La masa literaria-Primer número-Agosto 2019
La masa literaria Primer número Agosto 2019 Edición especial: locura
La masa literaria
Primer número
Agosto 2019
Edición especial: locura
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Quería huir, pero, ¿hacía donde correría si se<br />
encontraba en los dominios de una fuerza desconocida?<br />
Si intentaba huir compartiría la misma suerte que las<br />
siluetas y se vería a si mismo traspasado por miles de<br />
figuras puntiagudas.<br />
El intenso temor comenzaba a desbordarlo. <strong>La</strong><br />
energía que produjo ese temor, logró transportarlo de<br />
regreso a la acera, donde el calor ardiente le dio la<br />
bienvenida. Sus ojos, presurosos, buscaron a la pequeña<br />
fracción de las tinieblas.<br />
A unos pasos frente a el, la sombra continuaba<br />
proyectando gustosa las escenas del suplicio sin fin al<br />
que sometía a miles de siluetas humanas cautivas dentro<br />
de su cuerpo.<br />
El joven llevó sus manos al bolsillo de su pantalón, sus<br />
dedos buscaban tres pequeños amuletos con<br />
desesperación. Los traía consigo siempre. El simple roce<br />
le ayudaría a recuperar el valor que necesitaba para huir.<br />
Gracias a ellos, evocaría la fuerza descomunal con la que<br />
arrebató la vida a las dueñas de esos tres amuletos. El<br />
recuerdo de la sangre cálida que derramaron sus manos<br />
tenía el poder de reconfortarlo, las imágenes de las<br />
salpicaduras de sangre cayendo sobre su rostro lo<br />
inundaban de dicha.<br />
<strong>La</strong> placentera dicha se estrelló con la realidad cuando<br />
se dio cuenta de que esa sangre revitalizadora y cálida<br />
debía ser el rastro que olfateaba la fracción de las<br />
tinieblas cuando cobró vida propia.<br />
Intentó escapar; no obstante, la sombra fue más<br />
veloz. En tan solo un instante se ubicó debajo de él;<br />
envolvió su cuerpo enteró y penetró en cada uno de sus<br />
poros. Devoró su alma y su cuerpo se desplomó sin vida<br />
sobre la acera.<br />
***************<br />
El viaje definitivo<br />
Esther Domínguez<br />
España<br />
Acababa de llegar del aeropuerto y necesitaba un baño<br />
para olvidarme de todas las molestias que conlleva viajar;<br />
después, con la cabeza despejada, tras horas de vuelo y<br />
viajes en taxi, empezaría a planear todo lo que quería<br />
hacer durante los días de vacaciones, eran pocos, pero<br />
esperaba exprimirlos al máximo.<br />
Estaba en el cuarto de baño del hotel, el espejo tenía<br />
tantas bombillas que más bien parecía el camerino de<br />
una actriz; las encendí todas y me miré en él, no lo hice<br />
para arreglarme el pelo o retocarme el rímel, solo me<br />
limité a mirarme a los ojos fijamente.<br />
Como un rey shakespeariano que, tras la experiencia,<br />
acaba hundiéndose en la locura como en un mar<br />
revuelto. ¿Por qué?, no podría explicarlo. Simplemente<br />
era algo que nunca antes había hecho y ¿por qué no?<br />
Seguí mirando, tras unos segundos, las luces se<br />
convirtieron en puntitos diminutos de luz rodeados de un<br />
halo oscuro que creció hasta convertirse en un gran<br />
agujero negro. El agujero acabó tragándose todo lo que<br />
había a mi alrededor: el espejo, el cuarto de baño, el<br />
sonido de la televisión, el agua saliendo de la ducha, el<br />
hotel, todo.<br />
Quise apartar la vista, apagar aquellas malditas<br />
bombillas, pero no pude hacerlo. Algo desconocido me<br />
mantenía frente al espejo.<br />
Tenía que saber qué se escondía tras mis propios ojos.<br />
Y seguí allí, agarrada a la pileta, por si lo que me esperaba<br />
hacía flaquear mis piernas.<br />
Entonces, parecía como si una gasa casi transparente<br />
en mis pupilas se apartara, animándome a entrar, pero ¿a<br />
dónde?<br />
Me parecía estar en esos juegos de realidad virtual<br />
donde la irrealidad se vuelve peligrosamente real.<br />
Suspiré ante lo inevitable, acepté la invitación y entré.<br />
Seguí por un pasillo estrecho ante mí y pronto me<br />
encontré con que el pasillo se dividía en dos más<br />
angostos que el principal. Uno subía y otro bajaba hasta<br />
sabrá Dios dónde. Escogí el que subía.<br />
Tuve que estar muy atenta para no caer en aquella<br />
breve pero agotadora escalada. Dejé atrás la pendiente y<br />
pronto llegué a una puerta que se abrió sin ruido.<br />
En ese extraño lugar, por donde me movía no se oían<br />
ruidos que te distrajeran, no hacía ni frío ni calor. El único<br />
sentido necesario era la vista.<br />
Pasé a una especie de sala en la que los fogonazos de<br />
luz eran tan fuertes y frecuentes que me aturdieron<br />
durante unos instantes. Cerré los ojos. Cuando los volví a<br />
abrir vi un enorme fichero flotando en el aire, que<br />
ocupaba casi todo el espacio que yo alcanzaba a ver. Sus<br />
cajones cerrados invitaban a explorar su contenido.<br />
Me daba miedo bucear en ellos, pero sabía que no<br />
quedaría tranquila hasta conocer su contenido; para eso<br />
estaba allí.<br />
Abrí uno, al azar. Había fichas, muchas fichas que no<br />
eran de papel, ni de ningún material que yo conociera. Su