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SELECCIONES <br />
—¿Podrías sostenerle la cabeza<br />
mientras lo reviso? —le pedí.<br />
La joven sujetó al ternero con manos<br />
expertas, una justo debajo del<br />
mentón y la otra en una oreja. La pequeña<br />
criatura temblaba.<br />
—Bueno, el diagnóstico era correcto.<br />
Una fractura limpia de cúbito<br />
y radio, pero se ve muy poco desplazamiento,<br />
por lo que un yeso bastará.<br />
Empapé una de las vendas en un<br />
balde y la coloqué en la pata del rumiante;<br />
repetí la operación dos veces<br />
más hasta que la extremidad quedó<br />
cubierta por una funda blanca que se<br />
endurecía rápidamente.<br />
La joven le soltó la cabeza y el pequeño<br />
se alejó trotando.<br />
—¡Increíble! —exclamó—. ¡Ya está<br />
apoyándose sobre la pierna! ¿No se<br />
ve mucho más feliz?<br />
Sonreí. El ternero no sentía dolor<br />
con los huesos lesionados inmovilizados;<br />
el temor que siempre desmoraliza<br />
a un animal herido se había<br />
desvanecido como por arte de magia.<br />
—Tendrá que usar la férula un mes,<br />
así que esperaré el llamado y regresaré<br />
a quitárselo —le aseguré.<br />
Salimos del granero. El resplandor<br />
del Sol y el aire cálido nos recibieron<br />
como una ola. Contemplé el valle.<br />
—Es muy hermoso aquí arriba<br />
—afirmé—. No puedo evitar sentir<br />
pena por los miles de <strong>veterinario</strong>s que<br />
no trabajan en Yorkshire Dales.<br />
Comencé a hablar de mi trabajo;<br />
luego, casi sin darme cuenta, estaba<br />
narrando mis días como estudiante,<br />
contándole sobre los buenos tiempos,<br />
los amigos que había hecho, nuestras<br />
esperanzas y metas. Yo no solía ser<br />
muy parlanchín. Pero ella se sentó mirando<br />
el horizonte, con los brazos alrededor<br />
de sus rodillas, y sonrió en los<br />
momentos adecuados. Había pasado<br />
mucho tiempo desde mi última conversación<br />
con una chica de mi edad.<br />
Me había olvidado de cómo era eso.<br />
Pese a que no tenía prisa, parecía que<br />
el tiempo se había evaporado y ya caminábamos<br />
de nuevo a la granja. Con<br />
la mano en la puerta del auto, la miré.<br />
—Bueno, nos vemos en un mes.<br />
Sonaba a una eternidad.<br />
—Gracias por lo que hiciste —dijo<br />
ella sonriente y, cuando encendí el<br />
motor, se despidió y entró a la casa.<br />
—¿Helen Alderson? —dijo Siegfried<br />
más tarde mientras almorzábamos—.<br />
Una chica encantadora. Su madre murió<br />
hace unos años y ella se encarga<br />
de todo: cocina y cuida a su padre, a<br />
un hermano y a una hermana más pequeños—.<br />
Se sirvió un poco de puré<br />
de papas—. La mitad de los jóvenes<br />
la corteja, pero a ella no parece interesarle<br />
nadie. Supongo que debe ser<br />
un poco quisquillosa.<br />
¿Los animales tienen alma?<br />
La tarjeta colgaba al lado de la cama<br />
de la anciana. Era una tira de cartón<br />
de unos 20 centímetros de largo en la<br />
que se veía una caligrafía simple; estaba<br />
puesta sin cuidado en una antigua<br />
llave de gas. Desde donde estaba<br />
recostada, la señora Stubbs podía