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Flanagann Privatecopie
la misma época, Se deben varias pinturas sobre tabla en las que el
primitivismo de Sassetta aún se acentúa cual en La tentación de
san Antonio, de L436 (col. Lehman, Nueva York). Sano di Pietro
(1406-1481) es un verdadero artista, er cierto modo paralelo, en
un plano más ingenuo y humilde, de fray Angélico, con cuya gama
de color emparenta a veces, cual en San lerónimo soñando que
es ftagetado, panel de una predela pintada en 1444, de la cual es
también un San lerónimo en el desierto, de color más austero
(Louvre). El mismo carácter se obsen¡a en el Milagro de san
Blas (1,449; Pinacoteca de Siena). Vecchietta, o Lorenzo di Pietro
(activo entre 1428 y 1480, año de su muerte), es un artista de
personales cualidades, amante de los espacios claros y abiertos
e interesado en cierta medida por los problemas de perspectiva,
como se ve en su Retablo de Spedaletto. Más importancia tiene
Giovanni di Paolo (1399-1 482), quien, como Sano di Pietro, nunca
salió de su ciudad natal y se le adivina enemigo de novedades en
la medida que estaba dotado de una lírica intensidad que sabía
transformar en original pintura, como se advierte, por ejemplo, en
su tabla de la colección Johnson (Filadelfia), San Nicolds de Tolentino
salva un navío. Otros artistas sieneses insisten aún en el goticismo,
pero muestran rasgos inequívocos de que un espíritu nuevo,
ya maduro en derredor suyo, penetra en su obra. Entre ellos citaremos
a Matteo di Giovanni -original
en el color, imaginativo y
escenográfico-, d Benvenuto di Giovanni y, sobre todo, a Neroccio
di Bartolommeo.
Más allá de estos límites nos hallamos en los inicios del Renacimiento.
La búsqueda apasionada de naturalismo, el modelado
verista de Masaccio ( 1401-1 428); la pasión por la perspectiva que
anima a Paolo Uccello (ca. 1397-1475), en convergencia con los estudios
de Donato Bramante (1444-1514), gue, aunque fue pintor,
sobresalió como arquitecto, aun manteniendo rasgos indudables
de primitivismo aianzan con un espíritu que se aparta progresivamente
de lo gótico. En el caso de Uccello aún podrían caber ciertas
dudas, pues su obra muestra cierta regresión. Si su lohn Hawkwood
(1436; catedral de Florencia) y sus versiones de La batalla de
san Romano (Uffizi, Louvr€, National Gall., Londres) son renacentistas,
su Prof anación de la hostia y Caza nocturna ( 1465-1468; palacio
ducal de Urbino y Ashmolean Museum de Oxford, respectivamente),
resultan más "primitivas>
aunque no por ello su espíritü
recupera en mayor medida las esencias góticas. Otro caso frontetizo,
o, mejor, de síntesis genial, €s el de fray Angélico (ca. 138ó-
1455) que, evidentemente, aprendió de Masaccio, dispuso de un gran
35. Virgen con el Niño. Hacia
1470. Prnacoteca de Siena
sentido constmctivo, pero mantuvo mucho del <sistema> de formas
góticas y sobre todo de la gama de colores prerrenacentista,
como lo atestiguan tantas obras maravillosas suyas, algunas todavía
de consciente ingenuidad, como el fresco de la Anunciación
(ca. 1437) del convento de San Marcos de Florencia, tan distinta
de la conservada en Florencia y de la magna Coronación de la
Virgen (entre 1430-1 440; Louvre). Más renacentistas, a nuestro
juicio, o para nuestro sentimiento, son las escenas del Martirio de
los santos Cosme y Damidn (National Gall. of lreland, Dublín; y
Pinacoteca de Munich). En Piero della Francesca, Andrea Mantegna,
Gentile Bellini, Botticelli, nos hallamos ya en pleno primer Renacimiento,
aunque se trate de artistas nacidos entre 1415 y 1445.
A mediados del siglo XV, en Nápoles, Colantonio y Antonello de
Mesina aprenden de los flamencos, como lo harán también los
venecianos, pero mientras los artistas de Flandes avartzan su técnica
dentro del espíritu gótico, los italianos aplican las nuevas posibilidades
a la luminosidad que se enciende cuando se apagan los
últimos fulgores góticos en su patria.
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