La masa literaria-Primer número-Agosto 2019
La masa literaria Primer número Agosto 2019 Edición especial: locura
La masa literaria
Primer número
Agosto 2019
Edición especial: locura
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cordialmente, tratándose de usted y se cedían el paso por<br />
orden de relevancia. Les llegue a ver con sombrero, bastón<br />
y un elegante monóculo. Hacía mucho tiempo que había<br />
perdido el control sobre ellos, pero ahora era yo la que los<br />
estructuraba. Eran despachados a un ritmo vertiginoso,<br />
vertiginoso pero claro y tintados de una lucidez aplastante<br />
que me ayudaban a conformarme como persona. Antes<br />
solían quedarse un tiempo vagando por el córtex<br />
prefrontal consumiéndome paulatinamente hasta dejarme<br />
exhausta.<br />
En aquel suelo me derrumbe y empece a estar en<br />
concordancia con la locura. Esa aceptación me aportó el<br />
empujón para reconstruirme acorde con mi esencia. Hasta<br />
aquel día yo me consideraba una persona bastante cabal<br />
pero mis andamios frágiles e incipientes empezaron a<br />
tambalearse, y entonces comencé a rozar la locura con la<br />
punta de los dedos. Deje de caminar con marcha militar<br />
para comenzar a bailar. Dejarme fluir entre mis escombros.<br />
Prestar más atención al interior y acallar voces externas es<br />
el gran baladí de la humanidad.<br />
Amo mi locura porque me hace vibrar fuera de lo<br />
estipulado.<br />
Es mi alarma y mi alerta cuando comienzo a<br />
mimetizarme con el otro.<br />
Es mi gran maestra cuando me azota en su conato de<br />
hacerme despertar de la utopía comunitaria que me limita<br />
y ata a una irrealidad que construimos donde la ignorancia<br />
y el falso equilibro nos aporta una burda y vacua<br />
estabilidad.<br />
Opino que una locura bien digerida, saca lo mejor de<br />
uno mismo, nos trae consigo sus “para qué” aplacando los<br />
“por qué” que tanto nos hacen zozobrar en el tiempo<br />
entrando en bucles sin respuestas y que son tan<br />
característicos de la racionalidad. <strong>La</strong> persecución insaciable<br />
de una resolución impaciente ante una pregunta mal<br />
formulada nos arrastra estrepitosamente a la desgarradora<br />
frustración.<br />
Abrazar tu locura hace que te reafirmes en tu persona y<br />
aunque cueste hacerse un hueco en el sociedad, no<br />
encubrirla hace que en este camino al que denominamos<br />
vida, encuentres a personas extraordinarias que te arropen<br />
tal cual eres. Seres que casualmente, como tú, aman su<br />
locura y te aman a ti por lo que eres y no por esa<br />
inamovible y preconcebida expectativa común sobre lo<br />
que deberíamos ser; personas aparentemente cuerdas por<br />
fuera y consumidas en el interior por su propia locura<br />
reprimida que finalmente se transforma en una<br />
enajenación voluptuosa de mentes fragmentadas sin una<br />
idea completa, íntegra y plena del “yo”.<br />
¿Cuántas personas se consideran cuerdas dentro de su<br />
fragmentad egolatría?<br />
74<br />
Dos instantes del rock y la locura<br />
Luis Alfonso Martínez Montaño<br />
México<br />
<strong>La</strong> música de rock está indisolublemente ligada a la locura.<br />
Creencia que extendió su velo a mis épocas de niñez y de<br />
juventud y que los adultos se encargaban de reforzar a través<br />
de una frase hecha que a la menor oportunidad se decía para<br />
zanjar cualquier asunto que abordara lo relacionado al género:<br />
“el rock es música de locos”.<br />
Palabras que constituían un verdadero muro contra el<br />
que resistí en mi niñez, durante los convulsos ochenta. Época<br />
donde coexistí con una presencia que creía infinita: la música<br />
cursi de diferentes baladistas (en español) que escuchaban<br />
mis padres, la cual jamás tuvo un nicho en mis gustos, pues yo<br />
simpatizaba con el rock “en mi idioma” y en inglés.<br />
En especial, descubrí que el rock lejos de ser una música<br />
digna de un desquiciado, convivía con la poesía misma a través<br />
de inteligentes propuestas letrísticas. Precisamente, a mitad<br />
de la década señalada, con la posmodernidad en pleno<br />
ascenso, se publicó el disco Cuando la pobreza entra por la<br />
puerta, el amor salta por la ventana (1985), de El último de la<br />
fila; grupo barcelonés emblemático liderado por el cantante<br />
Manolo García y el guitarrista Quimi Portet.<br />
Álbum del que destaco el tema “El loco de la calle”. Pieza<br />
cuyos acordes iniciales los domina un bajo frenético y la<br />
presencia de una guitara acústica regala ritmos que coquetean<br />
con la música flamenca y son un buen complemento para una<br />
excelsa interpretación. Ésta nos empuja a prestar oídos a la<br />
estrofa inicial plena de dramatismo:<br />
“Pierdo mis defensas en los recodos de la angustia.<br />
Busco una mirada, cada momento, en todas partes.<br />
Mi vida no es de nadie, ni yo le pido a nadie nunca<br />
que haga algo que yo mismo tampoco haría sin dudarlo”.<br />
Ese ser desesperado posee una casa que peligra por la<br />
falta de la amante: “si tú te vas, mi casa voy a quemar. / Y ella<br />
está tan sola que huye del centro de la calle”. <strong>La</strong><br />
personificación permite advertir que el lugar es entrañable,<br />
pero que es necesario salir del mismo para hallar lo perdido: el<br />
amor: “Y al final, sólo envidia y ambición; / y yo sé que sin<br />
buscar no encontraré”. Dicha necesidad de búsqueda se<br />
enfatiza por la afirmación del estribillo que en realidad es una<br />
orden que no admite oposición alguna: “Paso al loco de la<br />
calle. / Paso al ansia de vivir”. El agonista, Unamuno dixit,<br />
rivaliza con la soledad dentro de la casa. Más adelante en la<br />
pieza se nota que él considera al amor algo vital, pues expresa<br />
a la mujer ausente: “te espero en los caminos y te confundo a<br />
todas horas. / Mientras estoy perdido los niños me han dicho<br />
que lloras”.<br />
<strong>La</strong> morada no tiene razón de existir sino se comparte con<br />
el otro ser que lo complementa. Él sabe que su búsqueda es<br />
infructuosa, no obstante, al final de la pieza reitera, sin dudar,<br />
la orden y remata: “Paso al loco de la casa. / Paso al ansia de<br />
vivir”.