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CRÓNICA<br />
—Te estoy ofreciendo 100 bolivianos. De día los compradores<br />
miran. Está lastimado, dicen. No compran fácil. Ya no es<br />
como antes. Ni en El Alto es así —comenta una de las compradoras,<br />
en un tono petitorio convincente, mientras ausculta<br />
con detenimiento la caja de tomate.<br />
—No, no. Que sea 120 bolivianos, la caja está completa y no<br />
tiene ni uno dañado. Si quieres revisamos y contamos uno por<br />
uno —replica la productora con una seguridad inquebrantable<br />
y sin quitar la vista de su caja de más de 40 libras de<br />
to ma t e .<br />
El precio es un asunto en discusión sin fin entre las campesinas<br />
y las a l ak i pa s . Las compradoras nunca están de acuerdo<br />
con los precios que piden las vendedoras, sin importar si son<br />
altos o bajos. La estrategia es siempre pedir rebaja, y el último<br />
resquicio para sacar ventaja está en pedir la ya pa (una cantidad<br />
adicional o extra del producto). De un modo y otro, el precio<br />
fijado por las productoras no será el precio de venta final. En la<br />
calle Zoilo Flores, eso acaba de experimentar una mujer que<br />
trajo gladiolos blancos. Por cada ramo de gladiolos pide 10<br />
bolivianos, pero sus dos compradoras regatean con una habilidad<br />
combinada. Una de ellas ofrece pagar 15 bolivianos pero<br />
por dos ramos de flores mientras que la otra oferta 9 bolivianos<br />
por cada ramo con el argumento de que compraría varios. Es el<br />
libre mercado sin regulaciones en su plena expresión.<br />
Virginia está de pie entre sus diez c h’i pa s de repollo. Hoy<br />
espera por las compradoras casi sin pronunciar una palabra. No<br />
espera a ninguna alakipa conocida, no tiene clientes fijos al igual<br />
que la mayoría. Tiene la secreta esperanza de que el precio de<br />
u na c hi p’a de repollo al menos alcance unos 70 bolivianos. La<br />
semana anterior vendió solo a 50 bolivianos, que es el precio de<br />
la temporada. Sabe muy bien que cuando el mercado se satura,<br />
tendrá que conformarse con obtener 40 bolivianos por su producto.<br />
Esta noche sus posibilidades oscilan entre llevarse a casa<br />
400 a 700 bolivianos por las diez c h’i pa s .<br />
Jovencia es otra agricultora que llegó de la comunidad<br />
Choquecota, perteneciente al municipio de Palca. Acostumbra<br />
vender arvejas y habas verdes, relata que, al final de<br />
cuentas, las al akipas son las que deciden los precios. No<br />
siempre lo hacen de la mejor manera porque, en muchos casos,<br />
es por la fuerza. La estrategia violenta entra en escena con el<br />
traspaso de los productos a los sacos de la compradora; es casi<br />
una celada oculta bajo palabras en tono de súplica y, una vez<br />
que tienen el producto en sus manos, ofrecen unos billetes que<br />
no reflejan el precio acordado. Los reclamos son acallados con<br />
22 www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 6 DE ENERO 01 | 19