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purifica a sí mismo, así como él es puro". 1 Juan 3:3. Aborrecerán el
pecado y la iniquidad, así como Cristo aborreció el pecado.
Guardarán los mandamientos de Dios, como Cristo guardó los
mandamientos de su Padre. Comprenderán que no es suficiente
asentir a las doctrinas de la verdad, sino que la verdad debe ser
aplicada en el corazón y practicada en la vida, a fin de que los
seguidores de Cristo puedan ser uno con El, y que los hombres
puedan ser tan puros en su esfera como Dios lo es en la suya.
No solamente oidores, sino hacedores
En cada generación ha habido hombres que se han titulado
hijos de Dios, que diezmaban la menta y el eneldo y el comino, y sin
embargo llevaban una vida impía, porque pasaban por alto las cosas
más importantes de la ley: la misericordia, la justicia y el amor de
Dios.
Muchos se hallan hoy en un engaño similar; porque mientras
aparentan una gran santidad, no son hacedores de la Palabra de
Dios. ¿Qué puede hacerse para abrir los ojos de estas almas que se
engañan a sí mismas, excepto establecer delante de ellas un ejemplo
de piedad verdadera, y nosotros mismos ser no solamente oidores
sino hacedores de los mandamientos del Señor, reflejando así en su
camino la luz de un carácter puro?
No como los mundanos
Los hijos de Dios no serán como los mundanos; porque la
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