strong>de</strong> luna, no tenía nada en<br />

especial, algo que fuese diferente, las mismas<br />

calles, alumbradas con aquellos foquillos <strong>de</strong><br />

pueblo fronterizo, que, peor es nada, estaban en<br />

esos viejos postes, arrancados <strong>de</strong> la montaña,<br />

don<strong>de</strong> la arboleda <strong>de</strong> los Cedros y los Cortes<br />

Blanco, abundaban. Viajaban con la brisa, olores<br />

<strong>de</strong> flor <strong>de</strong> coyolitos que en gajos colgaban <strong>de</strong><br />

los corozos, y el olor acre <strong>de</strong> las flores <strong>de</strong> los<br />

morros (jícaros) centenarios. Alguna que otra<br />

ave nocturna blanqueaba el cielo en raudo vuelo,<br />

el canto penetrante <strong>de</strong> los grillos, las luciérnagas<br />

relampagueaban entre los matorrales, algunos<br />

rastrojos secos <strong>de</strong>vanaban su forma arañoza sobre<br />

el empedrado, lustrándolo <strong>de</strong> norte a sur. Las<br />

copas <strong>de</strong> los árboles gigantescos, plateaban con la<br />

luz arrepentida, <strong>de</strong> la luna recién pasado el cuarto<br />

creciente, a lo lejos, en la profundidad <strong>de</strong> las<br />

montañas, débiles aullidos <strong>de</strong> los coyotes.<br />

Las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las casas aún estaban tibias,<br />

la Iglesia colonial, con su enorme portón, en<br />

actitud <strong>de</strong> centinela con la vista fija al frente. El<br />

eco <strong>de</strong>l silencio arrastraba una débil neblina,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las alturas semipobladas <strong>de</strong> nubes en<br />

jirones platinados, propias <strong>de</strong>l verano grisáceo,<br />

| Cuento |<br />

<strong>de</strong>scubriendo el nixtamalero por el Oriente.<br />

-Don Lucrecio me confirmó las instrucciones que<br />

le di, <strong>de</strong> buscar a jóvenes treintones <strong>de</strong> confianza,<br />

para que presten seguridad al grupo, y mencionó<br />

a un tal Chele Mingo, al Narigudo Paulino y a la<br />

Nalgona Chusona. –Les dijo Rodrigo, “muy bien”,<br />

contestaron en grupo.<br />

Los cuatro viejos solo habían oídos hablar <strong>de</strong><br />

la levitación y <strong>de</strong>sconexión <strong>de</strong>l alma, como las<br />

máximas faculta<strong>de</strong>s que se logran a través <strong>de</strong> la<br />

limpieza <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong>l alma, y <strong>de</strong> prácticas<br />

superiores <strong>de</strong> meditación trascen<strong>de</strong>ntal con la<br />

Dirección Superior, a través <strong>de</strong>l Cosmos. El<br />

propósito <strong>de</strong> esta pequeña Fraternidad, encontrar<br />

la antigua Urna con el Cristo Yacente.<br />

Rodrigo Navarro, se dio cuenta <strong>de</strong> que no habían<br />

practicado las pesquisas materiales, necesarias y<br />

suficientes, antes <strong>de</strong> embarcarse en tan arriesgado<br />

trance que estaban planeando y <strong>de</strong>tuvo las acciones<br />

que a continuación seguían, les dijo:<br />

“No hemos hecho, lo que la lógica indica, en<br />

las indagaciones <strong>de</strong> este caso, en este momento<br />

suspendo mi ayuno y mañana nos vemos muy<br />

temprano en esta casa, iremos al sitio don<strong>de</strong><br />

encontraron al Sacristán asesinado, cerca <strong>de</strong>l Río<br />

y rumbo a los coyolares”<br />

“Don Lucrecio, necesitaremos el apoyo <strong>de</strong>l Chele<br />

Mingo y sus compañeros, lo mismo don Valerio,<br />

que no le falten instrumentos <strong>de</strong> labranza en el<br />

aparejo <strong>de</strong> la burrita, en esos montes es posible los<br />

necesitemos.<br />

******<br />

El Río, rumoraba con tranquilidad, siguieron<br />

avanzando, la corriente bajaba lenta entre el<br />

pedregal musitando oraciones cortas, no les<br />

extrañaba, cualquier persona oye frases que la<br />

corriente trae y lleva. Siglos <strong>de</strong> misterio, ¿por qué<br />

los Ríos nos hablan?, ¿qué mensajes nos traen?,<br />

¿o son los ecos <strong>de</strong> las voces <strong>de</strong> los duen<strong>de</strong>s que<br />

