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Newsweek MEX2_090220

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La activista climática

Greta Thunberg, en Bruselas.

Según el informe más reciente de la

ONU, el mundo ha fracasado rotundamente

en el objetivo de restringir las emisiones

de carbono; y eso no obstante las terribles

advertencias de la comunidad científica.

De hecho, los dos infractores principales

—Estados Unidos y China— aumentaron

sus emisiones de carbono durante el año

pasado. El consenso científico es que el

mundo debe abandonar cuanto antes los

combustibles fósiles.

Mientras que la derecha radical no tiene

un proyecto para reducir las emisiones

de carbono, existen numerosos nuevos

acuerdos verdes (NAV) que proponen una

respuesta integral ante la magnitud de este

problema.

La versión estadounidense, desarrollada

por Alexandria Ocasio-Cortez (demócrata

por Nueva York) y Ed Markey

(demócrata por Massachusetts), se fundamenta

en inversiones significativas en

infraestructura y transporte para lograr la

neutralidad de Estados Unidos en términos

de carbono.

Europeos y canadienses han propuesto

proyectos parecidos, en tanto que el gobierno

de Nueva Zelanda presentó este año

un “presupuesto de bienestar” que combina

la reducción de emisiones de carbono

con mejoras en el sustento de quienes han

quedado fuera de la globalización.

Más allá de la perspectiva ambiental, la

transición masiva de los combustibles fósiles

a las energías renovables tiene mucho

sentido, ya que responde a la inseguridad

de muchos frente al futuro económico de

una era de automatización y reducción de

personal. Y es que, igual que su equivalente

anterior a la Segunda Guerra Mundial

(el Nuevo Acuerdo de Roosevelt), el

Nuevo Acuerdo Verde se perfila como un

programa de gran importancia para crear

empleos.

Y no solo para el “Norte Global”.

Una buena inyección de capital en el

Fondo Verde para el Clima permitiría que

el “Sur Global” abandone las tecnologías

sucias, lo que abrirá empleos en los países

que están pasando por la crisis económica.

Además, los NAV también reducirían el

desplazamiento masivo de las poblaciones

que se han visto obligadas a emigrar al extranjero

en busca de nuevas oportunidades.

O, incluso, de tierras más habitables.

La evidente avería del actual sistema

económico mundial está preparando el

escenario para una reacción de la extrema

derecha global. Por eso, un NVA puede

brindar un conjunto de principios de

sostenibilidad que permitan restructurar

la economía global, beneficien a la gente

y el planeta, y mermen el atractivo de la

extrema derecha.

La derecha radical ha ganado elecciones

infundiendo miedo: de los demás; del

futuro; del gobierno indolente. Es hora de

echar por tierra ese argumento y reactivar

las políticas de la esperanza.

Las 80 personas que entrevisté señalaron

que las manifestaciones climáticas

estudiantiles son el movimiento más prometedor

de esta época. Y, como bien saben

esos jóvenes (mejor que sus mayores), sin

planeta no hay política. En suma, un Nuevo

Acuerdo Verde es nuestra última esperanza

para salvar la Tierra.

JOHN FEFFER DIRIGE EL PROYECTO FOREIGN POLICY IN

FOCUS, DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS (IPS) EN

WASHINGTON, D. C. ES AUTOR DEL RECIENTE ANÁLISIS DEL

IPS, THE BATTLE FOR ANOTHER WORLD: THE PROGRESSIVE

RESPONSE TO THE NEW RIGHT [LA BATALLA POR OTRO

MUNDO: LA RESPUESTA PROGRESISTA A LA NUEVA DERECHA].

PUBLICADO EN COOPERACIÓN CON NEWSWEEK / PUBLISHED

IN COOPERATION WITH NEWSWEEK

FOTO: CHRISTIAN CHARISIUS/PICTURE ALLIANCE/GETTY

Una planta “limpia” de carbón, en Alemania.

NEWSWEEK MÉXICO 29 FEBRERO, 2020

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