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Edicion 09 de octubre 2021

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EDICIÓN EXTRA Sábado 09 de Octubre de 2021

A LA GENTE LE GUSTA QUE

LE MIENTAN

Mauricio Vallejo Márquez

Escritor, jurisconsulto, maestro y

Editor de Suplemento tres mil

La mayoría de personas dejamos

de creer en los políticos por sus

innumerables mentiras. Pero,

lamentablemente a un gran número de

individuos les gusta que les mientan.

Se llenan de esperanzas y creen en los

discursos vacíos y aparentes porque les

alimenta la sensación de que el mañana

será mejor. En ocasiones se percatan que

los engañan, pero deciden negarlo y se

convierten en colaboradores del embuste.

Sin embargo, la vida nos demuestra que

las promesas vanas van deteriorando la

el resentimiento (algo que se llega a tornar

peligroso).

Desde los Acuerdos de Paz en 1992

los salvadoreños conformamos un país

dividido en dos fuerzas políticas que

representan dos formas de pensar, dos

maneras que algunos consideraban

irreconciliables. Alianza Republicana

Nacionalista (ARENA) que representaba

el liberalismo y el capitalismo y el Frente

Farabundo Martí para la Liberación

Nacional (FMLN) que abanderaba el

socialismo y las luchas sociales. Ese

bipartidismo alimentó la democracia

durante la posguerra. Sin embargo,

ambas podían coexistir siendo manejadas

de forma ética para el desarrollo de la

nación. Durante años hicieron promesas

y cumplieron algunas, otras quedaron en

el olvido. Lo triste del asunto se agravó

y permitió que la gente alimentara

familiares, amistades y socios. Así como

también algunos individuos utilizaron

la política para enriquecerse a costillas

del erario público, algo común en la

cleptocracia que se practica en nuestras

tierras. El resultado fue la búsqueda de otro

del bipartidismo que dio tres gobiernos a

ARENA y dos presidencias al FMLN.

A la gente le gusta que le mientan. Quieren

creer que no es posible que les digan

mentiras y creen con fe ciega en personajes

que terminan envenenados de poder tras

abandonar las viejas y desprestigiadas

instituciones en las que creían. Algo que no

es particular de El Salvador, ha sucedido en

Uganda, China, Alemania, Italia, Rumania,

Libia, Nicaragua, Argentina, Venezuela y

muchos países más. La gente está dispuesta

a entregar sus libertades y patrimonios

por un sueño, por un cambio, por dañar a

quien le generó resentimiento. Situaciones

terminan por empeorar la situación de la

gente y de la nación, sobre todo cuando se

le otorga carta blanca a un gobierno que no

Basta un pequeño examen personal para

ver qué tan sinceros son los políticos, al

llevar una lista de cotejo para observar

cuántas de las innumerables promesas

expuestas en una campaña presidencial,

legislativa o municipal fueron cumplidas.

Las excusas podrán ser innumerables: falta

de presupuesto, no es el tiempo, existen

otras cosas más importantes, no tenemos

el aval del que manda, falta evaluar,

esperamos un préstamo.

La verdad es que al prometer empeñamos

nuestra palabra y si fallamos al cumplir nos

volvemos parte de la mentira colectiva, de

un engaño que nos aprisiona como país y no

permite crecer. El ministro de propaganda

nazi, Joseph Goebbels, consideraba que

era necesario crear chivos expiatorios para

culpar a otros de los problemas, aunque

no fueran verdad (total es negocio de

los que ostenta el poder decir mentiras)

ya que la mentira repetida mil veces se

transforma en verdad, por eso bombardean

con propaganda que podría ser usada para

enmendar los renglones torcidos en lugar

de disfrazarlos. La Alemania nazi culpó

de sus problemas a los judíos, les expropió

sus pertenencias, los encerró en campos de

concentración y tras llevarlos a cámaras de

de cosas, sus huesos para elaborar botones,

sus pieles para fabricar pantallas para

lámparas y su grasa para manufacturar

jabones. Después miles de gobiernos

autocráticos, totalitarios y regímenes

híbridos usaron la fórmula. Algunos

torturaron y asesinaron a sus opositores,

otros en nuestra sociedad líquida los esboza

en cuatro palabras y los insultan, denigran

e intimidan en redes sociales y discursos.

anule la verdad.

Y ahora viene la parte interesante, ¿Qué

tanto ha mejorado usted en su vida? ¿Su

salario cubre sus necesidades? ¿Se siente

seguro en su país? ¿Los candidatos por

los que votó cumplieron? La propaganda

puede engañar a las personas que se dejan

llevar por la propaganda, pero las personas

que son cómplices de estos engaños no. La

propaganda puede incidir en su percepción,

pero la realidad es absoluta y no puede

negarse.

En El Salvador se siguen necesitando

candidatos a la presidencia, asamblea

legislativa y municipalidades que sean

probos, que tengan interés en el bien

común y no en el particular. La gente

necesita gente en quién creer, pero que sea

honesta y generosa. El Salvador requiere

gobernantes que unan y no que separen.

El Salvador necesita entender que somos

una nación diversa y debemos valorarnos

y respetarnos, pero ante todo que sean

honestos. Mientras esto no suceda,

seguiremos naufragando en préstamos

internacionales impagables, seguiremos

impresionados por promesas irrealizables,

continuaremos siendo presas de “cajas

chinas” cada vez que se descubra un

amaño.

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Edición Extra | 09 de Octubre de 2021 |

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