pululan en las sombras? El río hablaba, les <strong>de</strong>cía<br />

“abajo <strong>de</strong>l copinol”.<br />

-¿Abajo <strong>de</strong>l Copinol?<br />

-¿Cuál Copinol Valerio, sin son muchos cercanos<br />

al Río? –Se preguntaba don Alfonso.<br />

-Ha <strong>de</strong> ser, algún Copinol, cercano al sitio don<strong>de</strong><br />

apareció el cadáver <strong>de</strong>l Sacristán. –Dijo don<br />

Lucrecio.<br />

-Vamos allá –les dijo don Ricardo.<br />

-Momento –<strong>de</strong>teniéndolos Rodrigo-, regresemos<br />

al camino, antes <strong>de</strong>l llegar al Río, vamos en or<strong>de</strong>n,<br />

por don<strong>de</strong> caminaron aún con el Sacristán con<br />

vida.<br />

-Aquí termina el camino, aquí a éste lado <strong>de</strong>jaron<br />

al Sacristán, <strong>de</strong>spués sigue la zacatera, al fondo<br />

hay una arboleda, ahí es el sitio <strong>de</strong>l Copinol. –Les<br />

señaló don Ricardo.<br />

Los cinco amigos, atravesaron el zacatal, les cubría<br />

mucho más arriba <strong>de</strong> sus cabezas, las varitas altas<br />

danzaban con el viento, les salpican los rostros.<br />

No buscan huellas, imposible <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cuarenta<br />

años. Sienten vibras, sensaciones extrañas, el<br />

silencio es absoluto, se oyen cantos <strong>de</strong>l Pájaro<br />

León, como un zumbido suave, ya casi es medio<br />

día, continúa una loma llena <strong>de</strong> árboles, no hay<br />

Copinoles, bajan la loma, en la misma dirección,<br />

llegan a un arrozal, ven un niño como <strong>de</strong> ocho años<br />

<strong>de</strong> edad que cuida el arrozal, están muy lejos <strong>de</strong>l<br />

camino vecinal, se admiran <strong>de</strong> la valentía <strong>de</strong>l niño<br />

<strong>de</strong> permanecer en medio <strong>de</strong> esa gran soledad, no se<br />

ven ranchos, ni reses, ni perros; el niño con la vista<br />

inmóvil, hacia ellos, se queda quieto, esperando a<br />

sus visitantes. Don Valerio se dirige al niño:<br />

-Hola jovencito, ¿dón<strong>de</strong> po<strong>de</strong>mos encontrar un<br />

árbol <strong>de</strong> Copinol?<br />

-Aquí no hay Copinoles, regresen por la misma<br />

loma, al otro lado, es a la <strong>de</strong>recha, por don<strong>de</strong> hace<br />

vuelta el Río.<br />

-Gracias hijo –contestó don Valerio, luego le<br />

preguntó-, ¿por qué estás solamente tú, cuidando<br />

el arrozal?<br />

-Aquí me <strong>de</strong>jó mi papá, solo eso le digo señor.<br />

-Ya nos vamos le dijo don Valerio.<br />

-Adiós.<br />

Al subir la loma <strong>de</strong> regreso, antes <strong>de</strong> llegar a la<br />

cima, voltearon a ver hacia el arrozal, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahí<br />

les parecía muy distante, el niño ya no estaba a<br />

la vista, les pareció extraño, no lo veían, como la<br />

primera vez <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese mismo sitio, no le dieron<br />

