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Rasca Cielos 20190106

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CRÓNICA<br />

—Te estoy ofreciendo 100 bolivianos. De día los compradores<br />

miran. Está lastimado, dicen. No compran fácil. Ya no es<br />

como antes. Ni en El Alto es así —comenta una de las compradoras,<br />

en un tono petitorio convincente, mientras ausculta<br />

con detenimiento la caja de tomate.<br />

—No, no. Que sea 120 bolivianos, la caja está completa y no<br />

tiene ni uno dañado. Si quieres revisamos y contamos uno por<br />

uno —replica la productora con una seguridad inquebrantable<br />

y sin quitar la vista de su caja de más de 40 libras de<br />

to ma t e .<br />

El precio es un asunto en discusión sin fin entre las campesinas<br />

y las a l ak i pa s . Las compradoras nunca están de acuerdo<br />

con los precios que piden las vendedoras, sin importar si son<br />

altos o bajos. La estrategia es siempre pedir rebaja, y el último<br />

resquicio para sacar ventaja está en pedir la ya pa (una cantidad<br />

adicional o extra del producto). De un modo y otro, el precio<br />

fijado por las productoras no será el precio de venta final. En la<br />

calle Zoilo Flores, eso acaba de experimentar una mujer que<br />

trajo gladiolos blancos. Por cada ramo de gladiolos pide 10<br />

bolivianos, pero sus dos compradoras regatean con una habilidad<br />

combinada. Una de ellas ofrece pagar 15 bolivianos pero<br />

por dos ramos de flores mientras que la otra oferta 9 bolivianos<br />

por cada ramo con el argumento de que compraría varios. Es el<br />

libre mercado sin regulaciones en su plena expresión.<br />

Virginia está de pie entre sus diez c h’i pa s de repollo. Hoy<br />

espera por las compradoras casi sin pronunciar una palabra. No<br />

espera a ninguna alakipa conocida, no tiene clientes fijos al igual<br />

que la mayoría. Tiene la secreta esperanza de que el precio de<br />

u na c hi p’a de repollo al menos alcance unos 70 bolivianos. La<br />

semana anterior vendió solo a 50 bolivianos, que es el precio de<br />

la temporada. Sabe muy bien que cuando el mercado se satura,<br />

tendrá que conformarse con obtener 40 bolivianos por su producto.<br />

Esta noche sus posibilidades oscilan entre llevarse a casa<br />

400 a 700 bolivianos por las diez c h’i pa s .<br />

Jovencia es otra agricultora que llegó de la comunidad<br />

Choquecota, perteneciente al municipio de Palca. Acostumbra<br />

vender arvejas y habas verdes, relata que, al final de<br />

cuentas, las al akipas son las que deciden los precios. No<br />

siempre lo hacen de la mejor manera porque, en muchos casos,<br />

es por la fuerza. La estrategia violenta entra en escena con el<br />

traspaso de los productos a los sacos de la compradora; es casi<br />

una celada oculta bajo palabras en tono de súplica y, una vez<br />

que tienen el producto en sus manos, ofrecen unos billetes que<br />

no reflejan el precio acordado. Los reclamos son acallados con<br />

22 www. p a g i n a s i e te. b o DOMINGO 6 DE ENERO 01 | 19

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