Flanagann PrivatecopiePrefacioEI autor ha trabajado varios años en esta obra, prepardndolade modo no sistemdtico, no sólo por trabaios situados en la mismatrayectoria, sino por la creciente fuerza que ejercía sobre su mentelo que muy bien cabe denominar ,rllamamiento de lo góticorr. Sino emprendió antes esta tarea acaso fue por temor ante las dificultadesque entrañaba; en la actualidad, un libro como éste yano puede ser obra de especialistas ni de investigación, sino queha de corresponder a lo eu€, bastante peyorativamente, se llama,rabra de divulgaciónrr.Por la amplitud de Ia época gótica y la del dominio geogrdficoque se abarca, dada la extensión de este libro, su aspecto descriptivohabrd de constreñirse a. refleiar lo esencial, aunque existe eIhecho de eua, en el arte de la Edad Media, las lagunas son muchomds considerables, con frecuencia, que lo conocido, y solamentecon alusiones a otros géneros artísticos -miniatura,vidriera, etc.-pueden llenarse, en parte, los huecos que aparecen en la pinturasobre tabla y mural que constituye el t¡erdadero obieto de este estudio,como al de Ia mayoría de monografías sobre pintura gótica.Las destrucciones a lo largo de los siglos han sido inmensas,y lo que resta seguramente no es superior a dos o tres por cientode lo que existió. Destrucciones no causadas por el tiempo, comohabitualmente se dice con eufemismo, sino por los hombres. Debidasa veces a hechos fortuitos: incendios, devastaciones en conflictosmilitares, y en ocasiones a un mero impulso destructorciegamente ejercido, !, con gran frecuencia también -intterosimLlitud-, a ese género de <<destrucción pacífica, que l.levaron a cabolos propietarios de las obras, cuando las juzgaban pasadas de
Flanagann Privatecopiemoda, encalando muros para volverlos a decorar con nuel)as obrasmds a tono con los nuevos tiempos, o entregando determinadoretablo al carpintero para que lo convirtiera en bancos. El por'centaie que antes hemos señalado resulta muy disminuido aúnen dóterminados países. Por eiemplo, Inglaterra. Cuando, en 1534,Enrique VIII rompió con Ia lglesia romona, esto fue la señal paraque los iconoclastas comenzaran una implacable tarea de destrucó¡¿nque 'duró siglos, especialmente reactivada en el segundo terciodet sigto XVII, en tiempos de Cromwell (1649-1660), aunqueya unos años antes, en 1643-1644, William Dowsing anota en sudiario: <rDestruimos mi,t pinturas supersticiosas...)). Y si esto afectaal arte de tema retigioso, la sustitución -ydestrucción de lo precedente-fue en el arte profano la regla normal en casi todos lostiempos y países. En fechas mds recientes, nuevos acontecimientospolíticos, revoluciones que no sabían organizarse ni con frecuenc'iacombatir a sr,¿.s verdaderos enemigos, sí supieron dar fin de tesorosartísticos nacionales. En Francia, en \os años 1789-1799, en 1830 yen 1848 debieron de aniquilarse miles de obras de arte de todoslos géneros, no sólo góticas,.desde luego. En España, baste citardos hechos: la destrucción de los sepulcros reales de Poblet,en 1835, y el incendio det monasterio de Sigena en 1936, del quesólo una parte, €fr mal estado, ha podido sohtarse. En Alemania,la Reforma y las guerras de retigión subsiguientes determinaronasimismo cuantiosas destrucciones.La anonimia de los artistas en la mayoría de casos, la faltade documentos que correspondan a las obras co'nservadas, terminande convertir en auténtico mecanismo de problemas -engranparte insolubtes- las trayectorias de las escuelas artísticas de laEdad Media. L& labor incesante de los investigadores ha conseguidorestituir bastante; si no cuantitatir¡amente, sí al menos enlo esencial. Pues, con cierto número de hechos probados -tantoen lo que se refiere a la contratación de obras, a Ia atribución deéstas a determinados pintores de nombre conocido, como a losviaies y relaciones perionales de éstos- puede ya constituirse unesquema eü€, al menos, posee suficientes elementos significativos.Dicho de otro modo, en general es factible reconstituir la historiade la pintura gótica, pues todo lo que se desconoce o se conoceimperfecta o incompletamente resulta iluminado por lo que sesabe bien o mds que medianamente.Fundamental para el autor de este libro, en todo momento,desde que hace tiempo comenzó a pensar en é1, fue la idea deEuropa, la idea de Occidente. Pero probablemente es pronto aúnIpara constituir una verdadera historia conjunta de la pintura europeacomo tal, si es que ello es valedero, y sigue siendo preferibleIa organización por países, aunque se atenga este criterio a lageografí? que!"tual, no es la de ,la época gótica, particularmenteen sus inicios. Con todo, para no destruir eI concepto ni la valoraciónde las orelaciones generales, con Ia idea de conjunto deque diman&n, a la descripción sucesiva de la evolución pictóricaen las naciones tal cual hoy se dibuian en eI mapa preceden trescapítulos, eI úItimo de los cuales se dedica a trazar, €fr general,el esquema de la evolución iconogrtifica y estilística de ta pinture,resaltando los f actores de conexión entre las diversas escuelas.Los otros dos capítulos se destinan respectivamente a una exploración,de card.cter puramente teorizante, sobre el espíritu gótico,tomando en cuenta las nociones de los tratadistas actuales quehan ahondado mds en la cuestión; pero también las concepcio,nesde los grandes autores que en el siglo XIII sentaron los fundamentosde Ia estétiéa gótica, y a una visión sucinta, panord.mica,de los tiempos que van desde 1200 a 1500, tiempos de gran progresoy transforma.ción, de auge de las ciudades, de afirmación delos sentimientos nacionAles, !, pese a ello o precisamente por ello,de neta oposición frente a los <<otros>> orbes: el islam, progresivamentederrotado en España y vencedor en Tierra Santa; el Imperiode Bizancio, decadente pero aún vital, emitiendo influenciasque van desde eI norte de Rusia a Venecia, y que aún profundizan,pero transformd.ndose, hasta Europa central, y el mundo mongó-Iíco, eu€, desde la ucpansión de Gengis Kan (1221-1227 ), se constituyó.e.n una de las grandes potencias mundiales, para decaer aprincipios del siglo XV, cuando, unos decenios después, los turcosentrarían en Constantinopla con Mohamed II.En to que respecta a los límites de la pintura gótica, tanto alos iniciales como a los terminales, hemos tenido que admitir ciertafluctuación, o que rendirnos a ciertas realidades que se nos presentancomo evidencias. Por ejempto, en ltalia, eI arte det sig\oXV es, en gran parte, rena.centista. Por el contrario, creemosque en los Países Bajos, aún en 1475, nos hallamos en un climaque puede juzgarse gótico. El nordismo indiscutible de la tend.enciagótica es una de las causas de este hecho, como el de otrosque determinan las "diferencias de nivel, cronológico en la evoluciónestilística de los distintos países. LA fuerza de Ia tradiciónromdnica y de lo popular es diversa según las comarcas. S¿ enFrancia hay eiemplos de goticismo pictórico en Ia primera mitaddel siglo XIII, en España sólo son raros en ta segunda mitad. de
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