Newsweek MEX2_090220
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La escuela Simón Bolívar es una de las más prestigiosas dentro de los campamentos.
Sigue el modelo pedagógico de Cuba y los profesores son tanto cubanos como saharauis.
“Antes iban grupos grandes a estudiar
allá. Yo era la primera vez que salía de los
campamentos. Era la primera vez que me
subía a un autobús. Sabíamos que íbamos a
Cuba, pero no sabíamos ni dónde quedaba.
Éramos como 800 niños que nos llevaron
en guaguas hasta Orán (Argelia) y nos subieron
a un barco grandísimo ruso. Era incluso
la primera vez que veíamos un baño.
Fueron 15 días de viaje en el mar.
“Cuando llegamos a Cuba nos llevaron a
la Isla de la Juventud, donde estaban escuelas
de muchos países. Eran internados en
el campo. Nos ubicaban por países. Yo me
acuerdo que teníamos cerca a los de Ghana,
Etiopía, Yemen, Angola, Mozambique,
Namibia y Guinea Bissau. También había
gente de Nicaragua, México y otros países
de América Latina.
“Cuando llegué a la isla llegué llorando.
Tenía 11 o 12 años. Pero me impresionaba
mucho. Yo vivía en el desierto y allá todo
es al revés, todo es verde y con mucho mar.
Estuve en total 13 años en Cuba. Trece años
sin ver a mi familia.
“Cuando volví no sabía ni dónde estaba
mi casa. Llegué una madrugada y estaba
todo mundo durmiendo. Se levantó mi
madre y mi hermana y, después de 13 años,
empezó la gritería y la gente llorando. Ya
habían nacido muchos niños que no los
conocía. Estaba todo el vecindario lleno de
niños, y los que dejaste pequeños ya eran
mayores”: Fecu, refugiado en los campamentos.
LOS JÓVENES
Es notable cómo, sin importar las condiciones,
la mayoría de los jóvenes regresan a los
campamentos y realizan trabajo voluntario
para ayudar a otros.
La perspectiva del futuro es un tanto
desesperanzadora. La vida como refugiado
es muy difícil. Se cuente o no con estudios,
las opciones de trabajo son muy pocas. La
limitada economía local depende en gran
medida de la ayuda internacional o del
dinero que envían los que han emigrado,
principalmente a España. Con eso es posible
tener algún negocio y generar ingresos
para sostener a la familia.
“Las posibilidades para un joven aquí es
tener un negocio o irse a España. Comprarse
un visado, irse allá y hacer negocio con
la gente de aquí bajando cosas para venderlas”:
Ahmed Baba Balal, refugiado nacido
en los campamentos y actual residente en
España.
“Todo el trabajo aquí es un trabajo de
voluntario. Ahora para tener y mantener
una familia debes tener dinero. Buscarte
la vida de una manera o de otra. Y de allí
salió la idea de montar una tiendecita que
te ayude a vivir, tanto a tu familia como a
mantenerte a ti mismo”: Mohamed Lamin,
refugiado nacido en los campamentos.
Ante la desesperación de muchos por
el estancamiento en la situación y la falta
de opciones para ganarse la vida, un sector
de jóvenes se dedica a trabajar con niños
para hablarles sobre la importancia de
seguir estudiando, además de tratar otros
problemas de los campamentos como el
desempleo.
“Somos veintitantos jóvenes que trabajamos
como voluntarios en un programa del
Ministerio de la Juventud y la ONU. Tratamos
de enseñar a los niños por qué estudiar.
Estuvimos hablando de eso en todas las escuelas
durante tres meses.
“Estamos tratando de ver cómo podemos
nosotros conseguir un trabajo aquí y
cómo ayudar a los otros a encontrar trabajo
en los campamentos.
NEWSWEEK MÉXICO 23 FEBRERO, 2020