importancia, el cansancio les impedía <strong>de</strong>tenerse<br />

a reflexionar. Llegaron a la cima <strong>de</strong> la loma, se<br />

<strong>de</strong>tuvieron en un claro sin pendiente, sin árboles,<br />

solo pequeños arbusto, aquello les pareció que era<br />

un lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso, troncos cortados, esparcidos<br />

en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, pero que formaban por tramos<br />

separados un hexágono. Permanecieron media<br />

hora, era la una <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, dispusieron continuar;<br />

ya para abandonar la pequeña meseta, viendo la<br />

pendiente don<strong>de</strong> bajarían, tomando el rumbo a<br />

la <strong>de</strong>recha como les dijo el niño, escucharon un<br />

sonido inequívoco inconfundible, <strong>de</strong> la meada<br />

<strong>de</strong> una vaca, se <strong>de</strong>tuvieron, dieron la vuelta a sus<br />

cuerpos, dirigiendo la vista don<strong>de</strong> escucharon la<br />

cascada <strong>de</strong> orines; ahí a diez metros, no había<br />

ninguna vaca. Son burletas espectrales les dijo<br />

Rodrigo que, en el caso nuestro son avisos, <strong>de</strong><br />

tener cuidado.<br />

-Cuidado, ¿a qué? –preguntó don Lucrecio,<br />

persignándose-, Dios mío, ten piedad <strong>de</strong> nosotros.<br />

-No es lo que uste<strong>de</strong>s creen –les dijo don Ricardo-,<br />

han <strong>de</strong> ser venados, tienen la habilidad <strong>de</strong> no hacer<br />

ruido con sus cascos.<br />

-Bueno, -agregando don Alfonso-, no se dieron<br />

cuenta, por don<strong>de</strong> pasamos en la meseta, lo que<br />

hay ahí es un altar, algunos vienen a este lugar<br />

apartado.<br />

Bajaron en dirección al Copinol, que lo habían<br />

divisado, se aseguran que ese era el Copinol que<br />

buscaban, se alzaba en un nivel superior al resto<br />

<strong>de</strong> los árboles. Acurrucados los cinco al pie <strong>de</strong>l<br />

tronco, notaron que a lo lejos se veía el camino<br />

vecinal, serpenteando antes <strong>de</strong> llegar al Río y a<br />

la zacatera. En esa vuelta habían encontrado al<br />

Sacristán asesinado, coincidía con la altura <strong>de</strong>l<br />

Copinol. Dispusieron a remover las hierbas y la<br />

hojarasca alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l árbol.<br />

-¿Qué buscamos? –Preguntó don Alfonso.<br />

-Buscamos otras pistas que <strong>de</strong>laten a los hechores<br />

<strong>de</strong>l crimen –les dijo Navarro-, el susurro <strong>de</strong>l Río,<br />

fue la señal, recuer<strong>de</strong>n es la señal.<br />

No encontraban nada, removían y removían,<br />

se sentaron a <strong>de</strong>scansar, silenciosos, abatidos,<br />

somnolientos, contemplaban el enorme tallo <strong>de</strong>l<br />

Copinol, don Ricardo vio que entre las ramas<br />

bajaba una ardilla, asiéndose tallo abajo, llegando<br />

al tronco se introdujo en un pequeño agujero<br />

en medio <strong>de</strong>l raicero enorme. Se levantó don<br />

Ricardo, dio la voz <strong>de</strong> alarma, les señaló a los<br />

<strong>de</strong>más acompañantes, don Valerio se inclinó para<br />

examinar el agujero, les dijo: “escarbemos aquí”.<br />

Con la ayuda <strong>de</strong> un cuto inició El Chele Mingo,<br />

para ampliar la abertura, más y más, <strong>de</strong>scansó<br />

y continuó Paulino con un azadón y una piocha<br />

con mayor fuerza, a medio metro un ruido hueco,<br />

seco como <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra. Es solo una tabla suelta dijo<br />

Paulino, sacándola <strong>de</strong>l agujero, continúa le dijeron<br />

todos, ahí ha <strong>de</strong> estar, al seguir cavando Paulino<br />

un metro más, topo con otra tabla cuyo sonido al<br />

Sigue en página 7/

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