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Fe y Obras - Elena G. de White

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No somos salvados por la ley, ni en desobediencia

Si bien debemos estar en armonía con la ley de Dios, no somos

salvados por las obras de la ley; sin embargo, no podemos ser

salvados sin obediencia. La ley es la norma por la cual se mide el

carácter. Pero no nos es posible guardar los mandamientos de Dios

sin la gracia regeneradora de Cristo. Sólo Jesús puede limpiarnos de

todo pecado. El no nos salva mediante la ley, pero tampoco nos

salvará en desobediencia a la ley.

Nuestro amor a Cristo será proporcional a la profundidad de

nuestra convicción de pecado, y por medio de la ley es el

conocimiento del pecado. Pero, cuando nos observamos a nosotros

mismos, fijemos la mirada en Jesús, quien se dio a sí mismo por

nosotros a fin de redimirnos de toda iniquidad. Mediante la fe

apropiémonos de los méritos de Cristo, y la sangre purificadora del

alma será aplicada. Cuanto más claramente vemos los males y los

peligros a los cuales hemos estado expuestos, más agradecidos

hemos de estar por la liberación mediante Cristo. El Evangelio de

Cristo no da a los hombres licencia para transgredir la ley, porque

fue a causa de la transgresión que las compuertas del infortunio se

abrieron sobre nuestro mundo.

El pecado es tan maligno hoy como lo era en los días de Adán.

El Evangelio no promete el favor de Dios para nadie que quebrante

impenitentemente su ley. La depravación del corazón humano, la

culpabilidad de la transgresión, la ruindad del pecado, todo es puesto

de manifiesto por medio de la cruz donde Cristo ha aparejado para

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