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El quebrantamiento del hombre exterior y la liberacion del espiritu - Watchman Nee

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recibir por un momento la revelación del camino que Dios ha dispuesto, que

rogar neciamente por bendiciones y que buscar Su ayuda para nuestra obra.

Sería mejor dejar de orar así y decirle al Señor: “Señor, me humillo ante Ti”.

Muchas veces orar por bendiciones no es más que un estorbo para Dios. A

menudo anhelamos bendiciones pero ni siquiera hallamos misericordia.

Deberíamos mejor pedir Su luz, aprender a humillarnos bajo Su mano y

obedecer Su ley. Pues con la obediencia viene la bendición.

CAPITULO CUATRO

COMO CONOCER AL HOMBRE

Es vital que todo obrero del Señor conozca al hombre. Cuando una persona

viene a nosotros, deberíamos percibir su condición espiritual, qué clase de

persona es y su nivel de transformación. Debemos discernir si sus palabras

concuerdan con la intención de su corazón o si trata de ocultarnos algo, y

debemos percibir sus características, si es obstinado o humilde y aun si su

humildad es genuina o falsa. La efectividad de nuestra obra depende en gran

parte del discernimiento que tengamos de la condición espiritual de otros. Si el

Espíritu de Dios capacita a nuestro espíritu para que conozca la condición de

quienes se nos acercan, seremos aptos para darles la palabra exacta que

necesiten.

En el relato de los evangelios vemos que cada vez que alguien venía al Señor, El

le daba la palabra precisa. ¡Esto es maravilloso! El Señor no le habló a la mujer

samaritana acerca de la regeneración ni a Nicodemo del agua viva. La verdad de

la regeneración era para Nicodemo y la del agua viva para la samaritana. ¡Cuán

exactas fueron sus palabras! El hizo un llamamiento a los que no le seguían y a

los que deseaban seguirle les habló de llevar la cruz. Cuando alguien se ofreció

de voluntario, le habló del alto precio que había que pagar, y cuando uno estuvo

indeciso de seguirle le replicó: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”.

El Señor siempre tuvo la palabra precisa para cada caso, ya fuera para aquellos

que venían a El con un corazón que le buscaba con sinceridad o para los que

sólo se acercaban por mera curiosidad o para tentarle, pues conocía

perfectamente a todos. El está muy por encima de nosotros en cuanto a la

manera de conocer a los hombres; por consiguiente, debemos tomarlo como

nuestro modelo, aunque nos encontramos muy por debajo de Su norma. De

todos modos debemos seguir Su ejemplo. Que el Señor nos conceda Su

misericordia para que aprendamos de El la manera de conocer a los hombres

como El los conoce.

Si dejamos que un hermano que no tiene discernimiento se encargue de un

alma, no sabrá cómo hacerlo. Sólo le hablará de su experiencia personal. Si tiene

cierto sentir y un tema favorito, de eso hablará con todo el que se encuentre.

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